¡Despierta evangélico, que nos roban!

El cristianismo evangélico es un movimiento transdenominacional dentro del cristianismo protestante que arguye que la esencia del Evangelio consiste en la doctrina de la salvación por gracia a través de la fe en la expiación de Jesús de Nazaret.

14 DE FEBRERO DE 2019 · 16:53

Foto de Free-Photos en Pixabay,
Foto de Free-Photos en Pixabay

“El evangelicalismocristianismo evangélico o protestantismo evangélico es un movimiento transdenominacional dentro del cristianismo protestante que arguye que la esencia del Evangelio consiste en la doctrina de la salvación por gracia a través de la fe en la expiación de Jesús de Nazaret. Los evangélicos creen en la centralidad de la conversión o en la experiencia de «nacer de nuevo» cuando se recibe la salvación, en la autoridad de la Biblia como la revelación de Dios a la humanidad y en la difusión del mensaje cristiano. Hay unos 630 millones de fieles en todo el mundo.”

Sin duda alguna, los avances en las comunicaciones presentan una serie de retos y oportunidades para el cristianismo evangélico en Latinoamérica. Los evangélicos hemos sabido inundar las redes sociales con información acerca de posturas teológicas que a menudo crean fricciones, particularmente entre nosotros mismos. Esta tendencia mediática ha revelado lo fragmentado del pensamiento teológico evangélico en nuestra región.

Sin embargo, dicha fragmentación no representa un nuevo fenómeno. Si de algo hemos sido consistente los protestantes evangélicos es de las polémicas doctrinales en que nos hemos entretenido a lo largo de 500 años de existencia. Las disputas históricas en nuestro movimiento son una señal inequívoca de que el “evangelicalismo” es un espectro. Los más optimistas perciben la realidad sectaria del movimiento protestante evangélico en latinoamérica como un ecosistema rico en diversidad.  

Indistintamente si somos considerados un grupo aguerrido de “conflictivos” o una manada de animalitos simbióticos, es necesario hacer una pausa reflexiva de nuestra historia. Pienso que esto nos ayudará a darnos cuenta de que mientras los “arminianos”, “calvinistas” y “molinistas” se disputan las golosinas, los “tradicionalistas” se pelean con los “aniquilacionistas” por la piñata, y los de “sana doctrina” (lo que sea que eso signifique) se toman el ponche no alcohólico, los ladrones se estan robando el pastel del cumpleaños de Cristo.

Todo porque nuestros gallardos gladiadores cibernéticos no han comprendido que la esencia del evangelicalismo es la diversidad intragrupal. ¡No nos queda otra que soportarnos! Mejor no lo pudo haber dicho Juan Wesley:

“En cuanto a todas las opiniones que no atacan la raíz del Cristianismo, pensamos y dejamos pensar”.

Ahora bien, lo que Wesley establece es que nuestra diversidad está delimitada por fronteras teológicas que se extienden tanto a la derecha como a la izquierda. Sin embargo estas fronteras están sujetas a un entendimiento robusto de lo que es la “raíz del Cristianismo”, por lo menos desde el punto de vista Evangélico.     

El epicentro teológico evangélico se puede resumir en cuatro o cinco puntos medulares, (antes de que empiece otra pelea, le aclaro de que no estamos hablando del TULIP):

1 - El evangélico profesa una fe en un Dios que existe eternamente en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; y que estos tres son un solo Dios, co-igual y co-eterno, que tienen precisamente la misma esencia y atributos, y merecen precisamente la misma adoración, confianza y obediencia.

2 - El evangélico profesa que Jesucristo es la única fuente de salvación para el ser humano, por medio de la fe en él. Para el evangélico, el sitial de Jesús como único mediador entre Dios y los hombres está evidenciado por su encarnación, ministerio público, crucifixión y resurrección.

3 - Para el evangélico, la vida del creyente está caracterizada por un nuevo nacimiento (conversión) y una fe personal mediante la regeneración del Espíritu Santo. Esto ocurre en un estado de espera activa de la segunda venida corporal de Jesucristo, donde este juzgará a los vivos y a los muertos.

 4 - Para el evangélico, la Biblia es la palabra inspirada por Dios, el fundamento central y la autoridad para la fe y la vida cristiana.

 5 - Para el evangélico, la proclamación de las buenas nuevas de salvación, el discipulado y las misiones de carácter caritativo son piezas centrales de su identidad como creyente y miembro de la Iglesia de Jesucristo.   

Absolutamente todo tema o asunto dentro de estos andamiajes teológicos y doctrinales puede ser debatido. Dichos debates son sumamente necesarios. Pero estos intercambios se desarrollan “dentro” de las fronteras del evangelicalismo. Hemos peleado por 500 años y me consta que lo seguiremos haciendo por los próximos 500, a no ser que la segunda venida de Cristo nos interrumpa. 

Ahora bien, me parece sumamente peligroso para la identidad “evangélica” prestarle más atención a las “escaramuzas” intragrupales que a la constante intromisión de liderato en nuestras filas, liderato que no refleja los compromisos medulares del evangelicalismo aquí presentados.    

De manera sigilosa, mientras nos “destrozamos” los unos a los otros por facebook, se nos viene un nuevo levantamiento de líderes pastorales y denominacionales que visten la insignia “evangélica” pero no se sujetan a las pautas establecidas por el “ethos” evangélico. ¡Ahí está el peligro! 

A nosotros nos toca discernir entre lo que son los debates intergrupales y las corrientes que atentan contra la raíz del protestantismo evangélico en latinoamérica. Pero el ruido de nuestras peleas nos hace incapaces de identificar “microagresiones” que no son del todo evidentes. 

El cristianismo evangélico posee fronteras teológicas delineadas tanto a la derecha como a la izquierda. Dichas fronteras evitan la monopolización teológica de las distintas facciones presentes en nuestro rama de la cristiandad. 

Sin embargo estas fronteras no son infinitas. Hay un punto donde los que se disponen a cruzar dichos parámetros se adentran en tierras foráneas al movimiento evangélico. Eso no es necesariamente el problema. El que quiera expedicionar, adelante, que sea feliz en su aventura. 

El problema son los individuos que desean expedicionar fuera de los confines, pero todavía desean retener la capacidad de nutrir las vidas de individuos que explícitamente desean mantenerse dentro de los confines del cristianismo evangélico. Al parecer, hay ciertos beneficios marginales en mantenerse fluctuando de manera incógnita en ambos territorios. 

Últimamente las discusiones intergrupales necesitan ser desarrolladas a la luz de los postulados comunes al protestantismo evangélico latinoamericano. De no ser así, nos jugamos el riesgo de desprestigiar integrantes y ministerios legítimamente evangélicos pero que se encuentran en distintas frecuencias del espectro teológico que nos caracteriza. Las fabricaciones de crisis teológicas entre nosotros mismos da cabida en las agendas a segmentos no-evangélicos que están deseosos de desmantelar la identidad que tanto nos ha costado forjar en los últimos 500 años de historia.  

Así que discutamos como siempre lo hemos hecho, recordando la diversidad teológica inherente en nuestras filas y la necesidad de diferenciar las discrepancias secundarias de los aspectosa medulares de nuestra identidad evangélica. Y sobre todo, ¡ojo al pillo!

 

Samuel L. Carballo - Esp. Ética Sócial - Boston, Massachusets

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