Jorge Borrow, nuevos pasos por Salamanca. Crónica de unos viajes en el tiempo

En el año 2009, una delegación de la George Borrow Society llegó a Salamanca para participar en unas jornadas académicas en torno a D. Jorgito el inglés.

15 DE JULIO DE 2018 · 12:00

Presentación del libro de George Borrow en España, Facultad de Geografía e Historia USAL, De izquierda a derecha, Borham, Barrett y Lugilde. / Jacqueline Alencar,
Presentación del libro de George Borrow en España, Facultad de Geografía e Historia USAL, De izquierda a derecha, Borham, Barrett y Lugilde. / Jacqueline Alencar

Unas pinceladas para recordar que el pasado mes de mayo tuvo lugar, en el Salón de Grados de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca, la presentación del libro George Borrow en España. Reacción, Religión y Reencuentro (Centro Evangélico de Formación Bíblica de Madrid-CEFB), editado por Ken Barrett, anciano de la Asamblea de Hermanos de Alcalá de Henares, y también un estudioso de la vida y obra de difusión bíblica llevada a cabo por el colportor inglés (1803-1881). Fue como si nuevamente acompañáramos a Borrow por España desde Salamanca. Como peregrinos del Camino que saben ver la necesidad que, en su momento, pudo calar en lo más hondo del sentir de ese viajero que distribuía la Biblia por toda la Península; a veces perseguido, amenazado por editar libros prohibidos, encarcelado… pero persistente en cumplir su misión.

La presentación del acto estuvo a cargo de Miriam Borham Puyal, profesora de la Universidad anfitriona, quien transmitió su admiración por la obra de Borrow. En el acto también intervino uno de los autores participantes en el libro, Rubén Lugilde Yepes, y anciano de la Iglesia del Pº de la Estación en Salamanca, quien disertó sobre George Borrow y el inicio de la presencia protestante en Salamanca

Leed el libro, quizá podáis redescubrir a Borrow a través de la lectura de nuevas páginas gestadas a la luz de un mayor trabajo de investigación, y que nos pueden abrir el velo de entrada a esa otra habitación donde ‘Don Jorgito el inglés’ sale de lo anecdótico para hacernos adentrar en la historia, la cultura y la espiritualidad de España. Así nos lo refleja el editor en las primeras páginas del libro. Podremos pararnos en cada tramo de los hechos vividos por Borrow para llevar a cabo su cometido literario, periodístico y de difusión de la Biblia en España, a través de los distintos ensayos que conforman esta obra: George Borrow y la religión, de Kathleen Cann; El encarcelamiento en Madrid 1838: ‘Durmiendo bajo las alas del ángel y Los colaboradores olvidados de George Borrow en España, de Sir Angus Fraser; George Borrow y la prensa española, de António Giménez Cruz; George Borrow y su traductor, de Timoteo Glasscock; Borrow y la xenofobia española, de Miguel de Unamuno; La pasión y resurrección de un Evangelio de Lucas en caló, de Peter Missler; Viaje de Borrow por España, de la Dra. Ann Soutter, George Borrow y el inicio de la presencia protestante en Salamanca, de Rubén Lugilde y Borrow en lo más agreste de España (Galicia y Asturias) y Walter Starkie y el ideal gitano de George Borrow, del propio Barrett. No podemos olvidar la importante labor de traducción de Alison Barrett y la revisión idiomática realizada por Orlando Enríquez, compañeros de viaje también.

