Él siempre ha estado ahí

Ya es primavera y todo huele a promesas por cumplir.

14 DE MAYO DE 2018 · 16:00

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El aire que envuelve tu corazón se ha vuelto añejo, ha perdido la jovial vitalidad y el perfume a espliego. Enmudece en tus manos la calidez que antes desplegaban, el roce tierno de lo nuevo, la tersura de lo amable. Es la soledad una triste compañera de viaje para quien desea estar acompañado. Tienes que hacer un esfuerzo para retener ese lamento que con ahínco anhela ser exhalado al aire para sucumbir en un  universo de suspiros.

Aguardar las presurosas lágrimas que se acumulan en los ojos con la única ambición de ser derramadas en un mar de llanto solitario. Sequedad en los labios que tristes  se curvan hacia la tierra, implorando que un soplo lleno de gracia sature de risa lo que ha quedado mustio tras el paso del invierno. Pero ya es primavera, tiempo de sol, de despertares. Ya es primavera y todo huele a promesas por cumplir.

Debes atender a ese canto que misteriosamente emiten quien más te ama, una melodía profunda que narra historias olvidadas. Él está ahí, esperando. ¿No lo sientes? Él siempre ha estado ahí, deseando que lo invoques, que le expreses con un gesto de fe que sigues confiando en su poder. Tú sabes, que aún en la espera silenciosa, Él te escucha.

No sé tú, pero yo no quiero estar entre la multitud que sentada espera a que le llegue el pan y el pescado  para luego seguir el  camino sin ser consciente del milagro acontecido. Quiero acercarme a Él, quiero estar en la barca azotada por las olas y ver asombrada como la mar queda en calma al sonido de su voz. Quiero sentarme a la mesa y verle partir el pan, quiero recostarme a sus pies simulando ser María. Anhelo estar ahí, en actitud de humildad.

No resulta fácil para ti cultivar  en soledad el valor de la compañía, pero sé que este dolor que hoy te arrebata el sueño es un camino sinuoso pero certero que te lleva hasta el corazón debilitado para hacerte cómplice del sufrimiento impropio. Es allí donde las cosas profundas fluyen con sencillez y te pueden enseñar el camino hacia una vida de excelencia. Allí el sonido de su voz no se pierde entre el bullicio de de la muchedumbre sino que llega hasta ti acompasado y sereno. Oye lo Él tiene que decir. Abandona la estancia gris en la que habitas y extiende tus alas, Él te espera.

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