Un algodón suave en cada espina hiriente

Vino a mi mente el tema de la tolerancia. Tolerancia con todos, tolerancia para convivir; pero de un modo muy especial la tan necesaria tolerancia entre hermanos.

16 DE DICIEMBRE DE 2018 · 09:00

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"Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo, hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio".                                                                                                                                                         

                                      Mahatma Ghandi

Hace poco, vi un delicioso vídeo de Navidad. Se trataba de un pequeño puerco espín y todas las situaciones que generaba la condición de sus inevitables espinas en cualquier situación infantil; entre los pupitres de la escuela, en el autobús escolar, en los juegos, y hasta al querer jugar a la pelota; simplemente la pelota se le quedaba clavada entre todas sus espinas. La verdad es que los dibujos, y hasta la música invitaban a seguir contemplando aquella historia del pequeño y pobrecito puerco espín.

Había unos cuantos animalitos, que no es que lo quisieran mal, simplemente se apartaban por miedo a que les hiciera daño sin querer. Lo más bonito era una pequeña ardilla linda, juguetona e ingeniosa; cuando llegó la hora de entregar los regalos debajo del árbol, tuvo una estupenda idea que dijo en secreto a los demás. Cuando nuestro protagonista recogió con sorpresa una caja preciosa con lazo rojo incluido, la abrió con ansia y un poquito de miedo. Dentro de la caja había un montón de bolitas de algodón; esto fue algo que no entendió y a lo que no supo reaccionar, fue entonces cuando todos sus compañeros, comenzando por la ardilla, le fueron poniendo aquellas bolitas de algodón bien prensado en cada una de sus espinas, dejo a vuestra imaginación la dulzura con la que termina esta historia.

Por alguna razón, hoy vino a mi mente de modo muy fuerte el tema de la tolerancia. Tolerancia con todos, tolerancia para convivir; pero de un modo muy especial, y ya que estamos comunicándonos desde una plataforma cristiana y evangélica, la tan necesaria tolerancia entre hermanos.

Lo cierto es que he tenido que ver situaciones, en ocasiones rayando en lo cómico, en otras rayando en el dolor, y en las lágrimas, y terminando muy mal; por no tener el suficiente respeto y tolerancia antes distintas posturas, modos, maneras, y formas absolutamente secundarias; o simplemente caracteres que chocan.

Siempre me pareció fascinante la historia de la diferencia entre Pablo y Bernabé en La Escritura. No estaban de acuerdo en cuanto a Juan Marcos; así que tomaron distintos caminos sin ningún problema. Al final, me encanta como termina todo, y como la oportunidad dada a Juan Marcos por Bernabé… El hijo de consolación, resultó en una absoluta bendición.

 Bernabé quería que Juan Marcos los acompañara, pero Pablo no estuvo de acuerdo. Y es que hacía algún tiempo, Juan Marcos los había abandonado en la región de Panfilia, pues no quiso seguir trabajando con ellos.

Pablo y Bernabé no pudieron ponerse de acuerdo; así que terminaron por separarse. Bernabé y Marcos tomaron un barco y se fueron a la isla de Chipre.  Por su parte, Pablo eligió a Silas como compañero. Luego, los miembros de la iglesia de Antioquía los despidieron, rogándole a Dios que no dejara de amarlos y cuidarlos...”

En vez de un viaje misionero de Pablo y Bernabé juntos, se dieron dos viajes; Pablo y Silas por un lado y Bernabé y Marcos por el otro, pudiendo de esta manera abarcar mayor cantidad de territorio en menor tiempo, confirmando a las iglesias. Pero lo que más me interesa recalcar, es el hecho de que el apoyo que le da Bernabé a su sobrino, dándole esa segunda oportunidad de hacer bien las cosas esta vez. La experiencia vivida al lado de Bernabé y la madurez adquirida, le permitieron la sensibilidad  de poder ver la necesidad de los creyentes gentiles. Juan Marcos tuvo la gran oportunidad de haber escuchado directamente de Pedro las experiencias de éste con Jesús, luego de su tío y de Pablo, fue testigo de las cosas que el Señor hacía en los creyentes gentiles y cómo el poder del Espíritu Santo se derramaba en ellos. Todo este bagaje se capitalizó en la vida de Juan gracias a esta segunda oportunidad que se le dio, ya que de haber sido diferente, el joven podía haberse desanimado y pasar por la historia de la iglesia sin trascendencia.

Gracias a todo lo vivido y aprendido, Juan Marcos escribe el evangelio que lleva su nombre, Pero su aporte no se queda solo en la escritura del primer evangelio, si leemos las Epístolas del Apóstol Pablo, encontraremos que el mismo apóstol reconoce el cambio habido en Juan Marcos. Podemos notar que Pablo vuelve a recibir a Juan Marcos y que le pide a la iglesia de Colosas que lo reciba, pese a que parece que antes, el mismo Pablo había girado instrucciones para no hacerlo, posiblemente por el desacuerdo ya mencionado. Notad lo que Pablo escribe: "Marcos el sobrino de Bernabé, acerca del cual habéis recibido mandamientos"… Seguido de la petición, "si fuere a vosotros, recibidle;" deja ver como que antes no le recibían por mandatos que les habían dado, posiblemente del mismo apóstol.

Pablo, en su segunda carta a Timoteo, llega a considerar a Juan Marcos como útil para el ministerio.

“Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio". Todo esto y más, simplemente ocurrió gracias a esa segunda oportunidad que Bernabé le dio.

Segundas oportunidades, consuelo, comprensión, perdón, respeto… A Pablo parece que le costó un poquito, pero supo rectificar y eso es lo más maravilloso; aunque alguna vez nos hayamos equivocado.

Y ya que comenzamos con una bonita historia de un chiquito puerco espín, quiero terminar, recordando la preciosa Fábula acerca de  más animales, esta vez ya adultos, de la que podemos aprender mucho:

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

Los puerco espín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro. De esa forma pudieron sobrevivir.

Alguien escribió una preciosa moraleja de esta historia:

“La mejor relación, no es aquella que une a personas perfectas; sino aquella en la que cada individuo, aprende a vivir con los defectos de los demás, y a admirar sus cualidades”.

¿Te sientes hoy, por la razón que sea, un poquito como el puerco espín, o como los compañeros del primero?…Nunca olvides que…

“Y sobre todo, amaos profundamente, porque el amor es capaz de perdonar muchas ofensas”.

                      1ª Pedro 4;8.

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