Mali vuelve a las urnas tras cinco años en guerra y con diversidad de opiniones entre los cristianos

La confianza, o no, en que los resultados de los comicios puedan mejorar la situación del país es vista desde diferentes puntos de vista por los creyentes en el territorio.

Jonatán Soriano

BAMAKO · 30 DE JULIO DE 2018 · 12:00

El actual presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keith, votando este domingo en Bamako. / IBK Facebook,
El actual presidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keith, votando este domingo en Bamako. / IBK Facebook

Los malienses han vuelto a los colegios electorales este domingo 29 para escoger a su nuevo presidente. La última votación se produjo en 2013, y desde entonces la situación del país ha cambiado de manera considerable. El país es escenario de un conflicto armado interno desde 2012, cuando rebeldes tuaregs y yihadistas tomaron el control de algunas de las principales ciudades del norte, como Gao o Tombuctú. 

Las tropas francesas llegaron al territorio en 2013, cuando también se creó la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Mali (MINUSMA), con la justificación de que el gobierno del Estado era incapaz de controlar la situación. En 2015 se firmó un acuerdo de paz en Bamako, la capital, con el objetivo de poner fin a los ataques violentos. Sin embargo, en 2017, los diferentes grupos rebeldes de tuaregs y yihadistas, anunciaron la unificación de sus fuerzas bajo el movimiento Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes), dirigido por Iyad Ag Ghaly. 

Desde entonces la violencia se ha incrementado y ha ganado terreno, pasando de 63 ataques en 2017 a 85 en 2018, según datos de la ONU y la MINSUMA recogidos por Le Monde Diplomatique, y ganando terreno en la zona central del país, en ciudades como Segú y Mopti. A finales de este mes de mayo, la cifra de refugiados malienses en los países fronterizos, como Mauritania, Burkina Faso y Níger, alcanzaba las 138.020 personas, según las fuentes consultados por el medio francés. 

De hecho, durante la jornada electoral de este domingo se han registrado algunos ataques violentos a colegios electorales en el norte del país.

 

EL AUGE DEL YIHADISMO PONE EN PELIGRO LA TOLERANCIA RELIGIOSA Y LA CONVIVENCIA ÉTNICA EN EL PAÍS

La vasta extensión de Mali siempre ha representado un reto para la gestión del país. Fruto de las divisiones coloniales con las que las potencias occidentales se repartieron el continente, las fronteras malienses incluyen una zona más prospera y que limita con países que desembocan al océano al sur, donde se encuentra la capital, una región intermedia con muchas poblaciones asentadas entorno al río Níger, y un territorio árido y desértico al norte. La situación ha aumentado las tensiones entre tuaregs, pastores en el norte, y los bozos y los dogones, en el sureste y el centro del país, dedicados respectivamente a la pesca y la agricultura. 

La tolerancia religiosa tampoco ha quedado ausente de consecuencias. “La constitución de Mali garantiza la libertad religiosa. El 90% de los malienses son musulmanes pero la mayoría de ellos practica un islam tolerante y los cristianos pueden practicar su fe abiertamente. Sin embargo, la identidad musulmana constituye una gran parte de la cultura maliense, y la gente que se convierte al cristianismo es rechazada y aislada por sus familias”, explica el pastor de la Iglesia Internacional de Bamako, John Clark

 

Soldados de la MINUSMA en una ceremonia para conmemorar a dos soldados de Chad, uno de los cuales falleció en un ataque de mortero en Aguelhok. / Sylvain Licheti-United Nations Photo, Flickr CC

Coincide con él el presidente de la Asociación de Agrupaciones y Misiones Evangélicas en Mali (AGEMPEM, por sus siglas en francés), Yacouba Diallo, que asegura que “la tolerancia religiosa existe y se respeta y los cristianos son respetados”, aunque cree que “todavía hay progresos por hacer”. Diallo añade que que se da un marco nacional de debate y cooperación entre musulmanes y cristianos a la hora de plantear asuntos relevantes para el país. “Con nuestros hermanos musulmanes hay un marco de consulta regular. Intercambiamos opinionessobre las grandes cuestiones de la nación”. La AGEMPEM “sirve como una interfaz entre la iglesia y el estado”, remarca Diallo, que también explica que se producen reuniones periódicas entre las diferentes organizaciones e iglesias evangélicas “para discutir los principales asuntos de la nación y la vida de la iglesia”. “La iglesia existe en una gran parte del territorio yllevamos a cabo nuestras actividades eclesiásticas normalmente”. 

Sin embargo, la falta de control por parte del gobierno en las regiones del norte, y la violencia y la extorsión de los grupos yihadistas armados está provocando la aceptación de formas radicales del islam por parte de la población. “La forma tolerante del islam en Mali es constantemente atacada por combatientes yihadistas extranjeros que han ganado fuerza en el norte del país desde 2012. Estos grupos están alineados con Al Qaeda y otros grupos yihadistas. Esto se ha convertido en una gran amenaza para los cristianos en Mali, especialmente en el norte del país, donde han quemado iglesias y muchos cristianos han tenido que huir. La guerra también se ha movida a las regiones del centro y del sur de Mali. En el centro, ahora muchas iglesias están sufriendo violencia, no por parte de los malienses sino de los yihadistas que vienen de fuera”, manifiesta Clark. 

