Abrir los brazos y el corazón a los migrantes

Los menonitas reflexionan estos días en Costa Rica sobre el tema “Justicia en el camino: migración y la historia anabautista-menonita”.

06 DE ABRIL DE 2019 · 21:45

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Un decenio de celebración y ejercicio reflexivo. El Congreso Mundial Menonita eligió la década 2017-2027 para evaluar tanto la Reforma protestante como la Reforma radical y la influencia de ambos movimientos en el surgimiento del anabautismo constructor de paz. Durante el mencionado decenio, cada año, ha tenido y tendrá lugar en distintos lugares del mundo el ejercicio llamado Renovación. En el 2017 la reunión se llevó a cabo en Augsburgo, Alemania; el año pasado en Kisumu, Kenia; y en el presente la sede es San José, Costa Rica.

El tema para el evento en Costa Rica es “Justicia en el camino: migración y la historia anabautista-menonita”. Los anabautistas/menonitas del siglo XVI, y subsecuentes centurias, debieron migrar constantemente en búsqueda de libertad para difundir y practicar sus creencias. Estas migraciones se hicieron en condiciones muy adversas. Además del marco histórico y bíblico teológico que se presentará en Costa Rica, se solicitó a distintos ponentes referir experiencias sobre el tema migratorio actual y cómo están respondiendo las comunidades de fe identificadas con el anabautismo. En mi caso me requirieron para compartir “cómo mi iglesia, o iglesias en mi región, han experimentado la migración o formas en que están respondiendo a las necesidades de los desplazados”. A continuación reproduzco lo compartido en Renovación 2019:

A finales del 2018 llegaron en caravana miles de migrantes centroamericanos a México. Aunque desde hace muchos años el país ha sido ruta de paso para quienes migran de América Central con la esperanza de llegar a Estados Unidos de América (EUA), por primera vez grupos organizados demandaban se abriera la frontera mexicana para que pudieran entrar y transitar por el país con seguridad.

En términos generales la población comprendió las razones de los migrantes para huir de sus países y buscar un mejor futuro. Históricamente millones de mexicanos han migrado hacia EUA. En la actualidad un alto porcentaje de ellos y ellas viven allá con temor ya que no tienen papeles de residencia. Su contribución a la economía estadounidense es importante, cálculos de hace dos años mostraron que diez por ciento de la economía depende de la fuerza laboral de los migrantes mexicanos. Además de su contribución económica, estos migrantes aportan diversificación cultural a los EUA. La segunda ciudad con más mexicanos, después de la ciudad de México, es una urbe norteamericana: Los Ángeles, California.

Aunque hubo sectores que tuvieron pensamientos y acciones hostiles hacia las caravanas de migrantes que llegaron a México a finales del 2018 y primeros meses del presente año, el sentimiento más amplio fue el de solidaridad y la realización de campañas para levantar ayuda y proveer a los migrantes de ropa, alimentos, medicinas, atención médica y acompañamiento en su caminar hacia el norte.

En la Conferencia de Iglesias Evangélicas Anabautistas Menonitas de México (CIEAMM), por medio del ministerio Sendas de Justicia, se hicieron llamados a coordinarse con otras organizaciones e iglesias que deseaban dar ayuda en las necesidades expresadas por los migrantes. Este es un punto importante, es necesario escuchar a quienes se quiere servir para que la solidaridad sea relevante y centrada en las carencias de los migrantes y no en la buena voluntad de las personas que a veces dan ayuda pero no es la que necesitan los migrantes. Una vez que se detectó qué tipo de ayudas requerían los refugiados temporales en México, por distintos medios se compartió la información y direcciones de centros de acopio para hacer llegar los paquetes de ayuda.

El coordinador del ministerio Sendas de Justicia de la CIEAMM es miembro de la Iglesia Fraternidad Cristiana/Vida Nueva, en la que soy pastor junto con Óscar Jaime Domínguez. Su nombre es Fernando Sandoval, él invito y animó a la comunidad para levantar fondos y poder adquirir productos que necesitaban los migrantes. Para conocer dichas necesidades visitó el lugar que abrió el gobierno de la Ciudad de México para albergar a miles de desplazados centroamericanos, principalmente de Honduras y El Salvador.

Fernando conversó con hombres y mujeres de distintas edades. Les solicitó permiso para grabar su testimonio con el teléfono celular, con el fin de compartir la grabación en Fraternidad Cristiana/Vida Nueva. Lo que escuchó y vio nuestra comunidad fue conmovedor, ya que cada historia contada era una tragedia de sufrimiento que permitía comprender por qué las personas decidieron abandonar su hogar con el fin de intentar cruzar hacia Estados Unidos. Además de la pobreza como causa para salir, mencionaron la violencia padecida y el miedo a ser víctimas de todo tipo de abusos que denigran la dignidad humana.

La hermandad dio aportes que Sendas de Justicia llevó a los migrantes. Fue sorprendente la respuesta de la comunidad que decidió abrir sus brazos y el corazón a quienes estaban vulnerables en su paso por México. Tomamos en serio la enseñanza de Jesús, quien nos invita al amor solidario que alimenta al hambriento, viste al desnudo, da agua al sediento, protege al desvalido, cuida al enfermo, visita al encarcelado (Mateo 25:35-36). Hicimos un ejercicio de compasión, ponernos en el lugar de los migrantes necesitados y actuar para llevar algo de acompañamiento y consuelo.

En la tarea de llevar ayuda a los migrantes tuvo lugar una linda cooperación entre Sendas de Justicia y un grupo de profesores y estudiantes del Anabaptist Mennonite Biblical Seminary de Elkhart, Indiana. Allá se enteraron de lo que estaban haciendo la CIEAMM y la Iglesia Fraternidad Cristiana/Vida Nueva para servir a los migrantes, entonces el profesor Jamie Pitts compartió la información y el resultado fue una ofrenda que enviaron a Sendas de Justicia para que se usara de la manera que se considerara más conveniente. El ministerio Sendas de Justicia compró implementos que entregó a los migrantes e informó a los donantes de cómo se usó el donativo. Creemos firmemente que en la mayordomía cristiana es indispensable la rendición de cuentas y el buen uso de los recursos que hermanos y hermanas en la fe nos confían. 

La solidaridad con los migrantes tiene antecedentes en la Iglesia Fraternidad Cristiana/Vida Nueva. Desde hace algunos años la comunidad contribuye con donativos en especie (alimentos, artículos de higiene personal) a la Casa Tochán, que es un refugio y lugar de defensa legal de migrantes que buscan protección mientras están en México y tienen por objetivo ingresar a Estados Unidos. Los hermanos y hermanas llevan distintos productos que se entregan a Casa Tochán, son muestras de que entendemos que somos seguidores de un migrante como Jesús, quien nació en condiciones muy similares a las vividas por familias que emprenden el éxodo obligadas por los poderes que tienen el corazón duro.

Abrir los brazos y el corazón a los migrantes es parte del discipulado cristiano. Entre ellos y ellas viajan personas que, como la mujer sirofenicia, nos ayudan a descubrir dimensiones de la fe que solamente vemos cuando somos frágiles  y marginados. De ésa mujer Jesús dijo que era muy grande su fe y la puso de ejemplo de confianza en Dios (Mateo 15:28). Y hemos encontrado esta fe en los migrantes.

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