Un mundo de aguijones

En la Biblia, las avispas constituyen un instrumento divino para hostigar a los moradores de Canaán y molestarlos mediante sus dolorosas picaduras.

25 DE MARZO DE 2018 · 10:00

Avispa. / Antonio Cruz,
Avispa. / Antonio Cruz

Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti. (Ex. 23:28)

La palabra hebrea tsirah que se traduce por “avispa” en la Biblia (Ex. 23:28; Dt. 1:44; 7:20) parece referirse a la mayor y más beligerante de las especies conocidas en Europa. Es decir, al avispón europeo (Vespa crabro), que asimismo habita en Asia y es muy común en Palestina. Desde el siglo XIX, también colonizó Norteamérica. Se trata de un insecto himenóptero perteneciente a la familia Vespidae, cuya reina puede alcanzar los tres centímetros y medio de longitud, mientras que las obreras son más pequeñas. Cuando se le molesta, ataca tanto a los animales como a las personas para defender su nido, puesto que es muy territorial. En ocasiones, ruidos o movimientos bruscos pueden irritarlas y provocar ataques de muchos ejemplares a la vez. Sólo pican las hembras ya que los machos carecen de aguijón. Su picadura resulta dolorosa para los humanos y puede incluso provocar la muerte, sobre todo si son cientos de individuos los que atacan juntos.

El aguijón de las avispas es similar a una pequeña aguja hipodérmica conectada a una glándula de veneno. La diferencia entre la picadura de las abejas y la de las avispas consiste en que, en las primeras, la parte final del intestino se les desgarra al huir después de picar, con lo que les sobreviene la muerte. Sin embargo, en las avispas esto no ocurre y pueden seguir picando tantas veces como deseen. La forma de arpón del aguijón de las abejas hace que no pueda desclavarse después de picar, mientras que la forma de aguja lisa del aguijón de las avispas permite fácilmente su extracción. Esta es precisamente la analogía que usa el apóstol Pablo al exclamar: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Co. 15:55). Nada hay en la muerte que pueda dañar al creyente que confía en el amor de su Señor. La muerte ha dejado su aguijón clavado en la cruz de Cristo y ya no tiene poder para dañar a los hijos de Dios. La victoria de Jesucristo sobre la tumba es también la victoria de su pueblo.

El pastor bautista, Charles Spurgeon, comentando el versículo 10 del salmo 32 (Muchos son los dolores de los malvados, pero el amor inagotable rodea a los que confían en el Señor), se refería también en el siglo XIX a otra diferencia fundamental entre avispas y abejas: “Los malos tienen a su alrededor una colmena de avispas que les causan muchos dolores; nosotros tenemos un enjambre de abejas, produciendo y almacenando miel para nuestro deleite.”[1]

Entre los componentes del veneno de las avispas hay una histamina y una apitoxina, de ahí que para contrarrestarlo convenga administrar medicación antihistamínica y corticoides en aplicación tópica. Las picaduras aisladas no suelen causar problemas graves pero en los casos de múltiples picaduras, en los que la cantidad de veneno inyectado puede ser grande, se desencadenan síntomas como dolor de cabeza, vómitos, diarrea, fiebre, confusión mental, hemólisis o destrucción de las células de la sangre, arritmias cardíacas, insuficiencia renal, etc., que pueden llegar provocar la muerte del paciente. Por supuesto, las picaduras se agravan si la persona afectada es alérgica al veneno de las avispas.

