“Al final, el mensaje de amor universal es esencial para poder entendernos”

El senador Francisco Bernabé será una de las voces que participen en el coloquio que abre Idea este año, en Murcia, del 15 al 17 de febrero.

Jonatán Soriano , Redacción PD

MADRID · 06 DE FEBRERO DE 2019 · 09:00

El senador del Partido Popular, Francisco Bernabé, durante una sesión en la cámara. / Prensa Senado PP,
El senador del Partido Popular, Francisco Bernabé, durante una sesión en la cámara. / Prensa Senado PP

Más de diez años en la Administración pública española permiten la experiencia de reflexionar y conocer el progreso constante que experimenta la realidad, en la que determinadas minorías han ido ganando algo de visibilidad. Es el caso de la evangélica, de la cual Francisco Bernabé guarda buen recuerdo. “Todo lo que he escuchado cuando he estado acompañando al pueblo evangélico son mensajes buenos y positivos”, dice el senador del Partido Popular (PP). 

Bernabé, que suma también a su trayectoria política dos alcaldías, una consejería en el gobierno de la Región de Murcia y la delegación del gobierno español en la comunidad autónoma, será una de las voces que participen en el coloquio que inaugura el encuentro de la Alianza Evangélica Española Idea, el próximo 15 de febrero en Murcia, con el título El papel de las minorías en la sociedad

“La aconfesionalidad se ha conseguido llevar a la práctica en el sentido de normalizar que en España puedan haber otras religiones además de la católica”, asegura el senador popular en cuanto a la visión del pluralismo religioso en España. “Si la igualdad institucional no existe, puede ser una buena vía el empezar a trabajar en ese sentido”, señala.

 

Pregunta: El tema de la sesión que abre Idea este año es “El papel de las minorías en la sociedad”. ¿Cuál crees que es la situación de las minorías en un contexto como el actual español?

Respuesta: Vivir en un Estado de derecho nos ha dado la posibilidad de que las minorías tengan voz, estén representadas y tengan todo el derecho a ser respetadas. Son cuestiones que, a lo mejor, en otro tipo de regímenes de carácter totalitario, no podríamos tener. En España se respeta, en líneas generales, a las minorías. Que puede haber exaltados, por supuesto. Siempre los ha habido, y difícilmente dejará de haberlos en los tiempos tan convulsos de ahora. Pero creo que, en general, la sociedad española sabe respetar lo que son las minorías. 

 

P: ¿En qué aspectos de la sociedad se manifiesta ese respeto hacia las minorías?

R: En el derecho de reunión, el derecho de asociación, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la libertad de culto. Son derechos que están consagrados en la Constitución y que en España, por una gran mayoría de personas, no se discuten. Es más, la Administración pública, en líneas generales, hace una labor correcta de amparar que las minorías puedan desarrollar sus derechos en aquellos ámbitos en los que decidan plasmar su actividad sin ningún tipo de problemas. Hablo siempre en líneas generales. Claro que pueden haber excepciones. Según la experiencia que tengo como responsable público, creo en general que las minorías son respetadas sin ningún tipo de problema. 

 

P: ¿Hasta qué punto crees que las minorías se ven reflejadas en el espacio y la discusión política en nuestro contexto?

R: Es posible que las minorías no tengan una presencia activa en la realidad política de hoy. No conozco las razones. No sé si representantes de las minorías han querido o han intentado participar en el debate político de forma directa. No conozco en la vida política a demasiados representantes de sectores minoritarios. Pero también sería necio no reconocer que esa representación también existe. 

 

P: Después de más de diez años en la Administración pública, ¿qué mecanismos crees necesarios para aumentar esa presencia y reconocimiento de las minorías en la esfera política?

R: Desde el momento en el que vivimos en una democracia, se tiene representación en el debate político si se tienen votos. Este es el sistema que tenemos, el que nos hemos dado. Ahora bien, como representante público, en estos últimos diez años, lo que sí he procurado es acoger, avalar y potenciar, en todo momento, la acción de las minorías cuando la he visto positiva. Si hablamos de la realidad de la iglesia evangélica, tuve un trato muy directo con las iglesias evangélicas del pueblo de La Unión durante los ocho años que fui alcalde. Fue una relación que guardo con cariño y los evangélicos estaban, indudablemente, en el protocolo municipal. Los pastores eran invitados a todo tipo de actos públicos y siempre que pedían cualquier tipo de instalación municipal se les facilitaba. Es decir, un trato con normalidad. Creo que esa es la clave. No mirar a nadie como si fuese un bicho raro porque piensa de una forma distinta. Simplemente, es otro ciudadano que tiene los mismos derechos a reunirse, a manifestarse de la forma que considere más conveniente. 

 

Bernabé junto al presidente del Consejo Evangélico de Murcia, Ángel Zapata. / Twitter @bernabepaco

P: Y hablando de minorías, ¿qué hace un senador en un acto organizado por evangélicos?

R: Estoy porque me han invitado, pero creo que también es por la normalidad y la cordialidad que siempre he mantenido con la iglesia evangélica en la Región de Murcia y con el Consejo Evangélico de Murcia y su presidente, Ángel Zapata. Mi buena relación con los evangélicos la he mantenido siempre. No solamente a nivel municipal, sino también regional. He asistido con frecuencia a cultos para hablar con los miembros de la comunidad y con los pastores, para transmitirles nuestras propuestas políticas como Partido Popular y todos aquellos valores en los que nos encontramos, como la defensa de la vida y de la familia. Cuestiones que para mí son esenciales en mi forma de ver la vida y que las comparto con el movimiento evangélico. 

