Huelgas estudiantiles, teología medioambiental y el Salmo 8

Quizás se nos está dando un toque de atención y esperanza, y quizás es una oportunidad de aportar de forma directa una teología de la creación humilde y rica (una que nos anime a pasar a la acción).

  · Traducido por Patricia Bares

21 DE MARZO DE 2019 · 10:00

Imagen de una de las manifestaciones, en Cambridge, que se celebraron el 15 de febrero a lo largo de Reino Unido. El 15 de marzo se repitieron las concentraciones en todo el mundo. / Alexander Welbourne,
Imagen de una de las manifestaciones, en Cambridge, que se celebraron el 15 de febrero a lo largo de Reino Unido. El 15 de marzo se repitieron las concentraciones en todo el mundo. / Alexander Welbourne

Los últimos meses han sido significativos para el activismo medioambiental juvenil. Inspirados por la activista de 16 años Greta Thunberg, decenas de miles de escolares de todo el mundo han estado haciendo huelga en sus centros de estudio para protestar contra el cambio climático.

No es ninguna exageración. El 15 de febrero (según los organizadores de las protestas), solamente en el Reino Unido y Alemania hubo aproximadamente unos 31.000 jóvenes haciendo huelga. El movimiento se está extendiendo a lugares tan diversos como Japón, Colombia y Tailandia. Además, el pasado 15 de marzo se coordinó otra huelga global en las escuelas, cuyo impacto fue bastante significativo.

Llenos de decisión y pasión, los jóvenes protestan por un cambio en las políticas medioambientales y en la educación. En el Reino Unido los estudiantes han hecho cuatro demandas:

  • El gobierno debería declarar un estado de “emergencia climática”
  • Se debería informar también al público de la gravedad de la situación
  • El currículum nacional debería reformarse para incluir “la crisis ecológica”
  • La edad para votar debería reducirse a los 16 años para que los jóvenes también pudieran participar en tomas de decisión relacionadas con temas medioambientales

Si nos preguntamos de dónde procede esta convicción y si deberíamos afirmarla como cristianos que somos, podemos encontrar (como siempre) sabiduría en la Biblia. Dediquemos un momento a sentarnos junto a las escrituras y, antes de seguir con el tema de las huelgas juveniles, escuchemos su sabiduría sobre la relación entre la humanidad, la creación y Dios.

 

Los jóvenes protestan por un cambio en las políticas medioambientales y en la educación. / Quentin Dr, Unsplash CC

PASEANDO POR EL SALMO 8

¿Me acompañas a dar un paseo por el Salmo 8? Esto quizás es algo distinto a lo que solemos hacer en el blog de Jubilee Centre, pero demos un paseo imaginario por el salmo. El Salmo 8 se plantea el “mandato de la creación” (Génesis 1:28) de muchas maneras y lo reconstruye a través de los ojos de alguien de forma individual: el salmista. Nos deja sentir el peso emocional de nuestro lugar en la creación, y eso nos aporta una revelación refrescante y nueva.

Primero haz una pausa, respirando profundamente y pensando no en ti mismo, sino en la tierra. Visualizas en tu mente géiseres y glaciares, zorros, selvas tropicales, cielos azules y desiertos anaranjados. Entonces te concentras en quien ha creado todo esto, toda esta diversidad, estos paisajes coloridos llenos de vida, y piensas: Oh Jehová, Señor nuestro, ¡Cuán grande es tu nombre en toda la tierra! (Salmo 8:1)

Ahora imagina que estás en el campo. Tienes las botas metidas en el barro, sopla una brisa fresca y el cielo nocturno se extiende sobre ti. No hay nubes y está todo oscuro, con lo cual puedes ver claramente los tonos morados del cielo y te das cuenta de que está repleto de galaxias y estrellas. Alzas la cabeza para apreciar el paisaje en su plenitud (aunque no puedes verlo en su totalidad, pues hay demasiado que ver) y te sumes en una profunda sensación de maravilla. Has puesto tu gloria sobre los cielos (Salmo 8:1) Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste… (Salmo 8:3)

Contemplas la distancia y te acuerdas de la ciencia. Recuerdas que la luz de las estrellas ha viajado durante miles de millones de kilómetros y de años. Y entonces eres consciente de tu ser finito, de tu cuerpo humano frágil comparado con tal escala. Esa escala te habla de Dios. ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Salmo 8:4)

