El aire que respiro

El egoísmo colectivo de algunos se podría derivar en lo que algunos llaman un suicidio colectivo.

10 DE FEBRERO DE 2018 · 21:45

La contaminación en Madrid en octubre de 2017, vista desde un punto al este de la ciudad.,
La contaminación en Madrid en octubre de 2017, vista desde un punto al este de la ciudad.

Pocas cosas son tan imprescindibles como el aire que respiramos. No nos damos cuenta, porque normalmente respiramos pasivamente, inconscientemente. En los 5 minutos que lees este artículo, habrás respirado unas 75 veces, sin pensarlo. 900 veces en una hora, y 21.600 veces en un día. Sólo las personas con problemas respiratorios saben lo que significa esto.

Todo lo que recibe nuestro cuerpo viene de lo que bebemos, comemos y respiramos. Por ello en los estudios de cáncer los investigadores enfatizan cada día más la buena alimentación, el cuidado de que bebamos agua y líquidos sanos para el cuerpo, y que respiremos aire limpio. Se nos dicen que los cánceres son parte hereditarios, y parte de lo que injiere nuestro cuerpo, de factores ambientales.

 

Máscaras usadas recientemente para impedir la inhalación de gases tóxicos en Madrid.

Pero podemos dejar de comer unas horas, incluso de beber, pero nunca de respirar. Si nos falta el aire morimos en unos minutos. El aire atmosférico tiene normalmente un 78% de Nitrógeno y un 21% de oxígeno, este último siendo fundamental para la vida del el ser humano. Por la noche respiramos más despacio, inhalando de 6 a 80 litros de aire.

El porcentaje de la población mundial que vive en las ciudades ha crecido de 33,5 en 1960 a a 54.2 en 2015, muchos países desarrollados teniendo a más del 80% de su población viviendo en zonas urbanas.  En España la cifra es de 37% en 1960 a 80% en 2015 (1). El gráfico abajo muestra el cambio de población rural a urbana, y su proyección hacia 2030.

 

El aire que respiro

Este cambio es importante ya que el aire de las ciudades contiene gases nocivos procedentes de la combustión de los automóviles y de la industria, y la preocupación por la salud, aún sin tener hasta hace poco grandes datos científicos que demostrarán el efecto dañino de estos gases, ha ido incrementándose. 

Aún antes de la época industrial había referencias al aire contaminado de las ciudades, que usaban la madera y especialmente el carbón para uso doméstico.

La primera gran catástrofe de contaminación atmosférica ocurrió en octubre de 1948, en Donora, Pensilvania, E.E.U.U. La ciudad industrial fue envuelta en una bruma letal. En 5 días seguidos casi 14.000 residentes sufrieron graves problemas respiratorios o cardiovasculares. Murieron 20 personas, y 7000 necesitaron atención médica.

 

Portadas de los periódicos sobre los hechos de Donora

Las fotos muestran la ciudad envuelta en un gran nube gris, el famoso ´smog’, palabra compuesta de ‘smoke’ (humo) y ‘fog’ (niebla).  Una bolsa caliente de aire había pasado a gran altura por encima de la ciudad, atrapando el aire más frío debajo (una inversión de temperatura típica) y con ello los productos nocivos de la industria, principalmente de acero y zinc.

La contaminación no era nueva. Ocurría en la mayoría de las zonas industriales del país, como también pasaba en Europa occidental, y ahora pasa en China, donde se ha trasladado la producción industrial mundial. En Europa tenemos menos contaminación industrial, pero más procedente de los automóviles.

Los científicos empezaron a investigar la relación entre la contaminación atmosférica y la salud. Los estados empezaron a aprobar leyes para reducir la contaminación, y en 1970 el Congreso Americano aprobó las Enmiendas de la Ley de Aire limpio, la base de las normas de aire de la nación (2).

 

LA GRAN NIEBLA (THE GREAT SMOG) LONDINENSE DE 1952

Entre los días 5 y 9 de diciembre de 1952 la contaminación atmosférica producida por la coincidencia de una inversión térmica con los gases sulfurosos y la ceniza de la quema de carbón doméstico e industrial de la ciudad, mas los gases producidos por el transporte, en un tiempo más frío de lo normal, produjo unos de los peores desastres medioambientales conocido antes de la fecha. El fenómeno causó la muerte de 12 000 londinenses, con otros 100.000 sufriendo graves problemas de salud. La mayoría de las víctimas fueron niños pequeños o personas con problemas respiratorios.

 

Imagen de un autobús circulando durante la gran niebla londinense.

Tan espesa era el ‘pea souper’ (sopa de guisantes) verdoso, que cines y teatros cerraron por la baja visibilidad que afectó incluso los espacios cerrados (3).

El impactó fue mayúsculo en la concienciación acerca del peligro de la contaminación atmosférica en Gran Bretaña. Se limitó el uso de carbón de baja calidad, pasando a calentarse las casas con gas ciudad o electricidad, y se aprobaron las Leyes del Aire Limpio de 1956 y de 1968.

Aparte de los radicales libres de los materiales pesados como mercurio, cadmio, níquel o arsénico que pueden estar en el carbón, otros compuestos químicos en los combustibles fósiles y partículas de diesel y gasolina, dióxido de nitrógeno (NO3) y el el ozono (O3), - este producido artificialmente por la reacción de los rayos del sol con las emisiones de gases de los automóviles, - son uno de los grandes problemas actuales en ciudades de clima mediterráneo o subtropical.

La agencia internacional para la investigación del cáncer (IARC), que forma parte de la OMS, concluyó en 2013 que la contaminación por partículas podía causar el cáncer de pulmón y clasificó materiales de partículas como un cancerígeno humano, o causante de cáncer.

