La ley del embudo

La ley del embudo: lo ancho para lo propio, lo estricto para los demás, se ve con excesiva frecuencia aplicada por la Iglesia Católica Romana.

30 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 15:20

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Un buen amigo, que en muchas ocasiones comparte sus opiniones sobre mis artículos, me dijo hace algún tiempo que de mis escritos se desprenden unas exigencias profundamente religiosas.

Mas, agregó: “profundamente cristianas” y yo le indiqué qué difícil es ser profundamente cristiano, y más en un país como España, sobre el que pesan siglos y siglos de catolicismo oficial, pero que cada año que pasa, España está más y más enferma de agnosticismo ateo.

Y por mucho que la basílica de la Mercè en las pasadas fiestas de la Patrona de la Diócesis de Barcelona y por extensión de la ciudad del mismo nombre, volviera a quedarse pequeña para la misa, a la que asistieron decenas y decenas de políticos y feligreses, las conductas profundamente cristianas brillan por su ausencia.

“Desde el corazón” contemplo que esos feligreses que llenan en determinadas fiestas los templos, poco reciben de tales asistencias, porque sus vidas siguen viviéndose de espaldas a Dios y claramente desconociendo el mensaje del Evangelio.

No pocos de los políticos que cumplen con el protocolo de esas presencias religiosas, después aprueban y establecen decretos feos, viejos (del tiempo del anticlericalismo) y pobres de profundidad cristiana.

Prescindiendo de lo redundante de la expresión agnosticismo ateo (puesto que el agnosticismo niega que el entendimiento alcance la noción de lo absoluto) este vivir folclóricamente la religión y arrinconar la fe a las sacristías, daña mucho a nuestro pueblo, que además prohíbe que en la Escuela se enseñe la Historia Sagrada a los niños, pero sí se les adoctrine las política del momento.

“Desde el Corazón” me pregunto, por qué todos esos feligreses que llenan las capillas como parte del programa festivo, no se quejan del “uso incivilizado”, que con la mentecata filosofía de la libertad de expresión, se ofende a personas y ministerios sagrados y está empezando a ser costumbre, que ha tomado carta de ciudadanía dentro de nuestro presente humanismo.

Y ¿cómo no se va a descristianizar la gente, si por una vez que van a la Basílica, el Arzobispo oficiante realiza una homilía de carácter político y pacifista sobre el armazón de lo políticamente correcto?.

El Arzobispo recordó que este año se conmemoraban los 800 años de la fundación de la Orden de la Mercè. Nada contó, aunque fuera para enseñar historias de leyendas, que la Virgen -en su advocación de Virgen de la Mercè- (leyenda sin base bíblica alguna) se apareció por separado a tres ilustres barceloneses: a san Pedro NOLASCO, que fue el fundador de la Orden de la Merced, al rey Jaime I de Aragón y a San Raimundo de PEÑAFORT, fraile dominico.

Y naturalmente no habló nada de esto, pues si la plebe no cree en la esencia de la fe cristiana, la necesidad de “Nacer de Nuevo”; reconocer a Cristo como Señor y Salvador; reconocer que somos pecadores y confesar que resucitó de los muertos, por mencionar algunas de las doctrinas clave de la profundidad cristiana, ¿cómo los que llenaban la basílica podrían aceptar la falsedad de apariciones marianas?.

Escribo estas líneas, cuando me llegan noticias de Protestante Digital, que dicen que el Tribunal Superior de Justicia, ha fallado a favor del Hospital Santa Lucía de Murcia, y aceptado el rechazo absoluto del uso de la capilla religiosa del Hospital a los Protestantes Evangélicos.

La Iglesia Bautista de Cartagena, ya desde el 2015 reclamó por ser de justicia el uso del lugar, para el servicio de asistencia de los evangélicos. Pues nada, este espacio, que no es de la Iglesia de Roma, sino de la Seguridad Social, es decir del pueblo, es exclusivo para la Iglesia Católica, clara e irrevocablemente hecha sentencia desde el 27 de Junio del 2018.

La ley del embudo: lo ancho para lo propio, lo estricto para los demás, se ve con excesiva frecuencia aplicada por la Iglesia Católica Romana.

Cuando se tienen, entre otras cosas, unas finanzas como las vaticanas, que tantos quebraderos de cabeza y de auditorías preocupan a Francisco I, hay que andar con pies de plomo para no levantar acusaciones.

Cuando se poseen acciones en varias empresas suecas de productos químicos destinados a fabricar anticonceptivos; cuando en la primera Farmacia de Italia en la que se vendieron preparados, que permiten abortar sin intervención médica, era la del Vaticano; cuando se hacen mangas anchas y capirotes para que matrimonios que se realizaron con todo boato religioso, puedan pasar de la indisolubilidad a la anulación según las conveniencias y las costas pagadas.

Cuando no uno, ni dos ni tres… el Vaticano ha descubierto “cientos de millones de Euros escondidos en cuentas de distintos departamentos” y en su banco, el siempre polémico IOR (Instituto para las Obras de Religión), uno se pone a comprender porqué muchos van a las misas, sólo en tiempos de Fiesta.

Cuando secularmente esta Iglesia Romana pretende erigirse como defensora de la Cultura, y no se anulan falsas leyendas, inventadas vírgenes, cuando sólo hubo una: la elegida de Dios, la genuina, la que se avergonzaría de ver el uso idolátrico que de ella se hace, y del poco de la virtud y fe que ella nos legó… hay que andarse -repito- con los pies de plomo antes de arrojar ninguna piedra.

Cuando uno ve, que niños ilegalmente entrando en nuestras tierras, tienen que dormir en las comisarías, y todos sabemos que el Vaticano abrió sus puertas a un refugiado, siendo las propiedades de Conventos, Monasterios, Casas rurales, Ermitas con sus casas parroquiales totalmente vacías, uno se pregunta ¿de qué sirve que las basílicas se llenen de feligreses en fiestas?.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - La ley del embudo