La melodía de Dios

Cuando arrepentidos le dejamos el teclado, el creador y restaurador de melodías de vida, toma el control y vuelve a retomar lo equivocado de nuestras decisiones y acciones.

05 DE AGOSTO DE 2018 · 11:00

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“Toda alma es una melodía que se trata de volver a ensamblar”. Stéphane Mallame.

 

“La poesía es el eco de la melodía en el universo, en el corazón de los humanos”. Tagore.

 

De muchos es conocida la historia real que le ocurrió a un organista no demasiado bueno y bastante empecinado. Este organista en cuestión, estaba intentando tocar lo mejor que podía en el órgano de tubos de la iglesia, una pieza de Mendelsshon; pero la partitura se le atragantaba una y otra vez. Lo intentaba repetidamente, pero no era capaz de conseguir tocarla bien; así que decidió recoger sus bártulos y marcharse, bastante frustrado a la vez que enfadado consigo mismo.

Cuando se marchaba por el medio de la iglesia, notó que había un hombre sereno y en silencio, sentado y observando la escena.

Con mucha delicadeza, aquel hombre le preguntó si podía tocar la pieza; el organista contestó con mucho enfado, nunca dejo que nadie que no sea yo pueda tocar este órgano. Al cabo de dos peticiones mas con muchísima educación, el organista en cuestión accedió a la petición de aquel extraño.

Cuando aquel hombre se sentó, puso sus manos sobre el teclado, y comenzó a tocar, el lugar se llenó de una preciosa música, interpretada de un modo maravilloso.

Cuando terminó de tocar, el organista oficial le preguntó “¿quién es usted?” El hombre respondió, “Soy Felix Mendelsshon”. Aquel gruñón y empecinado organista, bajó la cabeza avergonzado, casi había impedido que el propio creador de una pieza tan sublime, pudiera interpretar su propia música.

Esta historia real me lleva a pensar en muchas cosas, en muchas; pero la idea más importante, es poder comprobar como nosotros vemos este episodio desde afuera, y sacamos las lógicas conclusiones señalando al organista, sin darnos cuenta que los diez dedos de nuestras manos nos señalan a nosotros mismos.

Personalmente no hay cosa que más me moleste, que algún pianista toque mal o con poca delicadeza y gusto la obra de alguien, me chirrían los oídos.

Del mismo modo, nuestro Dios compuso una perfecta y bella melodía para cada uno de nosotros; pero nosotros nos aferramos al piano y al teclado de nuestras vidas, y nos empecinamos en interpretar esa melodía como nos da la gana. Cambiamos el tono, los tiempos, y hasta hacemos unas distorsiones de lo más extraño.

Lo más triste de todo esto, es que el creador de nuestra melodía está observando con tristeza, el modo en que estropeamos reiteradamente esa melodía preciosa y especial que creó para nosotros. En muchas ocasiones no nos gusta demasiado y la tocamos con nuestro propio estilo, ¿cuál es la consecuencia de todo esto?, simplemente destrozamos esa belleza de melodía y plan perfecto para nuestras vidas, y nos equivocamos de pleno una y otra vez.

Menos mal que cuando arrepentidos le dejamos el teclado, el creador y restaurador de melodías de vida, toma el control y vuelve a retomar lo equivocado de nuestras decisiones y acciones.

“Señor de mi vida, perdóname por equivocarme tantas veces y querer tocar mi propia melodía disonante y distorsionada, siéntate y toca las teclas mi Señor. Te cedo el control a ti ¡Te amo!, Beatriz. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - La melodía de Dios