“Esta guerra parece imponerse en Mali para ayudar a acentuar el desmoronamiento del tejido social y la drástica disminución en el poder adquisitivo de la población, además de la volatilización de esperanza para muchos jóvenes”, defiende Diallo, que también apunta a una “desestabilización y bloqueo del desarrollo y la economía”. El presidente de la AGEMPEM también sostiene que la mayor afectación para los cristianos se ha producido en la región del norte, pero matiza que “muchas familias que huyeron han podido regresar”, tras el acuerdo de paz de 2015. “Una mejora en las condiciones de seguridad permitiendo el desarrollo integral de Mali y de los llamados países en desarrollo, ayudaría a la estabilización en el mundo. Lo contrario produce el efecto opuesto, y no estoy seguro de que las estrategias globales sean soluciones adecuadas”, señala Diallo. 

 

DIFERENTES GRADOS DE CONFIANZA EN LOS RESULTADOS DE LAS ELECCIONES

Después de vencer en 2013 con el 70% del escrutinio, el gran favorito para encabezar los resultados de las votaciones es el actual presidente, Ibrahim Boubacar Keita, aunque se prevé un descenso de su popularidad. Hasta ahora le ha seguido en intención de voto Soumaila Cissé, el líder de la oposición. El resultado de las votaciones se conocerá en los próximos días. Los candidatos necesitan superar el 50% para evitar la segunda vuelta, que se celebraría el 12 de agosto. El escenario de conflicto en el país yl a falta de control del gobierno en algunas regiones habían despertado dudas sobre si finalmente se realizarían o no las elecciones, que Keita ha convocado finalmente. 

 

Un soldado rwandés de la MINUSMA, patrullando las calles de Galo, al norte de Mali. / Marco Dromino-Unites Nations Photo, Flickr CC

La posición de los protestantes sobre la eficacia que pueden tener estos comicios a la hora de conseguir una solución para la guerra es diversa. “Las elecciones son una garantía de estabilidad y seguridad para un país soberano. Un eslabón esencial en la cadena que contribuye al desarrollo del país. La voz de las personas a través de las urnas es una descarga que se entrega al cuerpo administrativo.El respeto por la elección de las personas sigue siendo crucial para la seguridad y la tranquilidad que contribuyen a la refundación del tejido social y su desarrollo. Puedenrestaurar la confianza o fortalecerla”, considera Yacouba Diallo. 

“Somos activos y positivos ante el hecho de que estas elecciones presidenciales son diferentes y que sólo la opción de Dios será la elegida”, dicen desde la Iglesia Evangélica Cristiana de Mali (ECEM, por sus siglas en francés). “Estas elecciones se han preparado en la oración persistente de todos los hijos de Dios en este país”, añaden. 

Para el pastor de la Iglesia Internacional en Bamako, John Clark, “el resultado de las elecciones contribuirá probablemente poco a un posible cambio de la situación en un futuro inmediato”. “Ahora mismo hay 17.000 soldados de la misión de paz de la ONU y no parece que se esté dando ningún progreso. La misión de paz de la ONU en Mali es la más mortífera de la historia de la organización, con ataques semanales a la tropas, algunos de los cuales son mortales. Uno de los principales objetivos de los grupos insurgentes es desestabilizar el gobierno maliense y las elecciones podrían resultar en muchas oportunidades para que este objetivo se consiga”, reitera Clark, que cree que ninguna opción política que salga elegida representa más o menos ventajas para los cristianos. 

“Todo lo que puede garantizar las bases de la constitución de la república, a saber, la laicidad, la integridad del territorio, la seguridad y la estabilidad del país sigue siendo la mejor opción política para los cristianos. La iglesia como una entidad de la sociedad no puede escapar de una situación global que involucra a un país entero. Entonces, cualquier cosa que pueda ayudar a estabilizar el país será bueno para la iglesia. Esta es nuestra oración”, considera Diallo, sin especificar nombres de candidatos. 

 

PIDIENDO POR LA PAZ Y LA COLABORACIÓN MUNDIAL ENTRE CRISTIANOS

Compartir las cargas y llorar con los que lloran. La doctrina paulina es una de las peticiones que manifiesta Diallo al ser preguntado por las urgencias de oración de la iglesia en Mali. “Que Dios permita la creación de una red internacional de intercambio entre cristianos del mundo. Las nuevas opciones y estrategias para fortalecer esta red internacional son saludables y parecen necesariasno sólo para Mali, sino también para todas las iglesias de todo el mundo”, señala. 

Desde Bamako, donde todavía no han llegado los fuegos de un conflicto donde la religión y la cultura tienen una gran importancia, John Clark clama por dos aspectos básicos para Mali y los cristianos que viven en el país: paz y fortaleza.

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