Menciono brevemente que me produjo honda emoción leer en uno de los artículos que Luis de Usoz y Río (1805-1865) fue uno de los colaboradores de Borrow en España. Usoz había nacido en lo que ahora es Bolivia, llegando a España a la edad de doce años. Con algo más de 20, había enseñado hebreo en la Universidad de Valladolid. Cuando Borrow llega a España Usoz era editor del diario El Español

Un buen trabajo de recopilación se alberga en este volumen, fruto de los esfuerzos del editor y otras personas que han colaborado para sacarlo adelante, pues, como dice Ken Barrett: “aunque se puede reconocer a Borrow entre los adalides de la fe evangélica en la Península, en el siglo XIX, tanto en la propuesta de distribuir el Nuevo Testamento, como en rodear la empresa evangelística con una aurora de misión posible, urgente y romántica, con todo, la atención que recibe se limita a la versión de los eventos que él mismo propagó en su Best Seller ‘La Biblia en España”. De ahí la importancia de estas nuevas contribuciones para profundizar en la vida y obra de ‘Don Jorgito’.

Esta nueva incursión de Borrow por Salamanca, de la mano de Barrett, me recordó el libro La Biblia en España (1921) aparecido por vez primera en español y con introducción, notas y traducción de Manuel Azaña.

 

Entrega del cuadro Unamuno lector de Borrow(Ann Soutter, José Gómes Asencio, Miguel Elías, Ana Chaguaceda y Timoteo Glasscock). / J. Alencar, 2009.

A través de este libro, pude informarme de las muchas peripecias vividas por "Don Jorgito el inglés" mientras recorría los caminos de España. No sólo se dedicaba a cumplir con su misión de distribuir las Escrituras, sino que se convirtió, a mi parecer, en un profundo conocedor de la cultura, la política, la espiritualidad, el idioma y las gentes del país, sobre todo de las gentes. Si bien después de estar en Rusia su destino era Portugal, no recaló allí por mucho tiempo, pues decidió cruzar la frontera y adentrarse en España, por Badajoz, en 1836. Por él he conocido momentos de esa primera guerra carlista, la inseguridad que se vivía, la situación de la libertad religiosa en el siglo XIX. 

Enviado por la Sociedad Bíblica Británica, Borrow tenía el cometido de difundir el Nuevo Testamento sin notas. El libro La Biblia en España es un maravilloso diario de viajes, conformado por tres temas, como dice Manuel Azaña en la Nota preliminar: "la difusión del Evangelio, Don Jorge el inglés y España". Y es un libro autobiográfico donde, al leer cada parte, vamos percibiendo lo que de su actuar se iba generando y regenerando.

En su Nota Preliminar, Azaña escribe algunos comentarios poco acertados sobre Borrow; por ejemplo: “… Por aquellos mismos días Borrow se retractó de su ateísmo… lo cierto es que Borrow profesó un protestantismo tan fanático como el ateísmo que abandonaba”. No obstante, a mi modo de ver, Azaña logra percibir esa encarnación de Borrow en España: “… Borrow lucha codo a codo con la realidad española, la asedia, poco a poco la domina, y con la lentitud peculiar de su procedimiento acaba por poner en pie una España rebosante de vida. No se atuvo a una realidad de ‘guía oficial’. Lo que le importaba era el carácter de los hombres, y no de todos, sino los de la clase popular, donde los rasgos nacionales se conservan más puros. Labradores, arrieros, pastores… Unos son pícaros, otros santos…Tuvo Borrow además una espléndida visión del campo, y lo sintió e interpretó de un modo enteramente moderno. Así, Don Jorge descubrió y pintó, en realidad, lo que quedaba de España… Arrancados los árboles, agostado el césped… asomaba la armazón de roca, con toda su fealdad y su inconmovible firmeza”. 

