James Cone y la Teología negra de la liberación (I)

Su teología, de fuerte potencial profético, estableció una clara línea de discernimiento sobre la acción de Dios en el mundo.

06 DE MAYO DE 2018 · 06:00

James Cone.,
James Cone.

Puesto que Dios nos ha liberado, estamos emplazados a acercarnos a nuestro prójimo y reconciliarnos con él, especialmente con nuestro prójimo blanco. Pero esto no significa que tengamos que dejarnos prescribir por los blancos lo que significa reconciliación. Para nosotros, significa en primer lugar participar en el actuar revolucionario de Dios en el mundo, cambiando las estructuras políticas, económicas y sociales, de modo que las diferencias entre ricos y pobres, opresores y oprimidos, ya no sigan siendo las decisivas. No puede haber reconciliación entre esclavos y señores, mientras éstos no desaparezcan como tales. 1J.C., Teología negra

En muchos círculos teológicos se señala la aparente escasez de buenos teólogos/as estadunidenses con el argumento de que, debido a que la enorme cantidad de libros religiosos que se publica en ese país, cuesta trabajo discernir entre el trigo y la paja. De los convulsos años 60, en medio de la fiebre producida por los teólogos de “la muerte de Dios” (Thomas J.J. Altizer, William Hamilton, Paul van Buren, Gabriel Vahanian…) y por otras corrientes de pensamiento menores, es posible rescatar algunos nombres que siguen siendo valiosos hasta la fecha. Entre ellos están, por supuesto, Harvey Cox (1929), quien con La ciudad secular (1965) colocó nuevamente a la teología como materia de discusión en espacios no solamente eclesiales gracias a su gran perspicacia para trabajar los temas relacionados con la secularización. Vigente aún, se ha acercado al estudio de los pentecostalismos y a las transformaciones de la praxis cristiana. De la misma época, por edad, hay que destacar a Walter Brueggemann (nacido en 1933), figura señera del pensamiento cristiano actual, quien se ha consolidado como una de las figuras proféticas más relevantes de finales del siglo XX e inicios del XXI, también con una amplia obra de diálogo entre la Biblia y la realidad presente. Otro nombre importante es el Y, por supuesto, sin olvidar a Cornel West, casi 20 años más joven que Cone, es un pensador con el que éste tuvo mucha cercanía en los años recientes.

Pero quizá sea el recientemente fallecido James H. Cone, ministro metodista ordenado y profesor de amplia trayectoria en el Seminario Unión, de Nueva York, quien mejor encarnó el espíritu libertario y contestatario, utópico y práctico, al mismo tiempo, de las vanguardias teológicas que, en esos años, cambiaron definitivamente el rostro de la cristiandad estadunidense. Luego del notable impacto de Paul Tillich (1886-1965) y los hermanos Reinhold (1892-1971) y Richard Niebuhr (1894-1962), y de las aportaciones a la ética teológica de Paul Lehmann (1884-1964), el panorama de la teología en ese país no era necesariamente muy halagüeño. Cone, forjado en el cristianismo de raigambre afro-americana, conoció los duros momentos del racismo dentro del evangelicalismo tradicional, lo que lo llevó a simpatizar con varias de las vertientes del pensamiento y la acción que desembocaron en el movimiento del black power y en las propuestas de Martin Luther King, Jr. y Malcolm X.

 

Portada de Teología negra de la liberación.

De hecho, el libro que es reconocido como el detonante de la teología negra fue, precisamente Black theology and black power (Teología negra y poder negro, 1969), al que seguirían A black theology of liberation (1970, traducido al castellano como Teología negra de la liberación, en 1973), The spirituals and the blues: an interpretation (Los espirituales y el blues: una interpretación, 1972), Martin & Malcolm & America: a dream or a nightmare? (Martin, Malcolm y América: ¿sueño o pesadilla?, 1972), God of the opressed (Dios de los oprimidos, 1975), For my people: black theology and black church (Por mi pueblo: teología negra e iglesia negra, 1984), hasta The cross and the lynching tree (La cruz y el árbol del linchamiento, 2011), y una gran cantidad de ensayos sueltos.2 En 1974 apareció en España Teología negra, teología de la liberación, en donde colaboraron, además de Cone, Paulo Freire, Hugo Assmann y Eduardo Bodipo Malumba. Originario de Arkansas (1936) y luego de sus estudios en el Seminario Garrett y en la Northwestern University (ambos en Illinois), comenzó a enseñar en el Philander Smith College (Arkansas), en el Adrian College (Michigan) antes de llegar, a principios de 1970, a Nueva York, donde se establecería definitivamente. En 2018 fue electo miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias.

