Razones que avalan a Moisés como autor del Pentateuco

¿Se equivocó Jesucristo al afirmar que la Ley era de Moisés?

23 DE MAYO DE 2018 · 08:00

Manuscrito del siglo V de Deuteronomio y Josué, del Códice Washingtonensis. / Wikimedia Commons,
Manuscrito del siglo V de Deuteronomio y Josué, del Códice Washingtonensis. / Wikimedia Commons

Tras el artículo publicado la semana pasada sobre la Hipótesis Documentaria, me gustaría tratar las razones favorables a una autoría mosaica del Pentateuco. Cuando hablamos de ejemplos concretos, la niebla se disipa y vemos las cosas con más claridad.

Llevo 40 años estudiando las razones que hablan a favor de Moisés y a través de mi trayectoria teológica me he visto involucrado en infinidad de debates con personas que no comparten mis criterios. Estos debates, sin embargo, me han ayudado a reflexionar sobre mi propia postura y ser (hasta donde soy capaz) más coherente y claro.

 

1. Moisés no es una de las voces del Pentateuco, es la voz

El argumento de que Moisés no podía haber escrito el Pentateuco porque Deuteronomio 34 habla de su propia muerte está tan visto como es superficial. Es evidente que Moisés no escribió Deuteronomio 34 y que él usaba fuentes ya existentes que además se mencionan en el Pentateuco mismo por lo menos en una ocasión (Números 21:14). Pero esas fuentes no tienen nada que ver con las fuentes artificiales e inexistentes de la Hipótesis Documentaria. Moisés desde luego no es una de varias voces, sino es la única y en el sentido en el que he usado la palabra: es el único autor (con las excepciones ya mencionadas). A excepción de Génesis, Moisés nos es presentado claramente como la persona que recibe explícitamente una palabra de parte de Dios. Las referencias son abundantes:

Éxodo 12:1-28; 20-31; 34.

Levítico 1-8; 13; 16-27.

Números 1-2; 4; 6:1-21; 8:1-22; 15; 19; 27:6-23; 28; 29; 30; 35.

Deuteronomio 1-33.

Cierto, no hay ningún versículo que diga: “Moisés es el autor de todo el Pentateuco”. Pero Moisés es el único nombre que aparece en toda la Biblia relacionado con la autoría del Pentateuco. Esta evidencia es tan abrumadora que solamente caben dos posibilidades:

  • Tomarlo en serio.
  • Negarlo y afirmar que todos los autores bíblicos (incluido Jesucristo) se equivocaron al tomarlo en serio.

La pregunta es: ¿Habló Dios a Moisés? El texto lo dice claramente. ¿Hay razones para ponerlo en duda? Si fuera así, entonces, el mismo texto que nos anima a decir la verdad (por ejemplo en los 10 mandamientos) nos miente porque presume contener algo que no es verídico.

Y en este contexto caben unas pocas palabras sobre Deuteronomio 34. Constatar que el capítulo 34 de Deuteronomio posiblemente fue escrito por Josué (por cierto: muy en consonancia con la costumbre de entonces de añadir el relato de la muerte de un “héroe” al final de su libro) y que un redactor final del AT (posiblemente Esdras) cambiara algún que otro detalle de índole geográfico u onomástico en el Pentateuco, no significa tener que hablar de “varias voces” en el Pentateuco. Y desde luego, no significa que ese redactor final cambiara el contenido a su antojo. Que Moisés haya usado fuentes ya existentes no significa que él no escribiera personalmente el Pentateuco o con la ayuda de un secretario (como también lo hacen otros autores de libros bíblicos). ¿Cuántas fuentes habrá usado Ken Follet en cualquiera de sus novelas históricas? Sin embargo, a nadie se le ocurriría llamarle otra cosa que “autor” de sus respectivas obras.

Por cierto: ¿Alguien ha intentado encontrar varias fuentes en el Codex Hammurabi o en la Guerra de las Galias o en la Epopeya de Gilgamesh?