Quizá nos fijamos en la falta de un punto o una coma, pero mucho después del paso de Borrow por esta nuestra España, alguien, y no de ‘los suyos’, se interesó por traducir sus memorias, que, llámese libro de viaje, o autobiografía, nos deja una fotografía de esa tenaz, difícil, y muchas veces dramática, andadura de esos difusores de la Palabra, que no claudicaban en su empeño para que ésta llegara, de forma sencilla y asequible, a todos. Azaña pudo ver que este extranjero no solo quería alcanzar su objetivo planteado desde la Sociedad Bíblica Británica, sino que también se interesó por la delicada situación política, social, económica, de valores, por la que atravesaba el país. De que era un privilegio leer o escribir. Que la religión se había tornado un cuello de botella para dejar pasar atisbos de esperanza. La inseguridad campeaba a sus anchas. Así como el hambre y la miseria. Y también percibió que, a su manera, a través de la lectura del Evangelio, Borrow deseaba un cambio en los corazones que traería libertad en todos los sentidos. Y eso seguro era lo que también Azaña quería para su pueblo, pero por otras vías. Sin embargo, ese mínimo punto de coincidencia le hizo interesarse por la vida y pensamiento de ese colportor que nosotros a veces no logramos captar integralmente.

 

Miembros de la George Borrow Society en el Colegio Mayor Fonseca. / J. Alencar, 2009

Dice Azaña: "Es un apóstol que propaga la palabra de Dios, pero sin el delirio de la cruz, sin romper el decoro; es un caballero andante que se compadece de la miseria y a cada momento cree uno verle emprender la ruta de Don Quijote, pero sin burlas, sin yangüeses, en una España que creyese en él y le tomase en serio". Yo diría que se había encarnado en España, lo cual le permitía sentir que ella ansiaba beber de esos torrentes de agua viva que quitan la sed eternamente. Y es en esa realidad social donde divisa a los gitanos con los que comparte como iguales y se preocupa por traducirles la Escritura para que también sean beneficiarios de las consecuencias de adentrarse en ella. 

Como salmantina por adopción, no me puedo resistir a citar algunas líneas del relato de Borrow acerca de su estancia en la docta Salamanca: "Salamanca es una ciudad melancólica; los días de su gloria escolar se acabaron hace mucho tiempo para no volver; suceso no muy de lamentar, pues ¿qué provecho ha obtenido jamás el mundo de la filosofía escolástica? ... Sus aulas están ahora casi en silencio; la hierba crece en los patios donde en otro tiempo se agolpaban a diario ocho mil estudiantes lo menos, cifra a que hoy en día no llega la población total de la ciudad. Pero, con su melancolía y todo, ¡qué interesante, más aún, qué espléndido lugar es Salamanca! ¡Cuán soberbias sus iglesias, qué estupendos sus conventos abandonados y con qué sublime, pero adusta grandeza sus enormes y ruinosos muros, que coronan la escarpada orilla del Tormes, miran al ameno río y a su venerable puente!". "Mi estancia en Salamanca fue sobre todo placentera por las bondadosas atenciones y la diligente hospitalidad de los moradores del Colegio Irlandés, para cuyo rector llevaba yo una carta..."

Sobre el director del citado Colegio Irlandés, dice que "aunque sabía de sobra quién yo era, tendió una mano amistosa al errante misionero hereje, exponiéndose con tal conducta a los agrios reparos de los curas del país, gente de pocos alcances, que me miraban de reojo cada vez que pasaba junto a los corrillos de la Plaza...". El colegio irlandés que menciona Borrow, se trasladó a lo que hoy se conoce como Colegio Mayor Fonseca, que pertenece a la Universidad de Salamanca, y en cuyos recintos cada año se hace entrega del premio de divulgación bíblica que lleva su nombre, tal como la asociación que lo concede: Asociación Cultural Evangélica ‘Jorge Borrow’. Salamanca sigue cumpliendo con los deberes de la hospitalidad que él tanto menciona al hablar de este sitio. 

Aprovecho para recordar que, en el año 2009, una delegación de la George Borrow Society llegó a Salamanca para participar en unas jornadas académicas en torno a D. Jorgito el inglés, las cuales contaron con el respaldo de la Universidad de Salamanca, la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y la Asociación Cultural Evangélica ‘Jorge Borrow’. Tanto el presidente como el vicepresidente de dicha asociación cultural evangélica, Rubén Lugilde y Timoteo Glasscock, participaron en las presentaciones de los distintos actos, que se desarrollaron bajo la coordinación de Ken Barrett y Alfredo Pérez Alencart, este último profesor de la Universidad de Salamanca. 