Como se puede apreciar en la cita que abre este artículo, su comprensión de la teología estuvo marcada por la necesaria reivindicación de sus raíces cristianas negras, fuertemente sacudidas por el ambiente hostil por parte de la población blanca. En Teología negra de la liberación definió así el quehacer teológico:

Es el estudio racional del ser de Dios en el mundo, a la luz de la situación existencial de la comunidad oprimida, relacionando las fuerzas de la liberación con la esencia del evangelio, que es Jesucristo. Esto significa que la única razón de ser de la teología está en traducir a lenguaje ordenado el significado de la acción de Dios en el mundo, en términos que lleven a la comunidad de los oprimidos a reconocer cómo su impulso interior hacia la liberación no sólo armoniza con el evangelio, sino que es el evangelio de Jesucristo.3

La clave hermenéutica era la negritud, es decir, la experiencia de ver a Dios desde la óptica de las comunidades de origen africano, y la relectura a la que conduce inevitablemente se ligaba a las luchas por la dignidad de las mismas, atenazadas por los episodios de violencia y segregación de los que fueron objeto. Esta visión lo acercaba a las posturas del black power, como resume Juan José Tamayo: “Existe una gran similitud entre el mensaje del Poder Negro (Black Power) y el de Cristo. El Cristo Negro es imagen de la comunidad negra, comparte su suerte trágica, toma partido por ella y se opone a los valores de la cultura blanca”.4

 

Cone junto a Dorothe Sölle, Gustavo Gutiérrez y Jürgen Molrmann, a inicio de los 70.

Estricto contemporáneo de varios teólogos de la liberación, dialogó con esa corriente aunque hubo varios episodios de fricciones con algunos de ellos. Se recuerda, sobre todo el desencuentro acaecido en Detroit (“Theology in the Americas”), un evento separado apenas por unas semanas, del congreso “Liberación y cautiverio”, realizado en México en 1975, que marcó de manera muy importante el desarrollo de esta línea de pensamiento. Posteriormente, en 1977, volvió para participar en el encuentro de teologías llevado a cabo en la Comunidad Teológica de México, con la ponencia titulada Fe cristiana y praxis política, en el que estuvieron presentes Harvey Cox, Enrique Dussel, Sergio Arce y Jürgen Moltmann, entre otros teólogos. Entrevistado por la revista Proceso, describió su labor de esta manera:

Mi trabajo es, ante todo, de ministro de esta Iglesia y de profesor en una escuela. Y mi objetivo es articular el modo como la religión puede capacitar al pueblo para su lucha política, en su estructura política, y, por consiguiente, hago la mayor parte de mi trabajo en pequeñas comunidades y denominaciones de esa naturaleza. Lo principal de mi trabajo es la participación en una comunidad eclesiástica negra, que se esfuerza por crear modos alternativos de liberarse a sí misma del vínculo de la opresión y que se esfuerza por relacionar su liberación y a sí misma con otros pueblos oprimidos en el mundo.5

Y agregó, acerca de sus esfuerzos para dialogar con movimientos de otras regiones del mundo:

Por desgracia, la mayoría de los negros no saben mucho de los pueblo en Latinoamérica, Corea, Japón, que también luchan en un contexto similar. Tampoco ellos saben mucho sobre nosotros En consecuencia, estamos aislados y no vemos la relación entre el pequeño pueblo que lucha en los Estados Unidos y las grandes masas que luchan en el Tercer Mundo. Una de mis labores es proporcionar información sobre ello, de modo que empiecen a darse cuenta de que no son los únicos que luchan, sino que existen otros que están luchando igualmente, y que los oprimidos necesitan construir su propia comunicación entre unos y otros, de modo que puedan ser conscientes de la conexión entre su lucha y la lucha de otros pueblos oprimidos.

Ése fue el talante de su comprensión de la necesaria liberación de los pueblos oprimidos, donde quiera que estuviesen. Su teología, de fuerte potencial profético, estableció una clara línea de discernimiento sobre la acción de Dios en el mundo, en una época crucial para redefinir el papel de la religión en el mundo.

 

Notas

1 J. Cone, “Teología negra”, en Selecciones de Teología,

2 Cf. el curriculum vitae de Cone en el sitio: https://utsnyc.edu/wp-content/uploads/James-H.-Cone-Publications.pdf.

3 J. Cone, Teología negra de la liberación. Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1973, p. 15.

4 J.J. Tamayo, Para entender la teología de la liberación. Estella, Verbo Divino, p. 21.

5 “James H. Cone, líder negro”, en Proceso, 15 de octubre de 1977, www.proceso.com.mx/5345/james-h-cone-lider-negro.

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