La amplitud del llamado

“¡Dadles vosotros de comer!” es un llamado a unir nuestras habilidades y recursos para bendecir al necesitado en todos los aspectos de su vida

EE.UU. · 04 DE JULIO DE 2018 · 15:03

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¡Más de 5000 hombres sin contar a las mujeres y a los niños! Ya estaba oscureciendo y los discípulos, probablemente motivados por su cansancio y su hambre, aconsejaron a Jesús a despachar a la multitud que le seguía.

Para los discípulos, la tarea de alimentar y cobijar a la muchedumbre recaía en los hombros de otros: “Deja que vayan a las aldeas y campos de alrededor, y se alojen y encuentren alimentos” (Lucas 9:12).  “¡Dadles vosotros de comer!”–  exclamó Jesús.

Me imagino las caras de los discípulos llenas de asombro. Al final del relato, cinco panes y dos peces bastaron para alimentar a todos hasta la saciedad. Sin embargo, esta alimentación milagrosa nos debe llevar a reflexionar acerca de la amplitud del llamado de Cristo a las vidas de todos sus discípulos.

Irónicamente, el evangelio de Lucas coloca esta narrativa poco después de que los discípulos fueran comisionados por Jesús para predicar las buenas nuevas y sanar los enfermos (Lucas 9:1-6). A juzgar por la urgencia en despachar a los seguidores, los discípulos parecen haber pensado que el ministerio de Jesús sólo consistía en mitigar el “hambre espiritual” de las multitudes. Sin embargo, el compromiso de Jesús por su rebaño era mucho más abarcador.

Dejar ir a la gente sin comer, en medio de un lugar desolado y a punto de oscurecer, hubiese sido un acto de abandono. Jesús así lo entendió y asumió la responsabilidad de también proveer para las necesidades corporales de sus ovejas.

Estos detalles nos ayudan a entender que la comisión de Cristo a nuestras vidas va más allá de llenar las necesidades espirituales de nuestro prójimo. Hoy, “¡Dadles vosotros de comer!” es el reto que Jesucristo lanza a su iglesia en el siglo XXI. Ante una crisis económica global donde millones de personas viven en pobreza extrema, nosotros los cristianos no podemos relegar la tarea de ayudar a mitigar las necesidades básicas del prójimo a “otras” instituciones.

Junto con la labor de predicar el evangelio, también hemos sido llamados a afectar positivamente las áreas formativas del ser humano como la alimentación adecuada, la vivienda apropiada, la salud equitativa y la educación de excelencia. En nosotros habita el poder del Santo Espíritu que nos capacita para atender todo tipo de necesidades en nuestras comunidades ya sean espirituales y/o materiales.

Quizás usted piensa que lo que tiene a la mano es el equivalente a cinco panes y dos peces. Sin embargo, lo que aparenta ser diminuto en tus manos es más que suficiente para que Cristo desate su poder en su comunidad.

“¡Dadles vosotros de comer!” es un llamado a unir nuestras habilidades y recursos para bendecir al necesitado en todos los aspectos de su vida. Hoy son muchos los cristianos y las congregaciones que se han dado a la tarea de acompañar sus prédicas y exhortaciones a los abatidos con un buen plato de comida caliente, o con ropa limpia o alojamiento. Pero todavía nos faltan muchísimas áreas que impactar en nuestras comunidades. Dios esta buscando gente comprometida a la proclamación de un evangelio integral. A nosotros nos toca ofrecer lo que tenemos, y Cristo se encarga de multiplicarlo hasta la saciedad. Por lo tanto, ¡démosles nosotros de comer!

 

 

Samuel L. Caraballo - Esp. Ética Social - Boston, Massachusetts

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - SAMUEL L. CARABALLO-HERNÁNDEZ - La amplitud del llamado