 

Portada de La Biblia en España y otros libros sobre George Borrow. / J. Alencar.

Señalar, además, que los miembros y el público asistente fueron recibidos en el Ayuntamiento de la ciudad, demostrando esta institución pública su habitual acogida a los visitantes. Fueron tres días de intercambio entre los miembros de la George Borrow Society y las instituciones salmantinas. Destacables fueron las tres conferencias impartidas en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca, las mismas que recordaron las huellas dejadas por Borrow en tierras españolas, y, cómo no, en Salamanca: “Setting out for Salamanca – The first leg of Borrow’s Northern journey”, de Peter Missler; “A Scholar and Gypsy about Gypsy Borrow-Walter Starkie’s relationship to the Borrow Gypsy ideal”, de Ken Barrett; y “Miguel de Unamuno, lector de George Borrow”, de Alfredo Pérez Alencart. En los actos realizados en esta Facultad, se contó con la participación de dos profesores de la misma: Valentín Cabero y J. Bustos.

En la Sala de la Palabra del Teatro Liceo se presentó el libro Crónicas Ibéricas. Tras los pasos de George Borrow, vendedor de Biblias en el siglo XIX (Altaïr, 2008) de David Fernández de Castro, guionista y miembro de la George Borrow Society. Fernández de Castro, después de leer La Biblia en España, de G. Borrow, comenta en su libro: “Al acabar el libro, en medio de aquel ambiente crispado que estábamos viviendo, me pregunté cuánto había cambiado España desde la visita de Mr. Borrow. En aquel preciso instante decidí que iba a comprobarlo personalmente rehaciendo el mismo itinerario que realizara el aventurero británico. Este sería, pues, mi personal tributo a don Jorgito el inglés, como él mismo gustaba llamarse”.  Viaje que se materializó en el libro que se presentaba en Salamanca, una de las escalas de Borrow durante esa intensa odisea por España, difundiendo la palabra que transforma. Un libro interesante.

Los miembros de la asociación visitante comentaron que habían elegido Salamanca para detenerse tras los pasos de Borrow, conocer de cerca los lugares por los que viajó y completar así el estudio de su obra, “de gran importancia en el mundo anglosajón”. Después de Salamanca tenían previsto visitar Valladolid y Alcalá de Henares. También resaltaron que los textos de Borrow habían calado en pensadores españoles como Miguel de Unamuno, de ahí la especial relación con Salamanca.

La importancia que Unamuno atribuyó a la obra de Borrow hizo que la George Borrow Society donara un cuadro de Miguel Elías, “Unamuno lector de Borrow”, a la Universidad, el cual fue entregado al rector de la Usal por aquel entonces, José Gómez Asencio, en la Casa Museo Unamuno, representada por su directora, Ana Chaguaceda. De esta obra se dijo “que recogía la esencia de la relación de ambos escritores a través del tiempo”.

Dos años antes, en el 2007, había leído en el catálogo de la exposición “Los Escritores olvidados de Castilla y León” un texto que D. Miguel de Unamuno había escrito en “La Nación” de Buenos Aires en 1919: “Admirable sujeto originalísimo Jorge Borrow, el verdadero descubridor de la verdadera España en Inglaterra, amigo de gitanos y traductor del Evangelio de san Lucas al caló gitano-español – Embéo e Majaró Lucas, 1937-, políglota y psicólogo”. Sin embargo, fue durante una de las conferencias impartidas durante las jornadas de la George Borrow Society que pude percibir de forma más amplia el interés de Unamuno por la obra de Borrow. Y hoy, con satisfacción, leo en el libro editado por Barrett un artículo de Unamuno donde encuentro otra afirmación del Rector sobre Borrow: “es innegable que éste supo ver y sentir nuestra patria en lo más castizo de ella”. Y que “Jorge Borrow vino a España a repartir Biblias… Fruto de sus correrías por nuestra Península fue aquel libro singular, publicado por primera vez en 1842 y que se titula: La Biblia en España: o los viajes, aventuras y prisiones de un inglés en un empeño de hacer circular las Escrituras en la Península. Que es, aunque escrito en inglés, el último libro picaresco español, el de inspiración y hechura y aire más parecidos a los de nuestras novelas picarescas. Ni fue lo único que Borrow sacó de la España de acabado el primer tercio del siglo XIX. Tradujo el Evangelio de san Lucas al caló gitano de España y escribió una obra, en parte fantástica, sobre los gitanos españoles, con los que tuvo frecuente e íntimo trato”. 

