La paradoja de Stephen Hawking

Hawking fue incapaz de solucionar el problema del origen del universo a partir de la nada.

22 DE MARZO DE 2018 · 11:51

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Cuando nació este brillante astrofísico inglés (enero de 1942) recientemente fallecido, casi todos los físicos del mundo creían que el universo era eterno. Esa era la posición de la ciencia oficial de la época. El concepto de creación se consideraba como no científico y perteneciente, entre otras cosas, al ámbito de la religión o la teología. Se pensaba que había un número infinito de estrellas y aunque, según la teoría de la gravedad de Newton, éstas se atraían entre sí, nunca podrían llegar a aglutinarse en un solo punto central, precisamente por la infinitud de su número y la no existencia de tal punto. En un universo infinito, cada punto podría ser considerado como el centro, puesto que estaría rodeado de infinitas estrellas.

Sin embargo, la tarea científica del Dr. Hawking le llevó precisamente a comprobar todo lo contrario. A saber, que el cosmos tuvo un principio a partir de la nada. En su libro, Historia del tiempo, escribe: “si el universo se está expandiendo, pueden existir poderosas razones físicas para que tenga que haber un principio. Uno aún se podría imaginar que Dios creó el universo en el instante del big bang, pero no tendría sentido suponer que el universo hubiese sido creado antes del big bang. ¡Un universo en expansión no excluye la existencia de un creador, pero sí establece límites sobre cuándo éste pudo haber llevado a cabo su misión!”.1De manera que sus investigaciones le dieron por completo la vuelta a la tortilla filosófica. Después de todo, el mundo no parecía ser eterno sino creado.

No obstante, este resultado no gustó a Hawking. Le molestaba porque no coincidía con su filosofía materialista personal y emprendió la tarea de volver atrás. Es decir, de demostrar que el mundo no tuvo comienzo. Algo que, se mire como se mire, es más metafísico que científico. Para ello empezó por negar esa frontera para la ciencia que supone la “singularidad inicial” (el momento de la creación) ya que, según su opinión, nada puede caer fuera del dominio de la investigación científica. En este sentido, escribió la famosa frase: “En tanto en cuanto el universo tuviera principio, podríamos suponer que tuvo un creador. Pero si el universo es realmente autocontenido, si no tiene ninguna frontera o borde, no tendría ni principio ni final: simplemente sería. ¿Qué lugar queda, entonces, para un creador?”.2O sea que el cosmos no tuvo comienzo y sencillamente existiría.

Stephen Hawking fue un gran físico que realizó una gran tarea científica y grandes logros en matemáticas aplicadas. Pero, por lo que respecta al problema del origen del universo a partir de la nada, hay que reconocer que fue incapaz de solucionarlo. De hecho, hoy por hoy, ningún ser humano es capaz de hacerlo desde la sola razón. Tal es la paradoja naturalista que rechaza el milagro.

 

1# Hawking, S. W., 1988, Historia del tiempo, Crítica, Barcelona, p. 27.

2# Ibid., p. 187.

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