Arqueología, Moisés y el Pentateuco

Históricamente no hay razones por las cuales Génesis y el resto del Pentateuco no puedan venir exactamente de la época de la cual pretenden venir.

06 DE JUNIO DE 2018 · 07:00

Una de las tablillas de Zimri-Lim. rey de Mari, que data del 1780 a. C.. / Wikimedia Commons,
Una de las tablillas de Zimri-Lim. rey de Mari, que data del 1780 a. C.. / Wikimedia Commons

En los anteriores artículos se han mencionado ocho puntos que apoyan la autoría mosaica del Pentateuco. Continuamos enumerando otros dos:  

 

9. No hay tensiones textuales en Números 16

El caso de Números 16 es otro ejemplo de la tendencia entre los seguidores de la hipótesis documentaria de construir artificialmente dos tradiciones diferentes. El “problema” radica en el hecho de que en 16:1 se mencionan los líderes de una rebelión contra Moisés: Coré, Datán, Abiram y On. Pero luego resulta que en ciertas ocasiones solamente se mencionan Coré (5.6.8.16.40.49) o Datán y Abiram (12) o Coré, Datán y Abiram (27). A On no se le menciona en el resto del capítulo. Caben las siguientes observaciones:

a. On era el único de los cuatro al que no se vuelve a mencionar. El texto no dice por qué, pero lo más sensato es suponer que decidió no seguir con los rebeldes. De hecho hay una tradición judía en este sentido que se menciona en el Talmud.

b. Coré era obviamente el instigador principal de los rebeldes y, por lo tanto, la persona más importante, entre otras razones porque era familiar directo de Moisés: el padre de Coré, Izhar y el padre de Moisés, Amram, eran hermanos. Además era el único de los cuatro que era levita.

c. Sin la necesidad de recurrir a la construcción artificial de varias tradiciones y fuentes, podemos simplemente suponer que había dos rebeliones: por un lado una rebelión liderada por el Coré y otra liderada por Datán y Abiram aunque inspirada por Coré.

d. En los versículos 3-11 se nos relata cómo se quejan delante de Moisés y como Moisés les desafía para el día siguiente.

e. En el v. 12, Moisés convoca también al grupo de Datán y Abiram, pero se niegan a comparecer.

f. En los vv. 16 y 17 leemos la repetición de la convocatoria de Coré. Este tipo de repetición puede parecer extraña para un lector en el siglo XXI, pero era un medio de estilo muy común y típico en la literatura de Oriente Medio de la época. Los conocemos de escritos babilonios, ugaríticos e incluso de autores griegos. La repetición es un estilo típico sobre todo en la literatura semítica y no solamente en la poesía (parallelismus membrorum), sino también en la prosa.

g. Coré acude a la convocatoria de Moisés (18-19).

h. Moisés y Aarón son llamados a separarse del pueblo, porque Dios quiere destruirlo (20-22)

i. Por la intercesión de ambos, Dios es clemente y ordena ahora a la congregación separarse de las tiendas de los tres rebeldes (23-24).

j. Ahora viene el juicio contra Datán y Abiram. El pueblo se separa también de la tienda de Coré pero el juicio es el de Datán y Abiram (25-27).

k. Finalmente se lleva a cabo el juicio (28-34).

l. El juicio contra Coré y sus hombres se describe en el v. (35). Es juicio por fuego.

En Deuteronomio 11:6 se habla que la tierra tragó a Datán y Abiram. Esto es cierto, porque como vimos, en el relato de Números 16, Coré muere por fuego. Y curiosamente el Salmo 106:17 habla del mismo hecho: Datán y Abiram fueron tragados por la tierra. Pero en el versículo siguiente, el salmo habla del fuego que consumió entre otros a Coré, sin mencionarle explícitamente.

Que la identificación de diferentes voces a raíz de ciertas claves (en el caso de la hipótesis documentaria pueden ser nombres de Dios, aramaísmos, etc., etc.) es un ejercicio extremadamente subjetivo queda patente porque ciertos estudiosos oscilaban entre los que consideran que en el Pentateuco no queda absolutamente nada de Moisés, y aquellos más moderados, que por lo menos admiten que queda también la voz mosaica.

En su libro The Higher Criticism of the Pentateuch (New York, 1895), William Green ya comprobó hace más de un siglo que el argumento de que las diferentes fuentes o voces en cierto pasaje, donde cada una leída por si misma forman dos historias coherentes y continuas, se pueden aplicar a casi cualquier texto. Green cogió la parábola del hijo pródigo y la sometió al mismo tratamiento que algunos teólogos (por cierto: teólogos, no historiadores) aplican al Pentateuco. El resultado se puede ver en su libro en las páginas 119 y 120. Fue capaz de construir dos historias de una sola, sin repetir ni un solo versículo.

Además queda la pregunta: ¿quién decide si los criterios para identificar las supuestas fuentes son válidos o no? Porque precisamente estos criterios cambian continuamente según la última moda teológica.

Hablar de soluciones “inocentes” o “simples” cuando uno toma un documento histórico en serio sin que haya razones de peso que lo desaconseje significa no aplicar a un documento histórico el beneficio de la duda, cosa que cualquier historiador formado aprende ya en el primer semestre de su carrera. De esto hablaré con más detalle más adelante. 

 

10. Existen documentos del III y II milenio aC del Medio Oriente que contienen referencias directas a elementos mencionados en el Pentateuco

No solamente las excavaciones de Tel Mardikh (Ebla) (que solamente entre 1974 y 1976 sacaron a la luz 15.000 tablillas de barro), sino también numerosas excavaciones en Israel (Megiddo, capa XIX, Bet Sean ,XVI y XII, Tel Shune, II III y III, Arad, IV, etc.) confirman asentamientos en el Neguev y en otras partes del sur de la zona. El nombre Abram sale en un texto de Dilbat. En las tablas de Mari del siglo XVIII a.C.  se encuentran nombres como Tuhari (Taré), Nahur (Nahor), Sarugi (Serug), Laban y Mar (Ben)-Jamin (Benjamín). Por supuesto, esto no quiere decir que son los personajes del Pentateuco, pero por lo menos existe una confirmación de que los nombres no eran ficticios y encajan nítidamente en la época de la cual pretenden venir. Pero lo que es mucho más importante: otros textos de la zona y de Alalah (siglo XVIII – XV), Ur, Ras Shamra (siglo XIV) y Nuzi (siglo XV) contienen referencias a costumbres sociales de la época de los patriarcas (por ejemplo, Génesis 15:4). Y voy a terminar aquí con la enumeración porque sería muy larga. Y por cierto, Israel se menciona por primera vez en la estela de Laquís, datada en el año 1224 a.C. en una enumeración de ciudades y pueblos que el faraón de Egipto pretendía haber conquistado. Esto es un testimonio del II milenio aC. Otra estela de Sethos I de Bet Sean del año 1313 menciona a los “apiru” que en la opinión de muchos arqueólogos son los “hebreos”.

Es cierto que no hay referencias directas a los patriarcas, pero obviamente hay referencias a nombres muy similares y lo que es mucho más importante: existen referencias a algunas de las tradiciones que eran difíciles de comprender (p.ej. Génesis 15 – 17) hace tan solo 50 años. Todo esto solo ha confirmado muchos detalles del libro de Génesis. Arqueológicamente e históricamente no hay razones por las cuales Génesis y el resto del Pentateuco no puedan venir exactamente de la época de la cual pretenden venir.

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