 

Presentación de Crónicas ibéricas. Tras los pasos de G. Borrow... en la Sala de la Palabra del Liceo. / J. Alencar, 2009

Noto la gratitud de Unamuno cuando dice: “De aquel mismo Borrow, que tan bien aprendió a conocer al pueblo español y tanto le quiso y tan justo fue con nosotros, he oído decir a algún mentecato que ha leído su obra que trazó una caricatura de España”. Y, además, noto que Unamuno había captado a Borrow; por lo tanto, sale en su defensa.

Unamuno, Azaña, Borrow… Continúo sorprendiéndome.

No puedo dejar de asombrarme al percibir, en los pasos de Borrow, destellos de ese método misionero encarnacional que tanto caracterizó el servicio de otro hombre de Dios, escritor, teólogo, periodista, misiólogo, docente… y gran conocedor de la cultura y espiritualidad iberoamericana, llamado Juan A. Mackay. Hay diferencias entre ellos, pero resalto esa perseverancia en llevar a cabo su misión a pesar de los obstáculos; sin separar lo religioso de lo secular. Borrow tuvo que adentrarse en lo público, en la cultura, en el ambiente literario, en las luchas por las libertades religiosas, todo para lograr dejar sembrada la Palabra que permanece para siempre. Con sus luces y sus sombras, pero lo hizo. Ambos están relacionados con la persona de D. Miguel de Unamuno. Mackay lo conoció en la Residencia de Estudiantes en Madrid, en 1915, luego lo visitó en Salamanca durante las navidades de ese mismo año; más tarde, en 1929, durante su exilio en Hendaya, lo visitó por cuatro días. Unamuno fue uno de los personajes que más impresionó a Mackay. Cuando llegó a Lima (Perú), se matriculó en la Universidad de San Marcos para obtener el título de doctor en Filosofía, escribiendo su tesis sobre Unamuno.

Borrow y Mackay lograron enraizarse de tal manera en los lugares a donde habían sido enviados, que es imposible borrar sus huellas. 

Borrow lo corrobora en el prólogo de su libro La Biblia en España: (…) En España pasé cinco años, que, si no los más accidentados, fueron, no vacilo en decirlo, los más felices de mi existencia. Y ahora que la ilusión se ha desvanecido ¡hay! para no volver jamás, siento por España una admiración ardiente: es el país más espléndido del mundo, probablemente el más fértil y con toda seguridad el clima más hermoso. Si sus hijos son o no dignos de tal madre, es una cuestión distinta que no pretendo resolver; me contento con observar que, entre muchas cosas lamentables y reprensibles, he encontrado también muchas nobles y admirables; muchas virtudes heroicas, austeras, y muchos crímenes de horrible salvajismo; pero muy poco vicio de vulgar bajeza, al menos entre la gran masa de la nación española, a la que concierne mi misión; porque bueno será notar aquí que no tengo la pretensión de conocer íntimamente a la aristocracia española, de la que me mantuve tan apartado como me lo permitieron las circunstancias; ‘en revanche’ he tenido el honor de vivir familiarmente con los campesinos, pastores y arrieros de España, cuyo pan y ‘bacallao’ he comido, que siempre me trataron con bondad y cortesía, y a quienes con frecuencia he debido amparo y protección…”.

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