“Las amenazas desde China son cada vez más estridentes”, dicen cristianos en Taiwán

Pastores de la isla del sureste asiático piden oración “por la paz” ante una posible intervención militar china.

Jonatán Soriano

TAIPEI · 20 DE FEBRERO DE 2019 · 10:00

Miembros de la marina china realizando un ejercicio de prácticas en el Mar de China, en enero. / Zhou Qiqing, China military.,
Miembros de la marina china realizando un ejercicio de prácticas en el Mar de China, en enero. / Zhou Qiqing, China military.

Yendo mucho más allá de una declaración de intenciones, el presidente de China, Xi Jinping, afirmó en enero que su gobierno está dispuesto “a crear un amplio espacio para la reunificación pacífica de Taiwán con China”. “Pero no dejaremos sitio alguno para las actividades separatistas. No prometemos renunciar al uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias”, añadió. 

A pesar de formar parte oficialmente del Estado chino, la isla del sureste asiático funciona de facto como un país independiente, con gobierno propio y elecciones periódicas, aunque sin representación en la Organización de las Naciones Unidas y con escaso reconocimiento internacional. Una autonomía que choca con el modelo centralista de Pekín, y todavía más con su política de control en el Mar de China y el estrecho de Taiwán.

Convertida en refugio del derrotado Kuomintang, el partido republicano, después de la guerra que llevó a Mao Zedong a establecer la República Popular de China en 1947, las relaciones entre Pequín y Taipei se han tensado especialmente desde 2016, con la llegada de la primera mujer a la presidencia taiwanesa, Tsai Ing-wen, que ha reclamado respeto por la identidad nacional y la intención de mantener el estatus de Taiwán tal y como está, es decir, sin una declaración formal de independencia pero sin acercamientos a China.

“La población taiwanesa, sin importar a qué partidos políticos, religiones o clases sociales pertenece, debería estar advertida de que una independencia de Taiwán solo podría conducir a la isla a un gran desastre”, añadía Xi Jinping en su discurso, en el que también prometió “paz” y una “buena y próspera vida” a los taiwaneses en el caso de una reunificación. 

 

¿UNA AMENAZA SERIA?

Desde Taipei, el pastor de la Iglesia de la Gracia, David Homer, alerta de la realidad que hay en las palabras del presidente chino. “Las amenazas desde China son cada vez más estridentes”, alerta Homer. A su entender, hay una parte de la población taiwanesa favorable a un estado de Administración especial dentro de China, como Hong Kong, y otro que quiere la independencia. “Algunos quieren emular el modelo de Hong Kong, aunque los eventos recientes han demostrado a las personas en Taiwán que es una farsa”, dice sobre la conocida como Revolución de los paraguas, que tuvo lugar en 2014 y que fue aplastada por el gobierno de Pequín. “Otros, y especialmente las personas más jóvenes y llenas de idealismo, esperan un futuro independiente mientras mantienen el estatus. En mi opinión, como alguien que ha seguido este estancamiento desde 1970 y observa la progresión y el desarrollo de China, es inconcebible que China esté satisfecha con algo menos que una derrota total del Kuomintang y la destrucción de toda la bandera nacional de Taiwán. En cuarenta años de ministerio, me he familiarizado con la depravación total del corazón humano no regenerado. Esto es, simplemente, las inclinaciones naturales y básicas de los humanos: expandirse, dominar y controlar. Esta es una característica innegable de la China moderna y su patrón de crecimiento. Es evidente que ignoran sus promesas a la gente de Hong Kong. Es obvio en sus tácticas cada vez más intimidatorias”, enfatiza.

 

El presidente chino, Xi Jinping, durante un discurso. / Yao Dawei, Xinhua

Para el expastor de la Iglesia Internacional de Pekín, Andrew Chiang, que actualmente lidera una comunidad bilingüe en la ciudad taiwanesa de Kaohsiung, “mucha gente en Taiwán lleva escuchando este tipo de declaraciones toda la vida”. “Sin embargo, Xi Jinping parece tener una intención firme de reunificar a Taiwán con China, en cuyo caso podría haber consecuencias desastrosas si hay una intervención militar”, defiende. 

Con una visión de alarma más inminente, Homer cree que “uno de estos días habrá un conflicto”. “China ha sido paciente, muy paciente. ¿Por cuánto tiempo continuará ejerciendo moderación? Si Taiwán sigue insistiendo en no ceder a la demanda de reconocimiento china, creo que se ejercerá la violencia”, remarca el pastor, que recuerda que “China está deseando mostrar al mundo lo que puede hacer”. 

 

CRISTIANOS EN LA ISLA DESCONFÍAN POR LA RESTRICCIÓN DE LIBERTADES

El presidente chino incluía a la religión entre los factores destacados de la identidad de la población en la isla. No le faltan motivos. Joshua Project ubica el cristianismo como la tercera religión en número de población de Taiwán, con un 6%, solo por detrás de las religiones étnicas y del budismo. Mientras, en China, los cristianos se sitúan como el cuarto grupo de personas más importante del país, por detrás de los no religiosos, las religiones étnicas y el budismo. Además, los últimos episodios de persecución en el gigante asiático no ofrecen motivos para confiar en la promesa china de prosperidad.

