Avaros de espiritualidad insolidaria

Hay muchos llamados cristianos que son avaros, pero de una espiritualidad falsa e insolidaria para con el prójimo.

25 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 21:00

Foto: Jesse Bowser, Unsplash ( CC0),
Foto: Jesse Bowser, Unsplash ( CC0)

Puede que suene mal, o extraño, el hablar de que pueden existir personas que, en el fondo, se parecen mucho a los avaros de bienes de la tierra que acaban empobreciendo a muchos. Yo creo que hay muchos llamados cristianos que son también avaros, pero de una espiritualidad falsa e insolidaria para con el prójimo. Pensémoslo. Analicémonos a nosotros mismos.

Puede haber personas que, en su búsqueda de espiritualidad, recorren un camino de espaldas al prójimo y sordos al grito de los sufrientes de la tierra. No les importa ni preocupa la búsqueda de una espiritualidad encarnada. Son sólo buscadores de disfrutes espirituales un tanto egoístas, avaros de una espiritualidad egoísta que sólo buscan un disfrute personal de espaldas al prójimo. Buscadores de coronas escatológicas, pero buscadas al margen del compromiso y la lucha por la justicia, al margen de la misericordia y el amor.

No. No quiero criticar a creyentes que, quizás, han sido enseñados en estos caminos anchos de autodisfrute de un falso gozo, y no son conscientes, en muchos casos, de las irregularidades o errores de la vivencia de su propia espiritualidad. Quizás se necesitaría mucha reflexión y compromiso en torno a la vivencia de la auténtica espiritualidad cristiana, aquella que nos enseñó Jesús no sólo con sus palabras, sino con sus ejemplos. Hay que trabajar el concepto de projimidad en la asunción del Evangelio que siempre nos compromete.

No debemos centrarnos en la búsqueda de un gozo insolidario de espaldas al dolor del prójimo, de los pobres, de los excluidos y sufrientes del mundo. ¿Cómo es posible vivir la espiritualidad cristiana al margen de sentirse movidos a misericordia como buenos prójimos? La espiritualidad que no mueve nuestras manos y nuestros pies, nuestra voz y nuestra acción en el mundo, es una espiritualidad falsa y de autodisfrute que sólo espera premios espirituales. 

Esto es lo que conduce a la existencia de avaros espirituales, buscadores de gozos insolidarios, de regocijos falsos que dan la espalda no sólo al prójimo sino al mismo Dios. Es entonces, cuando se produce el silencio de Dios ante nuestras oraciones, y el Señor no se grada en nuestras fiestas solemnes, alabanzas, sacrificios y rituales cúlticos en general. Tema bíblico, profético, de primera línea en el que reflexionamos poco, y ante el cual podemos girar nuestro rostro hacia lo alto, eludiendo nuestras responsabilidades y acción cristianas en búsqueda de justicia para ese prójimo que, tirado al lado del camino, nos necesita.

La espiritualidad cristiana no nos lleva solamente a elevar nuestros ojos hacia la recompensa, hacia el goce de lo esperado, lo metahistórico, lo ultrahumano. El cristiano debe sentirse orientado hacia la tierra, lo humano, para que sus graneros espirituales no se conviertan en almacenes comparables a aquellos que agrandaba el rico necio de la parábola mientras decía: “Alma mía: muchos bienes tienes almacenados. Come, bebe, regocíjate”. Avaros de bienes materiales que, en alguna manera, se puede comparar a los avaros de falsa espiritualidad y falsos deleites de espaldas al dolor del prójimo sufriente.

Para ambos, los avaros de bienes materiales y los avaros de bienes espirituales insolidarios, le podemos aplicar la enseñanza bíblica de que están construyendo cisternas rotas que para nada valen a pesar del duro esfuerzo de acumulación. Así, los avaros espirituales nunca podrán entender bien al Dios de la Biblia, a Jesús de Nazaret que anduvo entre los hombres haciendo bienes, dignificando a los proscritos y desclasados, a los pobres, maltratados y abandonados.

Habría que enseñar más y mejor los valores del Reino que hemos de difundir por el mundo y hacerlos vida, preocuparnos de uno de los más relevantes, pero olvidados: “Muchos últimos serán los primeros”. Trastoque de valores, de experiencias, de las líneas de la espiritualidad insolidaria. No seamos avaros espirituales insolidarios. Ayudemos a éstos a salir de su mentira espiritualista como parte de la difusión del Reino de Dios sobre la tierra.

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