Nunca llueve a gusto de todos: la crítica y como encajarla sin cabrearse

Tres principios que nos ayudarán a encarar la crítica de forma bíblica y constructiva.

10 DE OCTUBRE DE 2018 · 11:42

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Cualquier persona que en algún momento ha intentado llevar a cabo algún proyecto se ha encontrado con el hecho poco alentador de que otros le critican. Más seguro que la muerte es la crítica del aguafiestas de turno - porque Jesucristo resucitó y aún así le criticaron.

Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores” (Lucas 7:33-34)

Nunca llueve a gusto de todos, pero lloverá. Críticas, sin ir mas lejos. Si levantas la voz lo suficiente para que otros se den cuenta de tu existencia hablarán de ti. Y parte de lo que dicen va a ser crítico y poco alentador.

Nuestra primera reacción cuando esto ocurre y nos enteramos es ponernos a la defensiva. Porque entendemos la crítica como algo que se dirige personalmente contra nosotros para dañarnos. Atenta contra nuestra persona -o ¿sería mejor decir: ego?- Y normalmente hay dos reacciones:

Lo más natural es defendernos, para que nos dejen de criticar. Esto implica que pongamos todo tipo de negaciones, explicaciones y excusas para demostrar que la crítica verbalizada carece de fundamento.

Pero de la defensa solemos pasar al contraataque. Y en este caso somos nosotros los que acusamos a aquellos que nos han criticado y ponemos en duda sus móviles, su conocimiento, sus competencias y hasta su capacidad racional y estado mental, esperando que ahora ellos a su vez se defiendan o se sientan suficientemente castigados como para dejarnos en paz.

Así funciona el mundo que infelizmente como creyentes copiamos tantas veces con mucha dedicación. Sin embargo, la Biblia nos recomienda otro camino: “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor”. (Proverbios 15:1).

Esto nos enseña un principio muy importante: en vez de reaccionar ciega y enfurecidamente a la crítica, deberíamos responder con inteligencia. Esto quiere decir: es mucho mejor considerar la crítica que nos llega con cuidado para responder de forma adecuada.

 

LAS TRES FORMAS DE CRÍTICA

Cualquier crítica caerá en una de estas tres categorías y cada una requiere una respuesta distinta:

(1) La crítica que acierta  – es básicamente correcta, aunque tal vez no al 100%.

(2) La crítica que no acierta  – es básicamente incorrecta aunque puede contener algún elemento verídico.

(3) La crítica malintencionada – está motivada por enfados, frustraciones, celos, envidias o por otros motivos.

Vamos a mirar lo que la Escritura nos enseña en cuanto a una respuesta acertada en cada uno de los casos. Son tres puntos sencillos de expresar, pero difíciles de practicar.

 

1. Usa la crítica acertada como oportunidad para cambiar.  

Proverbios 15:31-32 no recuerda: “El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.”

La crítica puede ser un instrumento de Dios para corregirnos, aunque mal nos pese. Dios raras veces nos criticará directamente. Normalmente suele servirse de otros seres humanos, particularmente aquellos que nos caen mal de entrada.

A menos que alguien haya llegado a la conclusión de haber alcanzado la perfección y el estado de gracia, hay situaciones donde la crítica a nuestra manera de hacer o expresar ciertas cosas es completamente justificada. Por esta razón una empresa bien dirigida evaluará regularmente a sus empleados. Estas evaluaciones son una oportunidad para ayudar a un trabajador a mejorar su rendimiento y no para destrozarlo. Y de esta manera deberíamos antes que nada apreciar las críticas que nos llegan: son oportunidades para corregirnos y mejorar. Llegar a una actitud positiva frente a la crítica quita hierro al asunto y nos favorece en todos los sentidos. Sobre todo los que enseñamos a otros deberíamos prestar este servicio al consumidor: escuchar y mejorar.

 

2. Usa la crítica no acertada como oportunidad para enseñar. 

Leemos en 2 Timoteo 2:24-25:Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad….”

La crítica sincera pero no acertada normalmente se basa en la ignorancia o la percepción equivocada de los hechos. Es algo que nos caracteriza a todos los seres humanos, y por cierto, también a los creyentes. Esto es lo que le pasó a Pedro después de haber tenido una visión de parte de Dios que le instó a compartir el evangelio a gentiles en la casa de un centurión llamado Cornelio. Cuando Pedro contó lo acontecido a la iglesia de Jerusalén, le criticaron duramente (es que las iglesias son así, desde el inicio…)

Y cuando Pedro subió a Jerusalén, disputaban con él los que eran de la circuncisión, diciendo: ¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos y has comido con ellos?” (Hechos 11:2-3).

Obviamente, sus críticos no habían entendido que Pedro actuó por un mandamiento explícito de parte de Dios. En otras palabras: desconocían los hechos.

Pero, en lugar de responder: “Os vais a enterar de lo que un apóstol es capaz,” Pedro respondió con humildad:

Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido…” (v. 4)

En otras palabras: Pedro aprovechó la ocasión para poner a sus críticos, que acaban de perder una ocasión excelente para callarse, amablemente al día. Un episodio que fácilmente podría haber llevado a grandes debates y enfrentamientos en la iglesia, se transformó en una oportunidad para enseñar a los creyentes judíos que Dios también amaba a los gentiles. La reacción ya nos deja más tranquilos: 

Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! (Hechos 11:18).

Nunca es tarde para cerrar la boca, efectivamente.

Y por último:

 

3. Usa la crítica malintencionada como oportunidad para ejercer misericordia

No devolver con la misma moneda debería ser nuestra actitud frente a aquellos que nos critican de forma injusta y malintencionada. 

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. (Mateo 5:44-45)

Cuando alguien nos critica por enfado, celos, frustración o incluso por odio, Jesús nos manda que no solamente perdonemos, sino que también oremos por esta persona y le bendigamos aunque todo en nosotros pida enseñarle lo que vale un peine. En este caso tenemos la oportunidad de poner de manifiesto una actitud de gracia por la misma razón que hemos encontrado gracia en los ojos de Dios, sin merecerlo. Actuando así, imitamos al Señor mismo.

Algo maravilloso ocurre cuando actuamos así con aquellos que nos han tratado de forma injusta o despectiva: su crítica ya no nos puede hacer daño. Entendemos que el problema está en ellos, no en nosotros. Y en vez de ser ofendidos y heridos, podemos perdonar y bendecir. El resultado es sorprendente: la crítica injustificada -por nuestra actitud- nos edifica y nos anima, espiritualmente y emocionalmente. 

De esta manera la gran mayoría de las críticas que recibimos se pueden transformar en un instrumento de cambio en nuestras vidas. Incluso si la crítica es esencialmente incierta o malintencionada, algún grano de verdad puede contener y no deberíamos ignorarla.

Esta fue también la actitud de David en el salmo 139:23-24: Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”.

David pidió Dios a examinar su vida para ver si había algo que necesitaba ser tratado. Esto podríamos llamarlo la regla del uno por cien. Incluso si la crítica de alguien solo acierta en un uno por cien, debo reconocer la parte que acierta y corregir mi error.

Cuando respondemos a la crítica de forma bíblica, no tenemos que andar por la vida sintiéndonos víctimas de tantos críticos malvados. Esto significa liberación y poder vivir de forma más relajada. Y finalmente podemos experimentar otra de las grandes promesas de Dios: 

Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová”. (Isaías 54:17)

Y esto para mí es una excelente noticia.

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