Apostasía colectiva

Más allá de todo el debate en torno a la ley de interrupción del embarazo, hay una profunda necesidad de encontrar respuestas.

Argentina · 05 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 16:31

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La apostasía colectiva se convocó para fines de agosto en Argentina y ha tenido voz en los medios. Luego del rechazo de la ley de interrupción del embarazo, los cuestionamientos y críticas a la Iglesia Católica han aumentado.

El trámite para la apostasía colectiva se puede leer en una página Web creada para el evento y tiene disponible los formularios para completar y presentar al obispo.  La página principal incluye una definición sobre el significado de apostatar:

“La apostasía tiene tantas definiciones como religiones existen. Dado que ninguna es más válida que otra no prestamos atención a ninguna de estas definiciones. Desde esta web proponemos la apostasía en el sentido de darse de baja de la Iglesia Católica”

El nombre de la Web es “Apostasía, en mi nombre NO”. El formulario para la descarga también  incluye la postura acerca del aborto:

“Pero más allá de mis creencias personales, ha sido la actitud desplegada en estos últimos meses por la Iglesia Católica argentina en el debate público sobre la legalización del aborto voluntario lo que me ha decidido a romper de manera definitiva todo vínculo formal con la Iglesia Católica Apostólica Romana”

Argentina vive hoy un profundo cambio social y cultural. “Queremos dar una batalla cultural” mencionó uno de los jóvenes  entrevistados por un diario de la ciudad del norte argentino al preguntarles sobre la apostasía colectiva. “Queremos romper con el bautismo realizado por defecto y que se sinceren los números de fieles”.

Los jóvenes quieren decidir y reclaman a voz abierta por sus derechos, quieren la verdad y están cansados de ver hipocresía. No quieren religión y prefieren decidir ellos mismos elegir qué creer y cómo hacerlo, ya no se conforman con las tradiciones que han heredado de sus familias. Ellos encontraron lugar en los medios, en la política, en los espacios públicos. Se renuevan, se adaptan a los constantes cambios. Son transparentes y muy capaces de ponerse de acuerdo en grupos y llevar a cabo una tarea en conjunto. Entienden su influencia en la sociedad.

Estos movimientos culturales y sociales son tierra fértil para comunicar a Jesús y la preocupación por estas generaciones debe ser la de generar oportunidades para compartirles la verdad. La Iglesia no es una institución como todas. La Iglesia es un organismo vivo, que crece y se reproduce en más y más personas, todas ellas imperfectas y necesitadas, pero todas buscando y siguiendo a Jesús.

Los jóvenes están tomando decisiones por sus creencias. Se están preguntando por qué creen lo que creen. Quieren sincerarse, están buscando separar las cosas. Si la Iglesia está siendo una institución donde los jóvenes no quieren pertenecer, entonces habrá que  entender que nuestro desafío actual no es cambiar la esencia de nuestro mensaje sino convertirnos en cartas abiertas. No podemos ignorar las necesidades más profundas que los jóvenes revelan a través de estas decisiones.

Más allá de todo el debate en torno a la ley de interrupción del embarazo, hay una profunda necesidad de encontrar respuestas. Si lo que necesitamos no lo podemos recibir de quienes nos gobiernan, si las leyes no son aprobadas como queremos, si las autoridades de la Iglesia no llegan a tiempo y abusan del poder… entonces, ¿a dónde vamos? ¿quién nos da las respuestas que buscamos?

Hay un camino, una verdad y una vida que necesitamos comunicar cada día. No sólo hablando de Él sino siendo como él.

 

Evelyn Zimmermann – Estudiante de Comunicación – Salta (Argentina)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - EVELYN ZIMMERMANN - Apostasía colectiva