Francisco de Enzinas, un hombre del Renacimiento

La calidad de sus escritos y su saber filológico le hacen merecer un puesto principal entre los sabios del siglo XVI.

19 DE FEBRERO DE 2018 · 09:56

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El trabajo realizado por Miguel Ángel Vieira para realizar un Congreso internacional, en este 500 aniversario de la Reforma en España, sobre la figura de Francisco de Encinas es digno de encomio. El sorprendente programa de actividades, analiza todas las esferas del humanismo del burgalés del siglo XVI, que quizás ya fuese un simpatizante de la Reforma en la Universidad de Alcalá, atraído por la figura de su tío Pedro de Lerma.

Sin embargo, lo que me ha llamado la atención de este Congreso ha sido el haber juntado los mejores intelectuales e investigadores de Francisco de Enzinas. Desde Ignacio García Pinilla, Catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha, Raymond Fagel, Lecturer. Universiteit Leiden, Doris Moreno y Stefanía Pastore, ambas profesoras de Historia Moderna. Els Agten. Research associate. Faculty of Theology and Religious Studies, KU Leuven, Jorge Bergua Cavero, Profesor Titular de Filología Griega. Universidad de Málaga y Jonathan Nelson. Profesor de Teología Histórica del programa ProMETA. Francisco Socas Gavilán. Catedrático emérito del Departamento de Filología Griega y Latina, Universidad de Sevilla y José Luis Villacañas Berlanga. Catedrático de Filosofía, Universidad Complutense de Madrid, con una participación en mesas redondas de verdaderos especialistas en distintos saberes del siglo XVI, es todo un lujo para rematar el animado 500 aniversario. Dicho esto, solo recordar algunos de los datos que adornan la personalidad del burgalés Francisco de Enzinas.

Enzinas es un reformador del siglo XVI, del que más noticias tenemos, siendo uno de los primeros protestantes que creyó en la reconciliación y diálogo entre católicos y protestantes hasta el Coloquio de Ratisbona en 1541. Cuando la polémica y la intransigencia surgían por todo el imperio Enzinas creía posible un entendimiento si se acudía a la Palabra, si se conocía el Nuevo Testamento que él había traducido de los originales y se viviesen los principios de su “Breve y compendiosa institución de la religión cristiana”. No tardaría en darse cuenta el burgalés que la situación había cambiado, al verse en la cárcel, sin haber podido promover la reforma religiosa por medio del estudio y el diálogo.

No podemos distinguir a Enzinas solo por su pasión a España y su entusiasmo por la palabra, sino también “por su saber, por sus escritos y hasta por el rumor de escándalo que llevó tras sí en su azarosa vida” (Menéndez y Pelayo, 1952, pags. Tomo II,16). Estas extensas noticias de su vida provienen en parte de sus “Memorias” y también de su correspondencia con otros reformadores, por la diligencia de los bibliófilos belgas y en especial por la biografía de Boëhmer en el tomo I de su Biblioteca Wiffeniana. Lo cierto es que la calidad de sus escritos y su saber filológico, le hacen merecer un puesto principal entre los sabios de este siglo y encumbran el protestantismo español a mejores puestos que el de mera anécdota como reiteradamente se ha pretendido.

Francisco de Enzinas nació en Burgos por los años 1520(i). Se hizo llamar Dryander, traduciendo su apellido al griego, de los franceses tomaría el apellido Du Chesne (de chene, encina), no faltando autores que le apelliden Francisco de Houx (acebo), y otros, Francisco Aquifoliulm. Parece una costumbre suya el cambiar de nombre según el país que habitaba, llamándose en Flandes Van Eick, y en Alemania, Eichmann, procurando disimular su apellido, harto famoso, y burlar las pesquisas de los que le condenaron por reo de fe y escalador de cárceles. También aparece el seudónimo Senarcleus en el Índice de Roma: “Claudius Senarclaeus, seudónimo de Francisco Enzinas (1520-1552) y en otro Índice con el seudónimo Denzinas. Parece que también puso en las Vidas de Plutarco el nombre de Juan Castro de Salinas.

Estudió en Los Países Bajos y aparece matriculado en la Universidad de Lovaina el 4 de junio de 1539, cursando letras humanas y Teología y abrazando la Reforma luterana, influido por su hermano Jaime. “Allí formó un círculo de amistad con estudiantes ávidos de saber y dispuestos transgredir los límites fijados por la ortodoxia, como Hernando de Jarava, el traductor de los Salmos, y Juan de Jarava, su sobrino. Entre Lovaina y París, Francisco trabó amistad con círculos humanistas que conocían la doctrina reformada: Cassander, el polaco Juan Lanski, el cisterciense Alberto Handerberg o el médico Pablo Roels” (Moreno & Fernández Luzón, 2005, pág. 73)

Estaría en París en agosto de 1541 asistiendo a los funerales de su tío Pedro de Lerma, quien también estaría dentro de la Reforma evangélica (Bataillon, 1995, pág. 482)(ii). No encontrándose seguro, Enzinas, ni en Amberes ni Lovaina, donde residía habitualmente, pasó a vivir en Wittenberg, donde le apetecía estar cerca de Melanchton y otros reformadores. Se matriculó en Wittenberg el 27 de octubre de 1541, viviendo en casa de Melanchton y allí comienza una versión castellana del Nuevo Testamento ya que él era un experto helenista.

