La difamación, la injuria y el falso testimonio

Decir la verdad ya es un hecho poco creíble; mientras lo falso va en constante ascenso. El que difama maneja la mente colectiva con total impunidad.

24 DE JUNIO DE 2018 · 11:00

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Los multimedios siguen imponiendo una filosofía informativa que genera pingües ganancias. A los ‘creativos de la información’ no les interesa buscar la verdad; flipan cuando dan con alguna noticia que la gente abraza rápidamente. Así sea una gran mentira.

Una muestra cabal de lo dicho es lo ocurrido recientemente con una difamación de Telecinco de España, y que nos toca directamente a la comunidad cristiana evangélica. (01)

Los que enseñan periodismo saben que “construir imágenes comunicacionalmente sin tener todos los elementos que permitan corroborarlas, es una tendencia que tiene consecuencias éticas sobre las que tenemos que reflexionar.” (02)

La construcción del mensaje a publicar se ha vuelto más importante que el análisis de la raíz del hecho que lo origina, su naturaleza real y las consecuencias comprobables del mismo. Para los que llevamos décadas trabajando en temas de la responsabilidad social el ‘constructivismo’ del comunicador social ha entrado en un terreno muy denigrante para esa profesión.

La fuente citada señala esa actitud como muy negativa, en tanto no se haga “cargo de la responsabilidad ética que conlleva todo aporte a la construcción de la realidad.”

Basta para comprenderlo, apreciar el impacto que produce en el colectivo social cuando los transeúntes son abordados de manera ostentosa por los entrevistadores, micrófono en mano.

Más importante es que, ante la dificultad de saber si algo es o no verdad, lo emocional se impone a lo racional y reflexivo, generando conductas sumisas al ‘comunicador social’.

“Una mentira disfrazada de información fidedigna puede llegar a ser extremadamente peligrosa, tanto por su capacidad de causar un profundo daño, como por la dificultad de ser revertida al terreno de lo cierto.” (03)

Es muy difícil, por ejemplo, que una información difamatoria contra alguien, por muy falsa que sea, no genere un impacto altamente negativo sobre su imagen, sobre la percepción que de ese alguien se tiene. Tras ese impacto, el rumor se viste de verdad, y se levanta un juicio y una condena social que ‘no tiene tiempo’ (ni se lo hace) para verificar si es cierta o no la información circulada, y si la fuente que la echó a rodar se ajustó a la verdad. 

La gravedad de esta costumbre perversa es que afecta a la honra y la dignidad de las personas y sus entornos victimizados. A ellos el halo de sospecha producto de las acciones difamatorias, los seguirá afectando aunque una investigación judicial o los mismos medios de comunicación  terminen desmintiendo las acusaciones. Porque, cuando se llega a saber la verdad, el daño hace mucho tiempo que fue hecho. 

El éxito de la pos verdad reside en que se ha dejado de cuestionar la información que se recibe y, peor aún, se retransmite dándose por cierta sin que importen las consecuencias. Existe en esto una doble responsabilidad. De parte de los medios de comunicación que no verifican la información, y también de quienes recibimos el mensaje; pues más de una vez elegimos creer solo las versiones que confirman nuestros prejuicios: “lo han pasado por la TV”, “lo escuché por radio”, “lo compartieron en un post”, “lo dijo Fulano”…….

En aras de ser ciudadanos más responsables, tenemos que hacernos cargo de escoger no mentir, descreer de la mentira, y de evitar a los amigos acostumbrados a mentir.

En la acera opuesta a la prensa difamadora, las Escrituras no dan lugar a ninguna duda. Continuando nuestro análisis de las características de los injustos que no verán a Dios, (04) el AT nos revela la forma contundente con que Dios le ordena a Moisés legislar sobre un pueblo indomable y rebelde como el israelita.

“No dirás contra tu prójimo falso testimonio.” (05)

El salmista tomó una fuerte decisión en su vida, y la expresa de esta manera:

“… el que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.” (06)

El rey sabio enseñó mucho sobre los peligros de la difamación, a la que define también como ‘falso testimonio’, y describe al difamador de manera contundente:

“Martillo, cuchillo y saeta aguda es el hombre que dice contra su prójimo falso testimonio.” (07)

En sucesivos proverbios va mostrando las características del difamador, por las cuales ese injusto no entrará en el reino de Dios. En contraste con el testigo verdadero, que “no miente (y) salva vidas” describe al testigo falso como el que: “… dice mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.” Y advierte cuál será el final del mismo:

“El testigo falso no quedará sin castigo, y el que dice mentiras no escapará (…) perecerá”. (08)

El pueblo escogido en la Antigüedad se rebeló innumerables veces contra Jehová Dios. A tal punto llegó su rebelión que prefirieron creer a las mentiras antes que a la verdad. Los describe así el profeta Isaías:

“…dicen a los videntes: ‘No tengáis visiones’, y a los profetas: ‘No nos profeticéis la verdad, sino decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras’”. (09)

El profeta Jeremías no lo tuvo más fácil; debió amonestar a ese pueblo rebelde y a sus profetas complacientes de manera drástica. Por orden divina compara a los de Jerusalén con los corruptos de Sodoma y Gomorra, que habían sido destruidos debido a su enorme maldad:

