El mundo al revés

Lo peor sale justificado, porque se ha acercado a Dios reconociendo su pecado, y lo mejor sale como ha entrado, con su justicia propia. El que no tenía principios sale reconciliado con Dios y el que tenía principios sale reconciliado consigo mismo, pero no con Dios.

25 DE OCTUBRE DE 2018 · 08:00

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La frase ‘el mundo al revés’ la usamos con frecuencia para referirnos a algo que invierte el orden normal de las cosas. Y en ese sentido, en el evangelio de Lucas asistimos a una constante secuencia de ‘el mundo al revés’, que suscita nuestra sorpresa y asombro, habiendo dos clases de pasajes al respecto. En primer lugar estarían los casos en los que Dios y Jesús ponen el mundo al revés. En segundo lugar estarían los casos en los que determinadas personas ejemplifican ese mundo al revés.

Nada más comenzar el evangelio, el ángel Gabriel fue enviado a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, donde anunciaría a María que iba a ser la madre del Salvador. Llama la atención que fuera Galilea la región escogida, porque en círculos rabínicos había un desprecio generalizado hacia todo lo que viniera de Galilea, hasta el punto de que el dicho ‘galileo necio’ se había generalizado, siendo constantemente humillados los galileos por su habla llena de malas pronunciaciones de la lengua. Pero aun dentro de Galilea había ciudades y ciudades. Y a la que Dios mandó al ángel fue a Nazaret. Ahora bien, un galileo como Natanael preguntó: ‘¿De Nazaret puede salir algo bueno’? (Juan 1:46), pregunta que muestra que Nazaret representaba lo peor dentro de lo peor. Todavía tendría un pase que el Mesías fuera de Tiberias, Capernaúm o Caná, pero ¿de Nazaret? Es el mundo al revés.

También se puede ver el mundo al revés cuando otro ángel es enviado a Belén, a anunciar a los pastores que el Hijo de Dios ha nacido. Va contra toda lógica hacer anuncio de tal envergadura a personas de tan inferior condición. Los egipcios consideraban una abominación ser pastor de ovejas (Génesis 46:34) y el hermano de David quiso humillarlo mencionándole su empleo de pastor (1 Samuel 17:28). Era el empleo para alguien que empezaba de cero, como muestra el caso de Jacob cuando huyó de su casa y se fue con su tío Labán o el de Moisés, cuando huyó de Egipto. Ambos fueron contratados como pastores. Pues bien, a pastores tenidos en poco, Dios les hace partícipes en primicia de la noticia más grande jamás oída. Es el mundo al revés.

Otro ejemplo del mundo al revés es el que Jesús mencionó a sus convecinos en la sinagoga de Nazaret, cuando bajo el ministerio de Elías y Eliseo los beneficiados fueron extranjeros, en lugar de nacionales. Y ese recordatorio encolerizó a los oyentes de Jesús, ya que se dieron cuenta de que les estaba aplicando esos casos del pasado a ellos. Su orgullo nacionalista no podía soportar que se les dijera que Dios los podía pasar por alto, para fijarse en odiados extranjeros. Pero eso es exactamente lo que Dios hizo. 

El mundo al revés se muestra en el caso de Simón y aquella mujer que vino a Jesús, cuando estaba en casa del primero. Mientras que el justo Simón permaneció cortés, pero distante de Jesús, la pecadora derramó su corazón ante Jesús. Mientras que el justo Simón le llamó maestro, la pecadora le buscó como Salvador. ¿Quién tuvo mayor conocimiento de Jesús?

También el mundo al revés se aprecia en el caso del samaritano que auxilió al necesitado. Los que estaban cerca de Dios, pasaron de largo. El que estaba lejos de Dios, mostró misericordia. Los que eran ortodoxos en cuanto a la doctrina, ignoraron al necesitado. El que era hereje en cuanto a la doctrina, fue el que le ayudó. Los primeros tenían un doble motivo para acercarse: Dios y la nacionalidad. El segundo tenía un doble motivo para apartarse: Dios y la nacionalidad. Pero los que más razones tenían para acercarse, se apartaron y el que tenía razones para apartarse, se acercó.

Igualmente se constata el mundo al revés en la famosa parábola del hijo perdido, que arrepentido regresa a la casa del padre, mientras que el hijo justo no quiere ser partícipe de la fiesta que el padre ha hecho por la vuelta del hijo perdido. El pecador quebrantado y el justo endurecido. El pecador buscando al padre y el justo alejándose del padre. El pecador suplicando al padre y el justo reprochando al padre. El mundo al revés.

Del mismo modo se demuestra el mundo al revés en la escena del leproso samaritano que volvió a dar gracias a Jesús, en oposición a los otros nueve, quienes evidentemente eran de la misma nacionalidad que Jesús, que le ignoraron. De quien menos se esperaría ese gesto, fue el que lo realizó y de quienes se esperaría, no lo realizaron. El agradecido fue el extraño y los ingratos los cercanos. El mundo al revés.

Y otra vez el mundo al revés se refleja en la parábola del hombre de principios y del hombre sin principios, que entraron al templo. Aunque pareciera que el primero tenía todas las ventajas a su favor para tener la aprobación de Dios y el segundo todas las desventajas, el resultado al salir del templo fue el opuesto. Lo peor sale justificado, porque se ha acercado a Dios reconociendo su pecado, y lo mejor sale como ha entrado, con su justicia propia. El que no tenía principios sale reconciliado con Dios y el que tenía principios sale reconciliado consigo mismo, pero no con Dios. El mundo al revés.

¡Qué gran verdad es la que expuso Jesús cuando afirmó que hay postreros que serán primeros y primeros que serán postreros! Dios se agrada en poner el mundo al revés, para confundir nuestra lógica y humillar nuestra sabiduría, porque en el reino de Dios las cosas no son como nosotros esperaríamos o como suponemos que deberían ser. Por eso es un reino único y sin parangón. ¡Qué bendición pertenecer al mismo!

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