Descubrieron el secreto, de V. Raymond Edman

El libro contiene testimonios de hombres y mujeres que han descubierto que la promesa de una vida más abundante es cierta.

19 DE ABRIL DE 2018 · 20:00

Un detalle de la portada del libro. ,descubrieron el secreto andamio
Un detalle de la portada del libro.

“Descubrieron el secreto. Veinte vidas transformadas que revelan la influencia de la eternidad”, de V. Raymond Edman (Publicaciones Andamio, 2018). Puede saber más sobre el libro aquí.

De vez en cuando descubrimos una vida que es radiante, que revela una riqueza, una calidez, un triunfo que nos intriga a la par que nos desafía.

Son las vidas que encontramos en biografías del pasado; y justo cuando empezamos a pensar que tales personas vivieron solo en tiempos pasados, nos encontramos con una en la vida real, ¡justo a mediados del siglo XX!

Normalmente, los detalles de sus experiencias difieren bastante; sin embargo, cuando escuchamos sus historias y contemplamos sus vidas, ya sea mediante la lectura o a través del contacto personal con ellas, empezamos a ver un patrón que revela su secreto. Han dejado atrás el desánimo y la derrota para obtener la victoria. La debilidad y el cansancio los han fortalecido. Partiendo de la ineficacia y de una aparente inutilidad, se han vuelto eficaces y entusiastas.

El patrón parece ser este: egocentrismo, confianza en sus propios esfuerzos, insatisfacción interna creciente y desánimo externo, la tentación de abandonarlo todo porque no hay otro camino; y luego el descubrimiento de que el Espíritu de Dios es su fortaleza, su guía, su confianza y su compañero; en una palabra, su vida.

La crisis de la vida profunda es la clave que revela el secreto de su transformación. Es el principio de la vida intercambiada.

¿Qué es la vida intercambiada? En realidad, no es algo, sino Alguien. Es la presencia del Señor Jesucristo hecha real y fructífera mediante el Espíritu Santo.

 

Portada del libro.

En el mundo no hay realidad más gloriosa que esta. Es la vida con V mayúscula.

Es una vida nueva en lugar de la vieja. Es alegría en lugar de cansancio y brillantez en lugar de monotonía. Es fortaleza en vez de debilidad y seguridad en vez de incertidumbre. Es triunfo aun en medio de las lágrimas y ternura de corazón en lugar de susceptibilidad. Es humildad de espíritu en vez de la exaltación de uno mismo, y es también la belleza de la vida debida a la presencia del Hermoso.

Podemos usar muchos adjetivos para describirla: abundante, rebosante, vencedora, omnipresente, satisfactoria, gozosa, victoriosa; y cada adjetivo es solo un aspecto de una vida que se puede experimentar, pero no explicar por completo.

El Salvador dijo: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Hallamos la novedad de vida en Cristo cuando le recibimos como nuestro Salvador frente a la condenación del pecado. Encontramos la abundancia de esa vida cuando entregamos nuestro yo y aprovechamos los recursos infalibles del Todopoderoso. Ahí está la vida y vida abundante. Esta es la vida intercambiada.

Por lo que yo sé, el primero en usar la expresión “vida intercambiada” fue J. Hudson Taylor, fundador de la Misión en el Interior de China. En medio de las luchas y las penurias, en medio del desánimo y la derrota, descubrió la vida más abundante en Cristo. No he encontrado una descripción mejor que esta: la vida intercambiada.

Este libro contiene testimonios de hombres y mujeres que han descubierto que la promesa de una vida más abundante es cierta. Siguiendo el proceso adecuado para un testigo, nos dicen qué sucedió en lugar de intentar enseñarnos con todo detalle la doctrina subyacente en su experiencia. De entre una multitud de testigos repartidos por los siglos he escogido solamente a unos pocos a modo de ilustración. El patrón de sus experiencias se parece bastante. Todos habían creído en el Salvador, pero aun así estaban cargados y confusos, no eran fieles ni fructíferos, anhelaban sin cesar un camino mejor, y sus esfuerzos no les permitían alcanzar una vida mejor. Entonces pasaron por una crisis en la cual entregaron por completo su corazón al Señor, tuvieron un encuentro con él en lo más profundo de su espíritu; allí descubrieron que el Espíritu Santo es una fuente infalible de vida y de renovación. A partir de ese momento sus vidas no volvieron a ser las mismas, porque de una u otra manera habían aprendido lo que testificó el apóstol Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Habían intercambiado la vida vieja por la nueva.

He elegido adrede a testigos con distintas personalidades y trasfondos. ¡Dios no se centra en la personalidad! Hay personas del pasado, como John Bunyan, y de hoy en día, como Richard C. Halverson y William P. Nicholson. Hay pastores como A. J. Gordon y laicos como Dwight L. Moody.

Algunos son muy conocidos, como Charles G. Finney, mientras que quizá otros lo sean menos o hayan caído en el olvido, como J. A. Wood. Hay místicos como Andrew Murray y hombres pragmáticos como Charles G. Trumbull y Robert E. Nicholas. Hay mujeres además de hombres: Frances Ridley Havergal, británica, Amy Carmichael, de la India, y Eugenia Price, de los Estados Unidos contemporáneos.

Los detalles de sus experiencias de la crisis de esa vida más profunda son encantadoramente distintos; sin embargo, su testimonio sobre la realidad de la alegría y el poder de la vida llena del Espíritu es unánime. En la Escritura no se nos enseña a buscar la experiencia. Más bien la Palabra dice: “Buscad al Señor”. Es él quien satisface al alma que anhela; ¡él es el secreto de la vida intercambiada!

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