Los Niños de Dios y la Familia Berg (2)

Berg era un ser humano con una espiritualidad que respetaba la Biblia y mostraba amor a Jesús. Y sin embargo fue capaz de cualquier cosa.

14 DE AGOSTO DE 2018 · 08:35

Algunos de los 40 en las Catacumbas de los Niños de Dios, que había en relación con las 6 Colonias de Barcelona en mayo del 75.,
Algunos de los 40 en las Catacumbas de los Niños de Dios, que había en relación con las 6 Colonias de Barcelona en mayo del 75.

No es fácil saber cuándo una iglesia se convierte en secta. En casos como los Niños de Dios, no sólo sus reuniones eran como las de cualquier grupo evangélico, sino que cuando te paraban en la calle, lo que hablaban era de Jesús y el amor de Dios. Utilizaban un lenguaje espiritual, lleno de referencias bíblicas, que acompañaban continuos cánticos y expresiones de alabanza parecidas a las que encontramos en cualquier iglesia evangélica todavía hoy. Al contrario de lo que muchos piensan, sus miembros no vivían una orgía perpetua, ni se abusaba sistemáticamente de los niños. Esa es la imagen que ha dado la prensa sensacionalista. Una secta no es tan fácil de distinguir, como algunos creen.

Cuando escuchas el testimonio de alguien que estuvo mucho tiempo en los Niños de Dios, como el John que habla en un vídeo de YouTube con un evangelista de un grupo conservador de Excatólicos para Cristo, que predica en las calles de Manchester, te llaman la atención muchas cosas. Primero, el anonimato, que es una de las paranoias de los Niños de Dios, por la que cambian siempre su nombre –algo que tal vez resulte menos extraño hoy, por los apodos o “nicks” de Internet con los que uno se supone que tiene que entrar en conversación por las redes sociales con personas que no usan sus nombres y apellidos, como tú–.

Como español, me interesa también este testimonio, porque este John fue uno de los primeros Niños de Dios en venir a mi país en 1973, donde se quedó tres años. Está de hecho en el origen de las varias “colonias” que hubo en Barcelona, seis en 1975 –los Niños de Dios llamaban así a sus comunidades, mientras que los que no vivían todavía en ellas, estaban en las “catacumbas”, que eran cuarenta ya en Cataluña–. No da, sin embargo, muchos datos sobre España. Habla más sobre Inglaterra e Irlanda.

Lo que te sorprende, sin embargo, es la insistencia del entrevistador en preguntar si tomaban drogas o cometían cualquier tipo de excesos, cuando la rutina de cualquier día era levantarse con el sonido de la guitarra, estudiar la Biblia para memorizar versículos, salir a la calle para cantar y hablar de Jesús a la gente que invitaban a un café, donde estaban por la tarde y por la noche. Lo que cuenta no corresponde a la imagen que tienes de una comuna hippy donde hay sexo libre y abusos continuados.

 

SECTA EVANGÉLICA

Aunque el grupo choca con las iglesias conservadoras de California, cuando empiezan a interrumpir cultos y hacer piquetes anunciando el Juicio de Dios contra el “sistema eclesiástico”, no tardan en volver a acomodarse al medio evangélico en que habían nacido en 1968. Al tener que salir de la misión que había fundado el Desafío Juvenil de David Wilkerson, por ser expulsados del local por la Fraternidad de Hombres de Negocios del Evangelio Completo, pasan ocho meses en Canadá, Virginia y Texas. Divididos en equipos, llegan a establecer cafés en Quebec, Florida y Houston, pero los tienen que cerrar, al no funcionar como en California. Es entonces cuando Berg acude a su antiguo jefe, el evangelista Fred Jordan.

 

A la puerta de la misión en Los Angeles, que les deja utilizar el evangelista Fred Jordan en 1971.

El acuerdo es el siguiente: Jordan les da comida y alojamiento en un rancho de Thurbar, Texas, así como el uso de su misión para chicos de la calle en Los Ángeles, a cambios de que aparezcan regularmente en su programa de televisión, como frutos de su ministerio entre la juventud. El arreglo es satisfactorio para ambas partes. Los Niños de Dios encuentran así la base para empezar a expandirse por el mundo a principios de los 70. El primer sitio donde se establecen fuera de Estados Unidos es Inglaterra, donde comparten una fábrica abandonada con Operación Movilización, la prestigiosa organización misionera evangélica fundada por George Verwer en Mexico en 1963.