Unas hostilidades que también han afectado a la interacción entre las comunidades cristianas de Taiwán y las chinas. “En la última década muchos cristianos de China podían venir a la isla para asistir a seminarios o a conferencias cristianas gracias a la relajación en las restricciones de los visados, especialmente en la última administración del Kuomintang” (la actual presidenta es de otro partido), dice Chiang. “Desde 1980 los pastores taiwaneses han preparado a líderes chinos y muchos seminarios de Taiwán han abierto escuelas en el territorio continental. Sin embargo, desde la nueva regulación religiosa, (en vigor desde febrero de 2018), muchos de estos intercambios han sido cancelados o reubicados en otros países”, añade. De hecho, una de las estipulaciones del nuevo reglamento es que la apertura de escuelas de religión queda limitada a los grupos religiosos nacionales.

 

Encuentro en una iglesia taiwanesa el pasado mes de diciembre. / Facebook UMOT

Para Homer, los cristianos taiwaneses “no ven una reunificación con China como una mera imposición de restricciones religiosas”. “Es una pérdida total de libertades que han llegado a apreciar viviendo en una democracia en la que participan abiertamente y expresan sus opiniones personales sin temor a la persecución”, remarca. “Quienes abogan por la reunificación están más preocupados por las ganancias monetarias y el crecimiento económico que una unión así puede permitir, pero no por la pérdida de derechos humanos, de libertades personales o las restricciones espirituales”, señala Homer.

Chiang comparte visión y considera que un regreso a Pequín supondría “una limitación de las libertades políticas y de prensa”, haciendo referencia al caso de Hong Kong, aunque reconoce que “habría beneficios económicos, especialmente para los inversores y los propietarios”. En cuanto al hecho religioso, el pastor de Kaohsiung no se muestra tan negativo como su homólogo en Taipei. “El efecto sobre los cristianos puede ser beneficioso”, afirma Chiang, que piensa que dentro de la Administración china, “los creyentes en Taiwán se verían forzados a reconsiderar qué significa ser cristiano”. 

 

EL CRISTIANISMO EN TAIWÁN: ENTRE EL CARÁCTER OCCIDENTAL Y LAS INFLUENCIAS ANCESTRALES

A pesar de contar con unas 4.000 iglesias locales y de tener una cierta influencia en cuanto a formación teológica respecto a China, en gran parte por la libertad religiosa con la que no cuentan en Pequín, a los cristianos en Taiwán les pesa su marcado carácter occidental y la convivencia con determinadas creencias ancestrales. “La descripción de los cristianos en la isla es tibia. El cristianismo aquí nunca ha estado exento de la etiqueta de ‘religión occidental’. Las iglesias, la organización eclesial, la adoración, pueden considerarse bíblicas, pero tienen un sabor occidental distintivo. Y los taiwaneses que no son cristianos ni creyentes se abruman ante la visión del cristianismo como una religión occidental, así que se les da una buena razón para no abrazarlo y mantienen sus prácticas espirituales locales y que les son familiares”, lamenta el pastor Homer. 

Un cristianismo políticamente correcto es lo que observa Chiang, desde Kaohsiung. “Se hacen desayunos de oración con la presidenta, como en Estados Unidos, pero a nivel social muchas familias son hostiles al cristianismo”, manifiesta el pastor. “En las ciudades grandes, especialmente Taipei, hay una abundancia de iglesias, seminarios, librerías cristianas, conferencias...Pero en las zonas rurales hay muy pocas comunidades cristianas. En comparación con China, los cristianos en Taiwán están mucho más influenciados por las religiones folklóricas chinas, por lo que los ritos carismáticos y el evangelio de la prosperidad son muy populares”, explica Chiang. 

La escasa capacidad misionera de las iglesias en la isla es un factor que prueba la todavía necesaria consolidación local. En un artículo de análisis del Movimiento Lausana publicado en este medio el pasado diciembre, el presidente de las Misiones Unidas de Taiwán (UMOT, por sus siglas en inglés), Ray Peng, escribía que el cristianismo había experimentado un gran crecimiento desde su llegada a Taiwán, hace 150 años, pero ahora, la comunidad nacional apenas tenía 600 misioneros enviados a tiempo completo, de una población que supera los 23 millones de personas.

 

ORACIÓN POR LA PAZ Y EL COMPROMISO

Preguntados por motivos de oración, ambos pastores coinciden en dos concretos; la paz y el compromiso de los cristianos en la isla. “Orad para que nuestros líderes tengan sangre fría y para que las iglesias prediquen a Jesús y su salvación por gracia”, aconseja Homer. 

Chiang va más allá del ámbito eclesial y pide que también se ore para que “haya un crecimiento equilibrado de la economía, y que los cristianos en la isla tengan una perspectiva más global y busquen el bien de la sociedad, y no simplemente su preservación”. 

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