¡Pero no tengo un testimonio impactante..!

¿Qué pasa si tu conversión no fue tan espectacular?

19 DE MAYO DE 2018 · 21:40

Foto: Pixabay.,
Foto: Pixabay.

Muy pocos cristianos tienen un testimonio de conversión impactante.

No obstante, un alto porcentaje de los testimonios que se oyen en grandes eventos evangelísticos se centra en lo sensacional.

“Dios me libró de la droga y del alcohol”.

“El Señor me alcanzó cuando estuve a punto de suicidarme”.

“Cristo me perdonó siendo yo un líder de pandilla al estilo Nicky Cruz”.

Evidentemente, damos la gloria y las gracias al Padre por cada testimonio asombroso; sin embargo, hay que reconocer que la gran mayoría de los hermanos en nuestras iglesias locales tiene testimonios muy normales, o sea, comunes y corrientes.

Por ejemplo:

“Nací en una familia cristiana y me enseñaron el evangelio desde chiquitito”.

“Llevo toda la vida en la iglesia y no sé cuándo nací de nuevo; pero sé que soy pecador y que Cristo me ha perdonado”.

“Me convertí por medio de un estudio bíblico en un grupo de hogar, en un culto dominical o gracias a las palabras de un amigo mío”.

Estos testimonios más convencionales son tan valiosos como los espectaculares.

Es cierto que los testimonios dramáticos nos quitan el aliento pero la gente de la calle se puede identificar más fácilmente con testimonios sencillos.

Bíblicamente hablando, hay muy pocos testimonios de conversión “del otro mundo”.

El primer ejemplo que nos viene a todos a la mente es la historia de Saulo de Tarso (el apóstol Pablo); pero salvo el caso de Saulo, existen poquísimos relatos de conversiones pasmosas en las Escrituras.

Están Manasés, Nabucodonosor, Zaqueo, Sergio Paulo, el carcelero de Filipos y muy pocos más.

 

El apóstol Pablo tiene el relato de conversión más asombroso en toda la Biblia. / Pixabay

La conversión de un hijo de creyentes es tan poderosa y gloriosa como el testimonio de la salvación de un paganazo endemoniado perdido en fiestas, bebidas y fornicación.

¿Por qué?

Porque en ambos casos, la obra de regeneración efectuada por Dios vence la enemistad del endurecido corazón humano. Aunque nos cueste creerlo a veces, los hijos de los creyentes son tan malvados y pecadores como los hijos de los ateos.

En suma, si te sientes un poco desanimado y decaído porque no tienes un testimonio impactante, ¡estate tranquilo! ¡Regocíjate en la gracia de Dios que ha obrado gloriosamente en ti!

No pasa nada si no tienes un testimonio impactante.

Lo que cuenta es que hoy mismo el Señor Jesús sigue actuando en y a través de ti.

¡A Él sea la gloria ahora y para siempre!

Amén.

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