La historia de su asociación con OM tiene que ver con un millonario evangélico llamado Kenneth Frampton. Este hombre había hecho una fortuna inmobiliaria, pero dedicaba muchos de sus fondos a la causa misionera por una fundación que todavía existe, Deo Gloria. Frampton tenía una sensibilidad especial por los jóvenes, debido a los problemas que habían tenido sus propios hijos. Su fundación está detrás del inicio del festival de música de Greenbelt en 1974, las actividades de la Gente de Jesús en el Reino Unido y el establecimiento de los Niños de Dios en una enorme fabrica de Bromley (Kent), que compartían al sur de Londres con Operación Movilización.

De hecho, los Niños de Dios usaban cuatro propiedades de Frampton para sus actividades. Tales ventajas venían porque sus hijos Keith y David habían vuelto a la fe en los Niños de Dios –donde se les conocía como Sansón y Miqueas–. Ellos utilizaban también casas de organizaciones evangélicas como la anglicana Church Army en Bournemouth, pero las imprentas y “la familia real” de Berg se establecieron en Bromley. Allí se celebra la “coronación como reina” de Deborah y la ordenación del marido de su hermana como “arzobispo” de los Niños de Dios en 1972. El lenguaje suena pomposo, pero era más como un juego de Berg, que convertía las ceremonias en fiestas. Todavía más curiosa es su ausencia en todos estos actos. Muchos no saben que la mayor parte de los Niños de Dios nunca le conocieron personalmente.

 

Antipas y el equipo pionero de los Niños de Dios en España.

LA FAMILIA REAL

Como muchos fundadores de sectas, Berg no se dejaba ver mucho. Utilizaba sus representantes. Lo que siempre lleva a la pregunta de qué poder real tienen los fundadores de las sectas. Es conocido que hombres como Russell o Smith no conforman realmente los Testigos de Jehová o los Mormones, sino que son sus segundos, Rutherford y Young, los que organizan las sectas. Lo mismo pasa en pequeños grupos como el de Bhagwan Rajneesh (Osho), que ahora ha popularizado la serie “Wild Wild Country”. Algo parecido ocurre en muchas denominaciones protestantes.

En 1972 la jerarquía que gobernaba los Niños de Dios –según Deborah, la hija mayor que dejó la organización ese año, para hacerse evangélica de verdad–, la conformaba David Berg (Moisés David), su esposa Jane (Eve, conocida como Madre) y sus hijos: la mayor, Deborah (llamada en realidad Linda, casada con uno que conocían como Jetro, aunque su compañero sentimental era otro); el siguiente, Aaron (Paul, muerto al año siguiente cuando cayó de una roca cerca de Ginebra en 1975, no se sabe si suicidado, o por accidente), luego, Jonathan (Oseas en los Niños de Dios, casado con la que llamaban Esther, pero luego unido a la conocida como Ruth) y la más joven, Faithy (convertida en una misión de Wilkerson en Dallas, luego fue famosa por su promiscuidad, pero estuvo casada con un adolescente que vivía con los Berg antes de empezar Los Niños de Dios, Arnold Dietrich, nombrado en el 72 Arzobispo Josué).

Junto a ellos, estaba desde 1969 la actual dirigente de La Familia, Karen Zerby –conocida como Maria en los Niños de Dios, que se cambió el apellido legalmente por el anónimo de Smith en 1997–, secretaria y amante de Berg. Aunque no se casó nunca con él, tiene el papel de segunda esposa desde el mismo año 69, que Berg dice tener una profecía sobre “la vieja y nueva iglesia”, por la que Dios le pide que deje a su mujer para unirse a Karen. A la muerte de Moisés David en 1994, asume la dirección de la secta hasta el día de hoy. Ahora está casada con el que llaman Rey Peter –antes conocido como Peter Amsterdam, porque se unió a los Niños de Dios en Holanda a principios de los 70–. Su nombre de nacimiento era Steven Douglas Kelly, pero se lo cambió legalmente como Karen, por el anónimo de Christopher Smith, que es el apellido en inglés más común que existe.

 

FIGURA MISTERIOSA

Ya en 1970, o sea dos años después de comenzar los Niños de Dios, David Berg vivía prácticamente de incógnito. Su dirección era desconocida. A principios de los 70 dice su hija Deborah que tenían una casa alquilada cerca de la fábrica de Bromley, al sur de Londres. Para los dueños, era “un caballero norteamericano con su hija Maria”, o sea Karen. Pasaba desapercibido. Berg tenía un complejo persecutorio que le había vuelto paranoico. Lo que pasa es que transmitió esa paranoia a toda la organización.