 

2. El resto del Antiguo Testamento afirma inequívocamente que la redacción del Pentateuco se relaciona con Moisés

Aparte de las evidencias internas de las cuales ya hemos hablado, el resto del Antiguo Testamento afirma claramente la autoría de Moisés de la Ley. ¿Podemos confiar en este testimonio, o nos han mentido todos los autores desde Moisés hasta Malaquías? El número de referencias es sorprendentemente largo: Josué 1: 7-8; 8:31-32; 8:34; 23:6; I Reyes 2:3; II Reyes 14:6; 23:25; I Crónicas 22:13; II Crónicas 5:10; 23:18; 25:4; 30:16; 33:8; 34:14; 35:12; Esdras 3:2; 6:18; 7:6; Nehemías 1:7-8; 8:1-14; 9:14; 10:20; 13:1; Daniel 9:11-13; Malaquías 4:4.

¿Es todo esto mera “tradición”? ¿No son más bien fuentes históricas que en su conjunto apuntan muy claramente a una sola persona como autor del Pentateuco?

 

3. El Nuevo Testamento afirma inequívocamente que la redacción del Pentateuco se relaciona con Moisés

Lo creyeron los apóstoles: Marcos 12:19; Juan 1:17; Romanos 10:5. De hecho, hay una docena de referencias más que aquí por piedad con el lector no menciono.

Y sobre todo, lo creyó Jesucristo: Marcos 7:10; 10:3-5; 12:26; Lucas 5:14; 16:19-31; 24:27.44; Juan 5:45-47; 7:19.23.

¿Se equivocó también Jesucristo al afirmar que la Ley era de Moisés? La palabra “torah” en hebreo era y sigue siendo equivalente en los tiempos de Jesucristo y hasta el día de hoy con el Pentateuco, tal y como lo conocemos. Más: la palabra “Moisés” y “Pentateuco” eran intercambiables (Lucas 24:27 y 44). Y en este mismo sentido sigue siendo usado por los judíos hasta el día de hoy.

La evidencia (solamente por estos testimonios) es tan abrumadora que efectivamente no puedo llegar a otra conclusión que no sea esta: Moisés escribió todo el Pentateuco, a veces limitándose a escribir lo que recibía de Dios (Levítico), a veces usando probablemente fuentes antiguas (Génesis), a veces contando sus propias vivencias (Éxodo, Números) y a veces conservando su propios discursos (Deuteronomio).

 

4. La homogeneidad del libro de Deuteronomio y su forma indican precisamente que Moisés fue su autor

Ya en el año 1955 George Mendenhall (Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East, Pittburgh 1955) publicó un libro muy interesante donde describe los tratados de suzeranía contraídos entre los reyes de Medio Oriente y sus súbditos. G. Ernest Wright (God who acts, London 1958) luego comenta que el gran descubrimiento de Mendenhall radica en el hecho de que Deuteronomio refleja en su estructura los tratados de suzeranía de la Edad de Bronce tardía tal y como son descritos en los archivos de los hetitas (también llamados “hititas” o “heteos”). Prácticamente todos los tratados de los siglos XIV y XV a.C. siguen este modelo que contenía 6 puntos principales y que fueron en su momento ampliamente descritos en la literatura teológica (por ejemplo K.A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament, Chicago 1966). Este hecho fue elaborado con todo lujo de detalles por expertos en el Antiguo Testamento como Kline, McCarthy y más recientemente por James B. Jordan (Covenant sequence in Leviticus and Deuteronomy, Tylor, 1989). Incluso un defensor de la crítica formal como Gerhard von Rad admite que tiene que haber una conexión entre los tratados de suzeranía hetitas y la estructura del libro de Deuteronomio (Old Testament Theology, Edinburgh and London, 1962, p.52). 

Pero lo más curioso viene al comparar dichas formas de tratados de suzeranía del primer milenio antes de Cristo: difieren considerablemente en su estructura de los del segundo milenio a.C. Es decir, que la estructura del libro de Deuteronomio es en primer lugar homogéneo, y en segundo lugar muy conforme a las costumbres de la época de la cual pretende venir: la mitad del segundo milenio antes de Cristo.

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