La iglesia y los parámetros del amor

Hay que tener mucho cuidado para que muchos valores de una sociedad injusta, los valores en contracultura con la Biblia, no se metan por las grietas y resquicios de los muros de nuestras iglesias.

06 DE MARZO DE 2018 · 18:13

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¿Desde qué parámetros actúa la iglesia hoy? ¿Desde qué parámetros actúas, tú que dices estar viviendo la espiritualidad cristiana? Quiero deciros esto: Desde los parámetros del amor podríamos ser la mayor revolución que el mundo necesita hoy, el fermento liberador que el mundo espera, el sustrato de denuncia que avergüence al hombre egoísta e injusto. Deberíamos gritar que todos los cristianos trabajásemos desde las líneas de amor que nos enseñó Jesús. Recordad que incluso la fe, según el apóstol Pablo, obra por el amor.

Sí. La iglesia puede y debe predicar y poner en práctica una revolución de amor. Pudiera ser que algunas iglesias no sean o se sientan del todo libres y actúen desde prejuicios, tabúes y normas sociales desde los que se mueven aquellos que no tienen esperanza.

Quizás sea que se han salido de la estructura que configura los parámetros del amor. Donde hay amor, no existen intocables de ningún tipo: ni cargos religiosos, ni personas encumbradas en el poder económico, ni triunfadores que sean puestos en los primeros lugares. Todo se vería diferente desde los parámetros del amor a Dios y al prójimo.

La iglesia, desde los parámetros del amor, puede y ser revolucionaria en el más amplio y positivo sentido del término. Sí, desde esos parámetros se aclararían muchas cosas. Desde las líneas de la fe actuante, desde los parámetros del amor, jamás se podrán adoptar actitudes pasivas ni silencios insolidarios.  

Revolución de amor desde la iglesia. Cuando una institución o una persona se posicionan en la acción amorosa, no tiene más remedio que hablar y actuar. Denunciar la injusticia, desaprobar los desequilibrios económicos que afectan a nuestro prójimo empobrecido, criticar a los que acumulan neciamente e involucrarse en unas líneas diacónicas que traspasen fronteras.

Una revolución de amor en la iglesia traería nuevos valores. Hay que tener mucho cuidado para que muchos valores de una sociedad injusta, los valores en contracultura con la Biblia, no se metan por las grietas y resquicios de los muros de nuestras iglesias afectando la manera en que los creyentes deben vivir la espiritualidad cristiana.

Si las iglesias y los creyentes estuviéramos asentados sobre los parámetros del amor, muchos valores que nos hacen admirar la ostentación, las riquezas y el poder, se verían diferentes. Desde las cumbres del amor y de los valores del Reino es muy posible que el rico ya no nos parezca tan rico y ya no le admiremos tanto, quizás el triunfador insolidario ya no nos parezca tan triunfador, quizás el famoso ya no nos parezca tan digno de imitar, porque el amor nos va a llevar a volver nuestra mirada a los sufrientes, empobrecidos y excluidos de los bienes del planeta tierra. Nuestros prójimos sufrientes como demandan las líneas bíblicas.

Es desde los parámetros del amor desde donde la iglesia va a trabajar en la misma dirección que Jesús y va a mirar con su misma mirada. Los parámetros del amor nos cambian y hacen que veamos todas las cosas diferentes, hacen que la práctica de nuestra espiritualidad cristiana tengan unos tintes de autenticidad y compromiso que no se tienen cuando nuestra fe no tiene el motor del amor en marcha.

Sí. Los creyentes deben tener siempre una fe con los motores del amor en marcha. Desde las cumbres amorosas veremos a muchos triunfadores, enriquecidos y poderosos como seres que necesitan arrepentirse y compartir preocupándose del prójimo en necesidad. Esa es la línea de los que se instalan en los parámetros del amor que, necesariamente, deben de asumir la denuncia profética y la lucha contra la injusticia que azota a nuestros prójimos sufrientes.

La iglesia aposentada en los parámetros del amor, con estas líneas críticas y de denuncia, estarían ayudando de una manera muy directa a los propios ricos, poderosos y triunfadores trabajando por su conversión, pero no solamente a estos colectivos, sino también a aquellos que han sido tirados, quizás por ellos mismos, a los márgenes del camino y de la historia.

Si en la iglesia surgiera una revolución de amor al prójimo siguiendo los consejos de Jesús, no solamente cambiaría el universo cristiano, sino el mundo en general. Muchos tabúes, muchas opresiones, muchas injusticias, muchos desequilibrios, muchas pobrezas, muchos prejuicios, muchos estilos y normas sociales injustas que se fijan en la sociedad como algo natural, caerían bajo la fuerza de los parámetros del amor. Caerían también muchas admiraciones, adulaciones, tabúes y aceptaciones de fatum y destino en el que caen muchos de nuestros prójimos apaleados. Sería la revolución del amor del cristianismo.

Ojalá que la iglesia esté siempre conformada por un grupo de personas libres y sin miedo a sacar a la palestra pública los valores del reino, junto a sus actos de amor y diacónicos, aunque se pongan en peligro sistemas y estructuras injustas de poder. Lo esencial es saber y poder vivir la auténtica espiritualidad cristiana que se refleja en la Biblia y en todos los valores que ésta nos aporta.

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