“Cada uno engaña a su compañero y ninguno dice la verdad. Han acostumbrado su lengua a decir mentiras y se ocupan de actuar perversamente (...) Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas: cometen adulterios, andan con mentiras y fortalecen las manos de los malos, para que ninguno se convierta de su maldad. Me son todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.” (10)

El profeta Ezequiel es enviado por Dios para advertir a los falsos profetas de Jerusalén:

“Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío para que no se apartara de su mal camino, infundiéndole ánimo, por eso, no veréis más visión vana ni practicaréis más la adivinación. Yo libraré a mi pueblo de vuestras manos. Y sabréis que yo soy Jehová.” (11)

La maldad del pueblo que se apartó de Dios no encontraba fin; el profeta Oseas es enviado a amonestar a los súbditos que vivían bajo el dividido reino, el del Norte:

“Con su maldad alegran al rey; con sus mentiras, a los príncipes (…) ¡Ay de ellos! porque se apartaron de mí; destrucción vendrá sobre ellos, porque contra mí se rebelaron. Yo los redimiría, pero ellos hablan mentiras contra mí.” (12)

La mentira, sobre la cual se basa y difunde la difamación, hizo que Jehová, ‘la Roca’ de Israel, pusiera un temible punto final a la pertinaz contumacia de ese pueblo; y por boca del profeta Amós emite su sentencia:

“Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo: porque menospreciaron la ley de Jehová, no guardaron sus ordenanzas y los hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres.” (13)

La posición de Dios frente a la mentira, difamación o falso testimonio, no varía en el NT. Por el contrario, Jesús profundizó la enseñanza antigua y explicó dónde se origina ese odioso hábito:

“porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (14)

Al joven rico que se acercó a preguntarle haciendo qué bien podía ganar la vida eterna, Jesús le remite a los mandamientos. Para asegurarse el muchacho insiste preguntando:

“¿Cuáles? Y Jesús le contestó: ‘No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.’” (15)

Conocemos bien este episodio. El muchacho tenía muchas posesiones; Jesús pasa de la respuesta que recibe de él, y le manda desprenderse de sus riquezas, repartirlas entre los pobres y seguirle. Al parecer, esa acción no había entrado en los cálculos del joven. No sabemos si habrá recapacitado o no tras este encuentro. Lo cierto es que se fue entristecido. Podemos apreciar aquí la importancia que dio Jesús a la conducta de las personas que deseen valerse de sus propios deseos para ser recompensados con la vida eterna. Deben cumplir no solo con la letra de los mandamientos sino con el espíritu de los mismos. Y como ha quedado históricamente demostrado, la Biblia afirma que el único ser humano que cumplió con la letra y el espíritu de la Ley, es Jesucristo.

Precisamente, los enemigos del Maestro de Galilea buscaban encontrar a alguien que diese falso testimonio de él para condenarle a muerte. Así de sencillo. Y lo consiguieron. Pero de tan fácil que fue se les complicó: había muchas versiones, y como todas eran falsas no concordaban; hasta se contradecían unas con otras.(16)

Podemos concluir diciendo que hoy, como dos mil años atrás, la mentira repetida lograba el fin premeditado creando caos y confusión. El refrán ‘a río revuelto, ganancia de pescadores’ tenía su versión adecuada a la época. También es un hecho que el resultado de la difamación genera muchas interpretaciones pues cada cual pretende ser la verdadera. De allí que los ‘me gusta’ decidirán que la más votada lo sea, como corresponde a una ‘sociedad en democracia’. Mientras tanto, el difamador asalariado es felicitado por sus empleadores, quienes le exigirán superar su propio listón para no perder su trabajo.

Los injustos no entrarán en el reino de Dios. Entonces, no basta con decir ‘yo no haga nada malo’, ‘siempre intento hacer el bien’, ‘Dios es amor y al final salvará a todos’. Nada de eso es verdad. El magisterio de Jesucristo respecto de la Ley y los profetas se resume en lo dicho por aquél intérprete de la Ley cuando le respondió a Jesús: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” (17) El término ‘prójimo’ también incluye a cualquiera que nos difame y haga daño. El Señor nos ayude a obrar según el consejo del apóstol Pablo:

“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” (18)

 

Notas

01.http://protestantedigital.com/espana/17488/La_Alianza_Evangelica_Espanola_protesta_a_Tele5_por_la_emision_de_un_video_que_se_burla_de_Jesucristo

02. Claudia Miralles Abarca; Universidad de Chile. http://opinion.cooperativa.cl/opinion/etica/pos-verdad-los-efectos-de-la-difamacion-en-las-personas/2018-01-04/065751.html

03. Ibíd. 02, todas las citas entre comillas pertenecen a la profesora Miralles Abarca.

04. http://protestantedigital.com/magacin/44796/La_correccion_es_buena_si_comienza_en_casa

05. Éxodo 20:16; Deuteronomio 5:20.

06. Salmos 101:7.

07. Proverbios 25:18.

08. Ibíd. 6:19; 14:5,25;19:5,9.

09. Isaías 30:10.

10. Jeremías 9:5; 23:14.

11. Ezequiel 13:22.

12. Oseas 7:3,13.

13. Amós 2:4.

14. Mateo 15:19.

15. Mateo 19:18; Marcos 10:19 dice: “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.”; comparar con Lucas 18:20.

16. Mateo 26:59; Marcos 14:56-59.

17. Lucas 10:27; Romanos 13:9.

18. Romanos 12:21.

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