Vino aguado y escoria: bajar el valor del dinero

Isaías relaciona la corrupción y la rebelión contra Dios con el engaño de una moneda adulterada que a su vez causa productos adulterados.

06 DE FEBRERO DE 2019 · 12:05

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Terminamos la semana pasada con la frase: “Pero queda la tentación más grande para cualquier estado: una vez conseguido el monopolio de emitir dinero, la cuestión es: ¿cómo se puede devaluar ese dinero? Es decir: dar gato por liebre”. 

¿Por qué se recurre a esta artimaña? Simplemente porque así el Estado -o en la modernidad los bancos centrales- pueden camuflar su manifiesta incapacidad de manejar dinero sin defraudar.

En Isaías 1:21-23 el profeta (por cierto: por parentesco relacionado con la casa real de Judá y por lo tanto conocedor de primera mano del asunto) relaciona la corrupción y la rebelión contra Dios con el engaño de una moneda adulterada que a su vez causa productos adulterados.

¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel? Llena estuvo de justicia, en ello habitó la equidad; pero ahora, los homicidas. Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua. Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas…”.

Y en Ezequiel 22:18 se le llama a todo Israel “escoria”. ¿Qué significa la palabra? Se trata de metales baratos que se pueden mezclar con otros metales caros como oro y plata. Históricamente existe una interesante relación entre el valor del dinero rebajado y la corrupción moral, tal y como Isaías lo consta. Las culturas se hunden cuando se corrompen moralmente. Y una señal de esto en prácticamente la totalidad de los casos es la devaluación del dinero. Cuando una sociedad se da cuenta de que sus gobernantes han rebajado la calidad del dinero, sirve como aviso para la gente: vuestros gobernantes son corruptos. Y si la gente sigue apoyando a estos gobernantes corruptos, también lo son. Esto hoy no se hace a base de rebajar el valor de las monedas. Porque lo que llevamos en el monedero es papel y chatarra. Somos más sofisticados hoy: las escorias se producen en la expansión creditaria del sistema monetario.

Pero vamos paso a paso. Cuando el imperio romano llegó a ser un imperio cristiano, los emperadores habían acabado con la credibilidad de las monedas lo cual llevó a un desprestigio del estado. Es un dato histórico curioso que el emperador Constantino desplazó la capital del Imperio a Bizancio y la llamó Constantinopla. La intención de Constantino y de los emperadores que le siguen es crear un imperio sobre una base cristiana. Y mientras la parte occidental se hundía definitivamente, la parte oriental, heredera de la tradición romana, se mantuvo como imperio cristiano1. ¿Es una casualidad que la moneda de este imperio mantuviera su valor estable durante 700 años? El “bezant” o “sólido bizantino” (de allí viene nuestra la palabra “sueldo”) era la moneda de referencia en Europa durante una buena parte de la edad media. Otra curiosidad es que dicha divisa carecía de valor nominal - al estilo de Krugerrand hoy en día. Estaba directamente basado sobre el valor del oro. El que mezclaba un sólido bizantino con escoria, pagaba su osadía con su vida (pues, me temo, que el BCE se quedaría sin cúpula directiva de por vida).

Pero volvamos a los “falsificadores” del dinero en los tiempos del Imperio Romano. ¿Cómo empezó? Los productores de monedas añadían estaño a la plata. Era mucho más barato y en la moneda no se notaba la diferencia. Solo se notaba con una buena balanza. Pero no todo el mundo tenía una. La gente sencilla confiaba. Y los falsificadores se lucraban. El beneficio fraudulento se consiguió simplemente quedándose con una parte de la plata que luego se podía vender adicionalmente.

En este mundo no hay nada gratis. Si alguien te regala algo, otro lo ha pagado. Si alguien defrauda, también otros lo tienen que pagar, como en este caso. La plata “adicional” aumenta las existencias de plata, y el precio baja. Los que pierden son aquellos que se quedan con la plata mezclada con estaño. Ellos a su vez manipulaban la mercancía que vendían, para recuperar una parte o el todo de su pérdida en plata, y añadían, por ejemplo, agua al vino, o harina de calidad inferior al pan. O simplemente subían el precio del vino. El efecto era el mismo, solo tiene otro nombre: inflación de precios.