Hay más de 25 mil especies de avispas en el mundo cuyo tamaño oscila entre los 50 milímetros de longitud del avispón asiático gigante (Vespa mandarinia) y tan sólo la quinta parte de un milímetro de la microavispa hada (Megaphragma mymaripenne) que vive sobre otros insectos.[2] Es tan minúscula esta última especie de avispa que los entomólogos se llevaron una gran sorpresa cuando la descubrieron. ¿Cómo es posible que un animal con alas, que le permiten volar, así como con aparato digestivo, músculos, nervios y cerebro, sea del tamaño de una sola célula? Estas microscópicas avispas vuelan alrededor de la cabeza de mariposas y otros insectos lamiendo sus caras con el fin de alimentarse. Para poder filmarlas, la empresa Flight Artists de los Países Bajos necesitó una cámara especial capaz de captar imágenes a 22.000 fotogramas por segundo, ya que tales avispas baten sus alas 300 veces por segundo. Los científicos descubrieron que, para reducir su tamaño, muchas de las células pierden el núcleo durante el desarrollo, ya que comprobaron que más del 95% de sus 7.400 neuronas o células nerviosas carecían de núcleo. Hay que tener en cuenta que una avispa normal posee unas 850.000 neuronas.

No cabe duda que quien diseñó a las avispas hada sabía muy bien lo que hacía y hasta dónde podía llegar en su reducción corporal. Los seres vivos de la Tierra son tan variados y complejos que al contemplarlos no deberíamos perder el sentido de la admiración. Sobre todo actualmente que conocemos sus estructuras y sabemos que sólo son posibles gracias a las instrucciones precisas del ADN, capaces de dirigir a miles de máquinas moleculares dentro de las células, no solamente para realizar todos los procesos necesarios para la vida, sino también para copiar esta información genética de forma exacta y verificarla convenientemente. El Homo sapiens debería aprender a actuar realmente como hombre sabio y reconocer a su Creador.

En la Biblia, las avispas constituyen un instrumento divino para hostigar a los moradores de Canaán y molestarlos mediante sus dolorosas picaduras (Ex. 23:28; Dt. 7:20). Los comentaristas interpretan estos textos de diversas maneras. Unos creen que Dios puede emplear medios naturales concretos, como una plaga de molestas avispas, para expulsar a los habitantes de la tierra prometida. Otros sostienen que podría tratarse de una alusión al ejército egipcio ya que el avispón era el símbolo del bajo Egipto, tal como puede apreciarse en los jeroglíficos. Con lo cual, lo que se estaría indicando es que mientras Israel estuviera en el desierto, el ejército egipcio debilitaría a Canaán. Aunque también cabe la posibilidad de que ciertos acontecimientos extraordinarios provocaran cataclismos que distorsionaran el comportamiento de las avispas y esto fuera usado por Dios para vencer a los enemigos de los judíos (Jos. 10:11-14; Jue. 5:4, 5, 20 y 21).

Lo cierto es que Dios promete a su pueblo un buen asentamiento en la tierra de Canaán, siempre que no fuera rebelde o le desobedeciera. Su promesa incluía bendiciones como alimentos saludables, eliminación de las enfermedades (Ex. 23:25), así como el incremento de bienes y una mayor longevidad. De manera que la fidelidad a Jehovah tenía importantes promesas de vida abundante en aquella tierra prometida. Además, se les indica que ejércitos de avispas facilitarán el camino a los soldados de Israel porque Dios puede usar incluso a insignificantes insectos como si fueran feroces leones para cumplir sus planes eternos (Jos. 24:12). La única condición era que debían serle fieles y no entablar ninguna relación con los idólatras. No debían convivir con los cananeos, a menos que estos renunciaran a su religión mitológica y aceptaran al único Dios verdadero. Incluso en la actualidad, los creyentes debemos ser conscientes del peligro de confraternizar en exceso con los escépticos o de asumir poco a poco sus ideas y actitudes nihilistas. Las malas conversaciones, como escribe Pablo, pueden también llegar a corromper la conducta cristiana (1 Co. 15:33).

 

[1] Spurgeon, C. H., 2015, El Tesoro de David, Clie, Viladecaballs, Barcelona, p. 833.

[2] http://cienciaes.com/seispatas/2012/11/28/la-extraordinaria-pequenez-de-una-avispa/

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