El ‘megaculto’ de Apocalipsis

¡O el Apocalipsis se lee "en clave de adoración y culto", o el Apocalipsis se lee mal!

30 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 08:00

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Edward Cisneros / Unsplash

Un día del Señor, hace unos 1900 años, un siervo de Dios se hallaba preso en una isla penal llamada Patmos. Muchos kilómetros de mar le separaban de las amadas congregaciones que había pastoreado y que ahora estarían reunidos en culto.

No es muy difícil imaginar cómo debía de sentirse: igual que se siente todo pastor/a (y todo fiel cristiano) cuando no puede unirse en adoración con los hermanos y hermanas.

Sin duda anhelaba unirse en el culto para adorar al Señor, pero no podía. En eso una voz como de trompeta le llamó, y Juan de Patmos sabía con plena seguridad que, a pesar de las circunstancias, el mismo Resucitado estaba presente en medio de su pueblo para hablar a las congregaciones (Apoc.1-3).

En una segunda visión (Apoc.4-5) el Señor le permite a Juan ver el cielo mismo y en el acto le invita a participar en todo un "megaculto" como jamás había experimentado ser humano alguno.

El cap.4 describe con sublime belleza y majestad la adoración al Creador "que está sentado en el Trono". El culto sigue en el cap.5 con la adoración al Cordero, inmolado y resucitado, que "ha vencido y es digno de abrir los sellos".

Estos dos capítulos son todo un modelo de culto y nos indican desde un principio el carácter "litúrgico" de todo el Apocalipsis.

Pocos lectores del Apocalipsis hoy toman en cuenta esta clave indispensable para la lectura de este libro. ¡O el Apocalipsis se lee "en clave de adoración y culto", o el Apocalipsis se lee mal!

Todo este libro es profundamente litúrgico y debe leerse doxológicamente. En estas páginas intentaremos analizar Apoc.4-5 como culto y como modelo para las celebraciones de la comunidad de fe.

La imagen central de estos versículos es "un Trono establecido en el cielo" (4.2). En esos tiempos, bajo el imperio romano, el Trono era un símbolo muy poderoso, las más de las veces temido por la injusticia y crueldad de su ocupante en Roma.

Pero aquí Juan ve un Trono cubierto por el arco iris (Gén.9.12s), un trono bajo el signo de la gracia. Y todo el culto se desarrolla alrededor del Trono: el reinar de Dios en nuestras vidas y comunidades es el inicio, el centro y el fin del culto cristiano.

Pero de este magno escenario seguiremos hablando la próxima semana…

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