 

Niños de Dios bailando en una plaza de Barcelona en 1975.

La hija cree que podía ser por varias razones. Primero, para darse aires de importancia. Como Profeta en la Montaña, Moisés David vive separado de sus discípulos, rodeado de una aureola de misterio, por lo que no se comunica con sus seguidores más que por medio de las Cartas de Mo. Otras veces parece que es simplemente por miedo. Muchos famosos fundadores de iglesias y sectas, cuando los conoces, te sorprenden porque son bastante tímidos. Parecen inseguros e incómodos con otros. Lo cierto es que pocos Niños de Dios le vieron nunca.

Berg nunca fue un gran predicador. Se apoyaba mucho en la música, que fue el medio que más explotó. Grababan discos y actuaban en televisión por toda Latinoamérica,  además de Estados Unidos y Europa. De hecho sigue siendo una de las principales actividades de La Familia Internacional. Saben que a los músicos no se les pregunta demasiado en el mundo evangélico. Y sus canciones son prácticamente las mismas que hace cualquier grupo de alabanza en el medio carismático. Es por eso que tienen discos y actuaciones en el ámbito evangélico, sin que nadie los relacione con los antiguos Niños de Dios. Nadie les pregunta de qué iglesia son…

 

JESUS PEOPLE

Los Niños de Dios fueron uno de los muchos grupos que adquirió la imagen y el lenguaje de la Gente de Jesús, sin ser realmente de ellos. Berg asumió la apariencia hippy, pero como todo personaje, se acaba confundiendo con su persona. Se sentía a gusto en su papel. Hablaba como ellos. Quería un cristianismo revolucionario, no religioso. Buscaba la radicalidad espiritual y rechazaba incluso la palabra iglesia. Los Niños de Dios nunca llamaron así a sus comunidades. Era algo diferente.

 

Estudiando el libro de los los Niños de Dios, Revolución por Jesús en Lima en 1975.

Como dice Van Baalen, las sectas son las cuentas impagadas de la iglesia. El mundo evangélico vivía al margen de los cambios de los años 60. No sólo eran conservadores, teológica y moralmente, sino que su liturgia e indumentaria eran de otra época. Si visitabas una iglesia en aquellos años, daba igual que fuera episcopal o pentecostal, no sólo verías a todos vestidos con traje y ropa formal, sino que escucharías los mismos himnos.

La música contemporánea se introduce en los años 70 por la Gente de Jesús, que compone los cánticos más antiguos que hoy se conocen en el repertorio evangélico –básicamente el cancionero de Maranatha que hace la Capilla Calvario de Chuck Smith con “Busca primero” o “Canta Aleluya” –. Inventaron incluso el Rock de Jesús, algo ya prácticamente desaparecido, por la preeminencia de la música de alabanza. Era una subcultura, pero se ha convertido en parte de la cultura evangélica.

 

¿IGLESIA O SECTA?

No hay duda también que los Niños de Dios fueron instrumentales en la conversión de muchos jóvenes. Su vida cambió realmente. Nada de la inmoralidad que ahora se relaciona con ellos, estaba presente entonces, visiblemente. Eso es lo que nos asusta de un grupo como ellos, el hecho de que no pudiéramos haber notado la diferencia. Pensar que fueran semejantes a nosotros, nos da miedo. Es por eso que los hemos demonizado…

 

La mayor parte de los Niños de Dios nunca vio a David Berg en persona.

Lo que intento mostrar con esta serie de artículos, es que Berg no era un monstruo. Era un ser humano con una espiritualidad que respetaba la Biblia y mostraba amor a Jesús. Y sin embargo, como veremos, fue capaz de cualquier cosa. Nos creemos que nuestro cristianismo es tan diferente, que no tiene nada que ver con ellos, porque en el fondo no conocemos nuestro propio corazón.

Jeremías nos advierte que “el corazón es engañoso” (17:9). Su capacidad de perversión es inmensa, dice el profeta: “¿quién lo conocerá?”. Sólo “El que escudriña la mente y prueba el corazón” sabe de lo que somos capaces. Por eso cuando condenamos a las sectas, olvidamos que todos llevamos un sectario dentro de nosotros. No hay sólo iglesia y sectas, sino actitudes sectarias. Y de esas, ¿quiénes estamos libres?

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