“El Estado de bienestar es nuestro campo de concentración, en el sentido de que nos aprisiona”

“Quienes nos recuerdan que no todo está bien, que son los inmigrantes, nos incomodan”, dice Victoria Aguilar, responsable de redactar el apartado sobre inmigración y convivencia en el documento Vota sabiamente.

Jonatán Soriano , Redacción PD

BARCELONA · 24 DE ABRIL DE 2019 · 16:00

Imagen de una intervención de rescate en el marco de la Operación Tritón, en junio 2015. / Wikimedia Commons,
Imagen de una intervención de rescate en el marco de la Operación Tritón, en junio 2015. / Wikimedia Commons

Para la profesora titular de Lengua Árabe en la Universidad de Murcia, Victoria Aguilar, “no hemos acogido”. La también responsable de la redacción del apartado sobre inmigración y convivencia con otras culturas en el documento Vota sabiamente, publicado por la Alianza Evangélica Española con motivo de las elecciones generales del 28 de abril, considera que “la Biblia es muy clara” y que “Jesús mismo tuvo trato con extranjeros, aunque era abominable para los judíos”. 

Según Aguilar, los problemas que afrontamos en materia de gestión de las migraciones y de convivencia entre culturas tienen que ver con el reparto de la riqueza y el desconocimiento. “Nos gusta lo diferente cuando hacemos turismo, porque de alguna forma es como entrar en un museo, pero no nos gusta que nos trastoquen nuestro medio con cambios permanentes”, advierte en el documento. “Quizá sea nuestro Estado del bienestar el que amenaza el reino de los cielos, y los que son de otras culturas nos ayuden a recuperar la mira en las cosas de arriba”, añade en el texto publicado por la Alianza.

 

Pregunta: ¿Cómo te parece que se ha reflejado la cuestión migratoria en el debate electoral hasta ahora?

Respuesta: Creo que el elemento migratorio se utiliza en los polos opuestos. O bien para hacer una apuesta por la integración y por abordar esa problemática, o bien por el cierre de fronteras. 

 

P: ¿Hay puntos medios que deberían verse representados?

R: Es un tema que, en general, los partidos políticos lo ven colateral y no se aborda. Con el tema de los refugiados muchos políticos se han hecho la boca agua diciendo que iban a acoger y finalmente no hemos acogido. Es un tema que viene bien para hablar de lo que está sucediendo, pero finalmente no se ha hecho nada. De hecho, ha habido ONG financiadas públicamente, con casas de acogida preparadas, personas contratadas, pisos alquilados para acoger a personas que no han llegado. No es fácil resolver este tema porque necesita un presupuesto y no creo que los políticos lo consideren como una prioridad. 

 

P: Hay formaciones que hablan de regular la llegada de personas a España. ¿Es esto posible teniendo en cuenta el escenario político actual? 

R: Regular hay que regular. También estamos en la Unión Europea y no podemos adoptar posturas unilaterales. Tenemos unas fronteras y es bueno que las haya. Sería una insensatez abrir las fronteras sin pensar. Pero ante ciertas situaciones (las personas que llegan con pateras, los que mueren en el mar, las devoluciones en caliente) hay que tomar decisiones. Me asusta la dureza de nuestros corazones con respecto a otros seres humanos y algo deberíamos hacer.

 

P: ¿Por qué crees que España es uno de los países que menos ha acogido en Europa? 

R: Habría que preguntárselo a los gobiernos, porque los refugiados estaban y solo había que traerlos, y se había creado una estructura para ello. 

 

P: ¿Ves en España algún caldo de cultivo que posibilite la aparición de movimientos xenófobos como está ocurriendo en otros países europeos?

R: Sí. Por ejemplo, en la puerta de mi casa hay lo que se llaman ‘gorrillas’ (aparcacoches no regulados) y hay personas que están llamando a la policía constantemente porque les molesta solo verlos. Algunos de ellos son personas sin hogar. Deberíamos pensar cómo resolvemos la situación de estas personas, la mayoría ilegales. Dentro de ellos, como en cualquier otro grupo, unos molestan más que otros; pero muchos sólo quieren, en la medida de sus posibilidades, ganarse la vida y nosotros deberíamos ofrecerles opciones.

