‘Por cuál ruta, Señor’ y otros poemas del costarricense Carlos Bonilla Avendaño

Difundimos tres textos del poeta, pastor luterano y abogado, incluido en su libro ‘Puerta de los ciegos’.

02 DE MARZO DE 2018 · 08:40

Carlos Bonilla Avendaño en Granada (Foto de Jacqueline Alencar).,
Carlos Bonilla Avendaño en Granada (Foto de Jacqueline Alencar).

Entre los gratos frutos cosechados durante mi reciente visita a la ciudad nicaragüense de Granada, invitado para participar en su XIV Festival Internacional, se encuentra la amistad con Carlos Bonilla Avendaño (Heredia, 1954).

Hermano y poeta, también abogado: entrañables similitudes con este escriba. Hablamos como si nos conociéramos desde el Principio del Verbo. Unos momentos perdurables, de esos que parecieran (¿o es que lo son?) eternos.

Y vino con dos ofrendas que voy sorbiendo a de a pocos, sus poemarios ‘Puerta de los ciegos’ (2000) y ‘Tren sin retorno’ (2001). Antes había publicado ‘Alguien grita mi nombre y yo me escondo’ (1996).

 

Cristo en la cruz, del costarricense Carlos Barboza.

Del primero espigo este tríptico apetecible:

 

POR CUÁL RUTA SEÑOR…

por cuál ruta Señor

—o quizás ninguna—

 

cuáles vientos montañas

plenitud o vacío delineando tu imagen

 

de pronto es tu vestido el aire

y el río lleva la gloria del océano

 

otras noches

la luz penetra la durmiente médula

y se mece nocturno el universo

como el niño un segundo antes del parto

 

entonces duele la mirada herida

y el alba sólo es

sombra de tu ausencia.

 

Pejibayes, del costarricense Jorge Gallardo Gómez.

 

TE PIENSO…

te pienso

no sé bien desde cuáles horizontes

 

poblador del silencio

parábola difusa de todas las hipérboles

 

te creo

dese la oscura luz de esta vigilia

desde la inasible nostalgia del futuro

desde el hilo que me une al universo

 

te sueño

hasta el instante en que te ame cara a cara

 

o hasta que le barro devuelva mi memoria

a la brillante oscuridad del cosmos

 

o al minuto infinito de la flor.

 

Destellos de otoño, de la costarricense Diana Sandoval.

 

LLEGASTE…

llegaste

con violencia de milagro

pescador carpintero

 

quizás nunca supiste

que habías venido a embarazar el tiempo

 

la duda de pilato se volvió certeza: una estatua de sal

una puerta

para que entren los ciegos.

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