En 1548 escribe a Büllinguer desde Estrasburgo: “Has de saber que he tomado como compañera de mi vida a doña Margarita Elder”. El matrimonio tendría dos hijas que quedarían huérfanas muy pronto, pues en 1552 la peste acabaría con la vida de Francisco y Margarita. Cuando termina la traducción del Nuevo Testamento a primeros de 1543 se traslada a los Países Bajos para editarla, aunque no eran buenos tiempos dada la persecución contra los luteranos, de los cuales algunos fueron a prisión en Lovaina y en Bruselas. Aun así, Enzinas presentó, sin arredrarse, su manuscrito a los teólogos lovainenses quienes desaprobaron el que se tradujese a lengua vulgar por los inconvenientes producidos en Alemania. Aún más, Enzinas imprimió su traducción en Amberes, con una dedicatoria al emperador Carlos V a quien presentó un ejemplar(iii).  Sin embargo el emperador ya había mandado prohibir el libro y recoger todos los ejemplares. Enzinas pensó parar este golpe presentándose en Bruselas el 23 de noviembre de 1543 y concertar la entrevista con el Emperador por medio del Obispo de Jaén, don Francisco de Mendoza, hombre de principios humanistas y capellán del emperador. Enzinas refiere así la entrevista con el emperador, acordándose del Salmo 119:46 “y hablaba de tus testimonios en presencia de los reyes y no era confundido”:

“¿Qué obra quieres dedicarme?” le preguntó Carlos V.

” Señor, -respondió Enzinas- es una parte de la Sagrada Escritura que llamamos el Nuevo Testamento, fielmente trasladada por mí al castellano:

donde se contienen principalmente la historia evangélica y las epístolas de los Apóstoles. He querido que vuestra majestad, protector de la religión, juzgue y examine despacio mi trabajo y suplico humildemente que la obra, aprobada por V.M. sea recomendada al pueblo cristiano por Vuestra Imperial Autoridad”

“¿Eres tú el autor de esa obra? - replicó Carlos V

“El Espíritu Santo – dijo Enzinas- es el autor: inspirados por él algunos santos varones escribieron para común entendimiento estos divinos oráculos en lengua griega; yo soy únicamente su siervo fiel y órgano débil que he traducido esta obra en lengua castellana”

“¿En castellano? - pregunto el emperador.

“En nuestra lengua castellana, -contestó Enzinas- y torno a suplicaros que seáis su patrono y defensor, conforme a vuestra clemencia”

“Sea como quieres, -dijo el soberano- con tal que nada sospechoso haya en el libro”

“Nada que proceda de la Palabra de Dios debe ser sospechoso a los cristianos” – dijo Enzinas-

“Cumpliráse tu voluntad, si la obra es tal como aseguráis tú y el obispo” terminaría el emperador-

Al día siguiente pasó la obra a su confesor Pedro de Soto y este llamándole a su celda reprendió severamente a Enzinas por sus heréticas doctrinas, por sus contactos con Melanchton y Lutero y por haber emprendido aquella traducción del Nuevo Testamento a lengua vulgar. El mismo día 13 de diciembre de 1543 Enzinas sería puesto en prisión, no solo por sus amistades con los reformadores, ni por la traducción al castellano del Nuevo Testamento, sino porque había subrayado con letras capitales aquellos pasajes del Nuevo Testamento donde los luteranos apoyaban las doctrinas de la justificación por la fe. Aunque Enzinas se defendió con habilidad y repetía el salmo de David que en presencia de reyes no sería confundido, “rehacía mis fuerzas, -dirá- que tenía en nada y menos que nada todas las honras de los hombres todos, todos los poderes del mundo que pudieran oponerse a los oráculos divinos” (Moreno & Fernández Luzón, 2005, pág. 76), serían desechadas sus alegaciones, pero tendría el privilegio desde la cárcel de relacionarse con muchos protestantes castellanos y flamencos.

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(i)   Francisco Socas en el Ensayo preliminar a las “Memorias” de Enzinas pone la fecha de su nacimiento en 1518 y la de su muerte en 1552 y dice haber tomado los datos biográficos de Boehmer, Vermaseren, y Gilly
(ii)  Sobre los pseudónimos de Enzinas, J.C. García Pinilla anota_ “A menudo se ha dicho que Enzinas utiliza estos pseudónimos como precaución ante sus perseguidores. En realidad, él solo utilizó además del de Dryander, los de Juan Castro de Salinas (en el caso que no se trate de un testaferro) y Juan de Jarava (si como señalan todos los indicios, no existió tal personaje). Francisco de Elao fue una creación de su hermano Diego, y Bucero creó Franciscus Quercetanus y Franz Eichmann como medida de seguridad. Fuera de esto, Enzinas optó a menudo por la anonimia. El resto de pseudónimos que Vermaseren, Menéndez Pelayo, Socas y otros le atribuyen no son sino confusiones y malentendidos de diversos eruditos: “Aquifilium, Du Chesne, van Eick,  etc.”
(iii) La Reforma en España en el siglo XVI de Thomas M’Crie . Se adjuntaba esta dedicatoria en un apéndice.

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