 

P: ¿Son esas las claves para una buena relación con los evangélicos desde la política?

R: Ser uno mismo, muy normal. Cuando se tiene una buena relación, lo normal es procurar que se mantenga en el tiempo para que sea enriquecedora para todos. Cada vez que he asistido a un culto suelo salir con ‘buen rollo’. Te transmite un mensaje de ilusión, de optimismo, de fe, y lo dice una persona que es católica. Pero todo lo que he escuchado cuando he estado acompañando al pueblo evangélico son mensajes buenos y positivos. Yo creo que hay alguien arriba que nos guía a los cristianos, y unos se enfocan de una forma y los demás de otra, pero, al final, el mensaje de amor, de caridad universal, es esencial para que podamos entendernos, ayudarnos y comprendernos mejor siempre. 

 

P: A nivel más concreto, ¿cómo crees que se ha estructurado la comunidad evangélica en Murcia y con qué reconocimiento cuentan?

R: El movimiento está muy bien estructurado. Tiene una amplia implantación territorial.  Por ejemplo, en mi pueblo, La Unión, hay tres iglesias evangélicas para una población de 20.000 habitantes. También en la comarca de Cartagena y Mar Menor me consta que la implantación y la diversificación territorial está bastante bien organizada. Son ya más de diez años de relación con el movimiento evangélico y considero que tiene una implantación. Además, aceptada por la sociedad. Tal vez con otras confesiones religiosas no existe esa relación. Hay ciudadanos que las pueden ver de diferente manera, pero mi percepción personal es que hay una integración total y ningún tipo de discriminación cuando se habla de los evangélicos en la Región de Murcia.

 

P: Ampliemos el enfoque al resto del Estado. ¿Cómo se ha desarrollado el pluralismo religioso en España?

R: Partimos de la base de lo que dice la Constitución, que España es un Estado aconfesional, por tanto, todas las religiones tienen cabida en nuestro país y todas tienen derecho a exponer su mensaje, a promover su fe sin ningún tipo de problemas. Y creo que, en líneas generales, eso se está produciendo. Sería hipócrita si no dijese que, en determinadas zonas, con el tema del islam, esto no es igual. Estamos viendo movimientos regionales que cuando se habla de la apertura de una mezquita, salen a la calle y protestan, negándose. Quizás se deba a percepciones a causa del terrorismo internacional. Hasta donde yo conozco, determinados planteamientos me parecen injustos. El pueblo musulmán no ha nacido para hacer el mal ni pretende maltratar a nadie. Pero, aparte de eso, en cuanto al resto de confesiones, no conozco que exista un rechazo en la sociedad española. 

 

P: ¿Se está cumpliendo con la aconfesionalidad del Estado?

R: Tampoco hay que negar la evidencia. Ahora somos un Estado aconfesional, pero durante cuarenta años hemos sido un Estado confesional. Y la Iglesia Católica, ya no sólo por la etapa de la dictadura franquista, sino a nivel histórico, ha tenido un peso importante en la sociedad española de los últimos siglos. Que eso dio lugar a que cuando se aprobó la Constitución siguió también un acuerdo con el Vaticano para que la Iglesia Católica tenga un reconocimiento y una serie de derechos, eso está ahí. No se puede negar lo evidente. A partir de ahí, ¿tendría derecho el resto de confesiones religiosas a tener reconocimientos similares? Mi respuesta es que sí. Ya no es sólo el respeto a la fe del otro, que es vital. También está la obra social que se realiza por parte de muchos movimientos religiosos. Y me consta que, en concreto, la iglesia evangélica realiza una obra social muy importante con personas necesitadas. Creo que todo eso debe ser reconocido. Sería bueno trabajar en esa línea. 

 

P: Entonces la hegemonía católica está normalizada

R: La aconfesionalidad se ha conseguido llevar a la práctica en el sentido de normalizar que en España puedan haber otras religiones además de la católica. No tengo la sensación de que eso se discuta. Ahora bien, ¿somos todos iguales? Una cosa es si existe una igualdad social, en la que la Iglesia Católica sigue siendo la mayoritaria por la cuestión histórica, y otra muy distinta es si esa igualdad social también afecta a la igualdad institucional. Si esa igualdad institucional, oficial, a nivel de estamentos, de reconocimientos, no existe, puede ser una buena vía el empezar a trabajar en ese sentido. 

 

P: Hace cuatro años, el entonces ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz (PP), concedió la Medalla de Oro al Mérito Policial a la virgen María del Amor. ¿Cuando el Estado actúa así, qué lugar están ocupando los protestantes y el resto de confesiones en la realidad española?

R: Que en un momento dado, un ministro, conceda una condecoración a una virgen, no me parece que sea algo que pueda considerarse agresivo hacia otro tipo de confesión. Otra cosa sería que todo un gobierno estuviese cada día condecorando santos y vírgenes de la Iglesia Católica. Pero esta cuestión parece ser que fue ocasional, posiblemente porque existía algún tipo de querencia o seguimiento especial de esa virgen por parte del Ministerio de Interior. No le veo mayor trascendencia.

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