Este tipo de fraude nos lleva finalmente al fenómeno de la inflación. Dinero corrupto (es decir: que pretende ser más de lo que es) es expresión de una sociedad que no teme a Dios. El dinero corrupto habla de gente corrupta.2

Por lo tanto, si la gente está ante un producto de calidad inferior, puede hacer dos cosas: no comprarlo o comprarlo a un precio más bajo. Pero ¿qué pasa si la gente compra un producto bueno con una moneda adulterada, digamos al 50%?

En este caso el vendedor tiene tres opciones:

  • Seguirá vendiendo su producto por una moneda de plata, sabiendo que recibirá la mitad de su valor real en plata. 
  • Puede aumentar el precio al doble para recibir la misma cantidad de plata.
  • Puede abaratar su producto, usando material más barato, pero manteniendo la ficción que su producto es lo que dice que es y la moneda sea una moneda de plata.

Las consecuencias de esta práctica son desastrosas: el vendedor que vende su producto al 50% amontona así monedas adulteradas. Además perderá clientes, porque sus competidores optarán por la solución 3: abaratan los materiales. Finalmente, sus clientes se adaptan a las nuevas normas que rigen en el mercado: con las monedas adulteradas se compra un producto adulterado. Si alguien prefiere la calidad, entonces tiene que pagar un precio más alto.

Es evidente que la tercera solución es la más tentadora. Significa también que el público acepta el fraude porque por lo visto quiere ser engañado o no tiene la posibilidad de evitarlo.

Vamos a suponer que el producto que se vende por dinero adulterado es vino. En algún momento, los trabajadores del productor de vino adulterado que a su vez reciben dinero adulterado se enteran y piden una subida de su salario. A corto plazo pueden comprar más cosas. Donde compran, también los negocios aumentan y los trabajadores finalmente también quieren más dinero. Parece que muchos ganan a cambio de nada.

Mientras tanto: ¿qué pasa con los precios? Suben. Se esperan rebajas. Se consiguen a cambio de peor calidad. ¿Y si el gobierno prohíbe la adulteración de todo salvo el dinero? Entonces, o bien suben los precios, o la calidad baja. Y ¿si el gobierno prohíbe subir los precios? Entonces baja la calidad. ¿Y si el gobierno prohíbe bajar la calidad también? Entonces muchos vendedores dejarán sus negocios, muchos clientes ya no pueden comprar los productos que necesitan. Esto es lo que suele pasar en una sociedad donde también los precios están controlados. Pregunten a alguien que vive en un país donde el gobierno fija los precios sobre cómo les va.

Pero en este caso ocurre un fenómeno interesante: ahora algunos vendedores empiezan a vender sus productos en el mercado libre (en una sociedad reglamentada se llama oficialmente “mercado negro”). El resultado es también interesante: los que se ajustan a las normas estatales quedarán arruinados, los que venden en el mercado negro, serán multados y en consecuencia arruinados. Pero otros tomarán su lugar en un corto espacio de tiempo.

Estos son los efectos de la adulteración, de monedas y productos. Pero ¿cuáles son los parámetros bíblicos?

Escribiré de esto la semana que viene.

 

Notas

1#Cuando hablamos hoy, por ejemplo, del derecho romano, estamos hablando de los principios publicados en el Codex Iustinianus del año 528 bajo el reinado del emperador cristiano Justiniano I. 

2#Es un dato curioso que el Banco Central Europeo tiene como meta definida una tasa de inflación del 3% al año. Es otra forma de decir: el patrimonio de los ahorradores se reducirá por la mitad en 22,5 años. Esto es un simple reflejo de la corrupción subyacente y oficializada de las personas que manejan nuestro dinero.

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