Calla y continúa

Un nuevo cuento de Antonio Cárdenas.

06 DE SEPTIEMBRE DE 2018 · 17:00

Foto: Unsplash.,
Foto: Unsplash.

Las condiciones que Rosmarie impuso eran claras. Accedería a casarse con su pretendiente agnóstico si en el futuro éste aprobaba comportarse como un creyente.

Para ese fin lo bautizó, lo hizo miembro de su iglesia, lo apuntó a campamentos evangélicos, le hizo predicar en campañas evangelísticas, le organizó eventos eclesiales, le hizo asistir a los cinco cultos semanales de la iglesia, en fin, hizo que se comportase como un modélico creyente hasta el punto que aventajó de largo a los auténticos. Lo sometió a una beatitud extrema sin acusar mala conciencia por ello.

Por fin se celebró aquella boda siguiendo una estricta ceremonia evangélica, de la que todos auguraron las mejores esperanzas.

Lo había logrado todo de él, salvo una cosa. Pasado un tiempo de casados, Rosmarie se dio cuenta de que su marido agnóstico era un inepto en la cama.

Él lo atribuía a los efectos secundarios que supuestamente le producían las pastillas de la tensión. Pero ella no se amilanó.

El hipertenso llevó una vida desgraciada, simulando ser lo que no era hasta que el cielo se compadeció de él.

Paseando un día junto a las vallas de una obra, le cayó del cielo a un palmo de sus pies un andamio de tres toneladas.

Se puso más blanco que la clara de huevo. Aquel día el agnóstico nació de nuevo, aprovechó aquella oportunidad y arrepentido recibió los tres dones con que empieza la vida todo cristiano: fe, esperanza y amor.

No dijo nada a Rosmarie, pero ella le empezó a notar un comportamiento diferente.

Ya llevaban varios fines de semana sin salir de casa ni de la cama, cuando…

— ¿Es que ya no te tomas las pastillas de la tensión? —dijo ella.

— No, no las he dejado de tomar, ¿por qué?

— No, no, por nada.

Al octavo fin de semana sin salir de la alcoba, el que fuera agnóstico saltó alarmado.

— ¡¡Ostras, nos hemos olvidado por completo de la iglesia!! Llevamos muchos domingos sin asistir.

De quien ama de verdad no se espera nada más. Anda calla, calla y continúa.

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