Y aunque los cielos son gloriosos, tú, un humano pequeño y de carne y hueso, también eres glorioso. Estando ahí, de pie con tus botas e intentando no sentir escalofríos, eres un reflejo especial; llevas la imagen de Dios. ¿Cómo es eso posible? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. (Salmo 8:5)

Entonces miras hacia abajo, a todas las cosas que hay bajo tus pies. Te asombras. Dios te dio todas las semillas que llevan fruto (de tomates y de manzanos) y te dio potestad para trabajar la tierra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies. (Salmo 8:6)

Miras al mar y recuerdas todas las imágenes que has visto a lo largo de tu vida sobre bancos de peces, las profundidades del océano y la vida que habita dentro de él, tan diversa, rica y plena. De alguna manera, todo eso se encuentra bajo tus pies. Los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar. (Salmo 8:8)

Y finalmente acabas donde has empezado. Vuelves a aquel pensamiento inicial de toda la tierra proclamando la gloria de Dios y tú, nosotros, la humanidad, alzándose allí, en el centro. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! (Salmo 8:9)

 

EL PESO DE LA RESPONSABILIDAD Y EL SALMO 8

A pesar de que los versículos 6 y 7 (que hablan de la gloria y dominio del ser humano) a menudo se descontextualizan, pierden su riqueza si no se tiene en cuenta el contexto del salmo en su totalidad. Lo que es evidente cuando examinamos la estructura del salmo es la profunda postura de humildad y maravilla que experimenta el salmista. Al alzar la vista a la gloria de los cielos y hacia las profundidades repletas de vida, el salmista contempla la gloria de la creación que pertenece a Dios y se maravilla con humildad ante su propia posición. Todo lo que rodea al texto, desde las palabras que lo inician hasta las que lo terminan, todo está profundamente centrado en Dios (como debería hacer toda teología sobre el medio ambiente). Proclama “cuán majestuoso es tu nombre en toda la tierra”. No es simple (o inconsecuente) responsabilizar a Dios por este mundo material creado que refleja la gloria del Creador.

 

A fin de cuentas, un mal cuidado del medio ambiente es una injusticia intergeneracional. / Jorg Bauer, Unsplash CC

Volviendo a las huelgas estudiantiles, me pregunto si la urgencia y convicción de las protestas juveniles muestran lo que significa tomarnos en serio la gran responsabilidad de la creación. Si tuviéramos una teología que agrupara una relación rica y significativa entre Dios, la creación y el ser humano (una que dijera Nuestro Señor, cuyo nombre es majestuoso en toda la tierra), seguramente nos afectaría de la misma manera la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y el uso insostenible del terreno y los recursos.

Hagas lo que hagas respecto a las medidas que se tomen, la huelga juvenil convocada para que se declare un estado de emergencia climática (en otras palabras, para tomarse en serio la situación), es alentadora. Los manifestantes jóvenes están dispuestos a asumir la responsabilidad que Dios nos da y que la generación anterior ha ignorado. Esto nos lleva a un versículo que no hemos tenido en cuenta en nuestra lectura devocional. El Salmo 8:2 declara: De la boca de los niños y de los que aún maman, fundaste la fortaleza a causa de tus enemigos… Parece que en muchos sentidos esté fuera de lugar en este Salmo, un consentimiento a la lógica inversa de fuerza que fluye de la alabanza de los niños. Es un recordatorio de que Dios usa a los más débiles para confundirnos, pero también nos recuerda el milagro de las generaciones: que los jóvenes suceden a los veteranos con la promesa de una nueva generación que nacerá en esta creación. A fin de cuentas, un mal cuidado del medio ambiente es una injusticia intergeneracional. Con el aumento del cambio climático se nos recuerda que tenemos una fe rota con nuestros hijos y sus hijos. Quizás se nos está dando un toque de atención y una esperanza. Y quizás podemos aportar una teología de la creación humilde y rica (una que nos anima a pasar a la acción).

 

Charlee New, responsable de comunicación y márketing en el Jubilee Centre. 

Este artículo se publicó por primera vez en la página web del Jubilee Centre y fue republicado con permiso. 

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