 

Victoria Aguilar. / Universidad de Murcia

P: Entonces hay una relación con el reparto de la riqueza. En el documento de Vota sabiamente hablas del Estado de bienestar.

R: El Estado de bienestar es nuestro “campo de concentración”, como creyentes, en el sentido de que nos aprisiona. Los prisioneros de un campo de concentración están allí obligados. Nosotros estamos voluntariamente, pero es un campo de concentración porque nos resulta tan cómodo y tan bueno que no nos planteamos salir de ahí, aunque nos oprime, nos hace daño, nos insensibiliza. El reino de los cielos es una realidad y la vida en la Tierra es un tránsito. De alguna forma, el Estado de bienestar es muy peligroso para nosotros como creyentes, porque nos hace olvidar que hay dolor. Nada nos molesta a ningún nivel, y eso es peligroso. Quienes nos recuerdan que no todo está bien, que son los inmigrantes, nos incomodan. 

 

P: Las iglesias evangélicas están repletas de personas que provienen de otros países. ¿De qué manera una mala gestión política de las migraciones podría afectarlas?

R: Algunos partidos en su programa electoral proponen expulsar a todos los ilegales. Algunos de esos ilegales forman parte de nuestras congregaciones, a pesar de algunos llevan muchos años en España. Casi tantos como para poder solicitar una nacionalidad. Pero siguen estando en la ilegalidad porque no han tenido acceso a un contrato de trabajo. En otros casos porque no saben muy bien cómo canalizarlo.

 

P: Además de acoger, en Vota Sabiamente destacas el valor de desarrollar políticas de interculturalidad. ¿Qué echas en falta a este respecto a nivel de propuestas políticas?

R: El racismo y la xenofobia son tan graves como la violencia de género. No se está pensando en el otro cuando se es racista y lo que planteo en el documento es que todos lo somos un poco, en función de cómo lo hemos aprendido. En los colegios, se deberían hacer actividades para potenciar una visión positiva de las otras culturas. La cuestión está en conocer. El desconocimiento es lo que nos hace estar alerta con el otro. Por ejemplo, respecto al islam hay mucho desconocimiento. No nos asusta la procesión de Semana Santa porque la conocemos. Nos puede gustar o no, como evangélicos, pero el islam se observa peor, cuando en realidad lo importante es someter nuestro corazón a Cristo. Si no lo hemos hecho, da igual estar en una mezquita, en una iglesia católica o, por qué no, en una iglesia evangélica. Hay salvos y perdidos. Pero hay una diferencia entre perdidos y perversos. Todos los que no aceptan a Jesús están perdidos, pero no todos son pervertidos. 

 

P: ¿Ha alimentado la política la visión negativa de lo diverso?

R: No creo que se haya alimentado. Simplemente está y no se hace nada por evitar que deje de estar. No creo que haya una conspiración. Durante mucho tiempo, España ha tenido una política de cooperación con el mundo árabe. Se creó el Instituto Hispano Árabe de cultura, que luego pasó a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores y con financiación prioritaria para el desarrollo del mundo árabe. Actualmente contamos con la Casa Árabe en Madrid y Córdoba. Lo que nos resulta más difícil de gestionar es cuando el mundo árabe entra en nuestras fronteras. Fuera es todo más sencillo, hay menos implicación.

La política funciona a gran escala, pero con poco conocimiento. No siempre se aprovechan los recursos porque las grandes ONG tienen un presupuesto muy elevado en empleados, publicidad, y quizá al usuario final le llega una mínima parte. Las ONG pequeñas son mucho más efectivas, desde el punto de vista de coste y resultados, porque tienen una economía más de “ama de casa”. La política jamás tiene ese tipo de economía y por eso la eficacia de sus tratamientos es dudosa. Claro que es mejor al menos intentarlo.

 

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