Fogonazos de luz prenavideña

Aguzad vuestra vista, preparaos también para la escucha. Que las falsas luces y los negros sonidos navideños de una sociedad injusta y, en gran parte, de espaldas a Dios, no nos haga perder esa gran luz auténtica y maravillosa que se acerca.

11 DE DICIEMBRE DE 2018 · 17:00

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Abre tus ojos, mira. ¿Puedes vislumbrar algo, o las densas tinieblas te ciegan y se introducen en tus ojos como si fueran un paño negro que te impide la visión? Aguza tu vista. Esfuérzate. ¿No ves una luz allí al final? ¡Se acerca, se acerca! Frótate esos párpados humedecidos y vuelve a mirar. Quizás, si consigues vislumbrar esa intensa luz que se aproxima, sentirás que todas las tinieblas que te rodean se desvanecerán y darán paso a la esperanza. 

Te veo abrumado, cegado por negros velos que se posan sobre tu rostro como fantasmas que te quieren asustar o, en su caso, destruir. Esta es la triste realidad. Vivimos en un mundo en donde parece que predomina lo oscuro, lo negro, sobre la luz. Espantajos densos ensombrecen nuestra mirada. Demasiados problemas, corrupciones, empobrecimientos de gentes, abusos, injusticias, opresiones, y muchos otros sinsentidos, nos nublan la visión, nos llevan a una ceguera que necesita que sus escamas oscuras caigan de los ojos y disuelvan ese cúmulo de espantajos que nos acosas.

De todas formas, el tiempo avanza. La luz se acerca. Frótate los ojos no sea que pase esta oportunidad para ti. Avanzamos, avanzamos rompiendo los colgajos oscuros que nos rodean. Así es. Inevitable. Metidos en esta masa densa de tinieblas y oscuridades, avanzamos hacia la Navidad, el nacimiento de Jesús que fue anunciado así por los profetas: “El pueblo que andaba en tinieblas, vio gran luz”. ¿Puede ser esto una realidad para nosotros, el que, en medio de tantas tinieblas, podamos vislumbrar la luz del mismo Dios que viene, que se acerca, que llega? Los cristianos llaman a esto el tiempo del Adviento. Que no nos pille con los ojos cerrados. Se acerca la gran luz.

Puede ser que, a veces, el paso del tiempo, la espera y la expectación en torno a la llegada de esa luz, nos canse, nos aburra, nos suma en la inactividad y cerremos los ojos. ¡Ábrelos! Haz un gran esfuerzo y mira hacia el final de tu túnel oscuro. ¡Espera, espera! ¡Esperanza, esperanza! La luz se acerca, no para, acabará llegando muy en breve. 

Entonces, rodeado de esa gran luz, verás lo más grandioso. El Eterno con nosotros. La irrupción en nuestro mundo del mismo Dios que llegará con justicia y con la irrupción en su persona, de los nuevos valores que se llamarán los “valores del Reino”. No te canses, espera. Él llega, un niño nos será nacido, un Hijo nos será dado, Emmanuel, Dios con nosotros. Sumérgete en el Adviento, en este tiempo de espera y esperanza. El mismo Dios se acerca a nosotros, llega. 

¡Atención! Se anuncia esperanza para los desesperanzados, la posibilidad de enderezar las “cañas cascadas” y fortalecer las rodillas de los débiles del mundo, las rodillas endebles que amenazan con dejarnos caer sin posibilidad de levantarnos nunca más. ¡No! La gran luz que se acerca, es luz de justicia, de restauración, de fortaleza… de cumplimientos de promesas. Las promesas de Dios. El Adviento nos dice: Espera. No tires la toalla. No desesperes. Intenta mantenerte sobre tus rodillas. Hay una promesa cuyo cumplimiento se acerca: “El mismo Dios vendrá y os salvará”.

Si, realmente, vamos caminando en medio de densas tinieblas y los jirones negros de todos los fantasmas del mundo nos rodean, si el mundo sucumbe ante las negruras de las injusticias y opresiones, si te sientes de alguna manera desesperanzado y agobiado, escucha el mensaje del tiempo prenavideño, de la luz esperanzadora que se nos aproxima: “El pueblo que andaba en tinieblas, vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. Si crees y esperas, te sentirás inundado de una gran luz que te llenará de esperanza.

Tiempo prenavideño, tiempo de alegría: la Navidad se acerca. “Regocíjate y canta”, será el mensaje bíblico. Alegraos, pobres de la tierra. “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis; he aquí que Dios viene con retribución y pago; el mismo Dios vendrá y os salvará”. Palabras prenavideñas. Tened esperanza.  Aferraos a la luz. Aguzad vuestra vista, preparaos también para la escucha. Que las falsas luces y los negros sonidos navideños de una sociedad injusta y, en gran parte, de espaldas a Dios, no nos haga perder esa gran luz auténtica y maravillosa que se acerca. Agudicemos también los ojos de la fe que mora en nosotros mientras esperamos el gran acontecimiento: LA NAVIDAD. EL NACIMIENTO DE JESÚS.

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