Los gigantes

Se vio muy pequeño y diminuto, tanto que le fue posible heredar holgadamente el reino de los cielos.

31 DE OCTUBRE DE 2018 · 21:50

Foto: Pixabay.,
Foto: Pixabay.

Corrían los tiempos prediluvianos cuando los hijos de Dios se unían con las hijas de los hombres. Ello dio lugar a una generación de gigantes dedicados a la guerra y caracterizados por su heroicidad y valentía.

Hasta tal punto algunos eran violentos que la sociedad de entonces se vio obligada a contenerlos del mejor modo posible desde su nacimiento. En general por medio de instituciones donde se les privaba de libertad y sometía a control.

Los niños así nacidos no entendían por qué se les trataba de diferente modo que al resto. Cada mes les examinaba un agente estatal y analizaba su evolución.

Pero siendo cierto que Dios puede sacar hijos suyos aún de debajo de las piedras, una de las noches que Boris no pensaba en cómo lesionarse, por tener ese destino que he relatado, se dedicó a mirar las estrellas del firmamento desde la ventana de su celda.

Se vio muy pequeño y diminuto, tanto que le fue posible heredar holgadamente el reino de los cielos. Era adolescente, pero toda su vida quedó marcada para bien por aquel suceso.

Como gigante que era, cuando le llegó el tiempo de buscar pareja, tenía mayor inclinación para unirse a otra giganta antes que con las acomodadas hijas de Dios.

Para no repetir la triste historia de sus padres, debía casarse con una hija de Dios, pero las veía tan chaparras… Así que dando honor a su condición de héroe se unió a la giganta que más amó.

Pero esta historia acaba bien, porque más que valentía, Boris tuvo fe y su amada giganta también acabó saliendo de debajo de algún pedrusco.

Han pasado muchos años y así se les ve ahora por la calle, ya mayorcitos, cogidos de la mano y luciendo esa grandeza de los gigantes, aunque lo verdaderamente grande es el amor que se tienen.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - Los gigantes