Y la pobreza es un factor importante. Los niños con menos de 5 años en los países menos desarrollados son los más vulnerables en términos de muertes atribuibles a la contaminación tanto interior como exterior.

A la contaminación se le atribuye al descenso de la esperanza de vida de dos años en algunas regiones industriales de China.  Pero como no vemos el aire, y este nos envenena lentamente, no reaccionamos debidamente. No medimos el coste, prefiriendo seguir viviendo un estilo de vida más cómodo.

‘La contaminación es una de las causas más grandes de mortalidad, afectando a unas 100 millones de personas aproximadamente, comparable a enfermedades como la malaria o el VIH’, (M. García).

 

¿Y CUÁL ES LA SITUACIÓN EN ESPAÑA?

Según la ONG Ecologistas en Acción, y basados en datos de 2011, el 94% de los españoles respiran aire que excede los niveles de contaminación seguros recomendados por la OMS. Aparte de esto, el 22% de la población – unos 10.4 millones de personas – están respirando aire que excede los límites europeos legales. Un reciente informe de la Agencia Europea del Medioambiente (EEA), en 2010, critica a las autoridades españolas por exceder los límites de las emisiones de dióxido de nitrógeno, amoniaco, mercurio, y otros compuestos orgánicos volátiles. Varias comunidades autónomas han tenido que poner en marcha una moratoria sobre las emisiones, o recibir sanciones y multas por sobrepasar los límites establecidos en Bruselas en 2010.

En España, Madrid tiene el peor historial de niveles de contaminación, y uno de los puntos negros es la zona del parque del Retiro, supuestamente un ‘pulmon’ de la ciudad!  Otras ciudades con altos niveles regularmente altos son Barcelona, Granada, Palma de Mallorca y Bilbao, según el Ministerio de Medioambiente.    

Ecologistas en Acción dice que aunque los niveles de contaminación atmosférica se han reducido un poco desde 2008, esto, según la ONG, se debe a la crisis económica que ha afectado a la economía española, reduciendo temporalmente el uso del automóvil, más que las medidas del gobierno y sus agencias. 

Francisco Feo Brito, de la sociedad española de alergología e inmunología clínica, explica que los radicales libres producidos en la combustión pueden durar mucho más de lo que anteriormente se había pensado, adhiriéndose a otras partículas y causando asma y posiblemente una variedad de enfermedades pulmonares, incluyendo el cáncer, según varios estudios.

 

El aire que respiro

“La inflamación de los pulmones pueden producir laceraciones permanentes que limitan nuestra capacidad de respirar”, dice. Los radicales libres son átomos cargados eléctricamente o moléculas que son conocidos causantes del daño celular y que han sido relacionados con una variedad de afecciones de salud, incluyendo enfermedades del corazón y cáncer. Un radical libre es una molécula a la cual le falta un electrón y por ello es estructuralmente inestable. Para tener estabilidad, interacciona con otras moléculas cercanas (como membranas de células del ADN o de las vías respiratorias) para ‘saquearlas’ y así obtener lo que necesita.  

El cuerpo tiene un mecanismo de defensa contra los radicales libres en forma de antioxidantes, sustancias que tienen conocidos beneficios de la salud. Los antioxidantes pueden interactuar con seguridad con los radicales libres para impedir sus acciones antes de que células vitales sean dañadas. Pero el cuerpo no fabrica los antioxidantes; hay que injerirlos mediante las vitaminas que están en los alimentos.

Mientras que hace tiempo que los científicos han sabido que la combustión producía radicales libres, hasta ahora creían que las partículas eran inestables y persistían por poco más de un segundo. Las recientes investigaciones muestran que cuando son liberados con partículas contaminantes aéreas procedentes de los tubos de escape o chimeneas, los radicales se adhieren a esas partículas contaminantes y continúan existiendo por mucho tiempo. 

La exposición a las partículas suspendidas en la atmósfera puede causar también daño cerebral e incrementar el riesgo de ataques al corazón, según investigaciones de la Asociación Médica de los Estados Unidos. La contaminación urbana también se relaciona con enfermedades respiratorias en niños de menos de cinco años, según la organización Mundial de la Salud, y puede reducir la esperanza de vida.

Un estudio reciente en China con ratas indicó que las ratas que respiraron el aire contaminado acabaron con sus hígados y pulmones inflamados al cabo de solo 19 días. Aún más: sus niveles de colesterol LDL aumentaron en un 50 por ciento; los de triglicéridos, en un 46 por ciento, y los de colesterol total, en un 97 por ciento!! 4 

La reacción del Ayuntamiento de Madrid es ‘light’, con diferentes respuestas a varios escenarios.  Un ejemplo:

 

ESCENARIO  4:   3 días consecutivos de nivel de aviso o 1 día de nivel de alerta  

Actuaciones:   

-  Medidas Informativas 1 y 2 - Reducción de la velocidad a 70 km/h en la M‐30  y accesos

-  Prohibición del estacionamiento de vehículos en las plazas y horario del SER en el interior de la M‐30

-  Restricción de la circulación en el interior de la almendra central (área interior de la M‐30) del 50% de todos los vehículos

-  Restricción de la circulación por la M‐30 del 50% de todos los vehículos

-  Restricción de la circulación de taxis libres, excepto Ecotaxis y Eurotaxis, en el interior de la almendra central (área interior de la M‐30)

-  Medidas de Promoción del Transporte Público

 

Bobby McLeod fue activista aborigen en Australia, y gran luchador por los pueblos indígenas. Dijo una vez:

Cuando la tierra está enferma y contaminada, la salud humana es imposible. Para sanarnos a nosotros mismos, debemos sanar nuestro planeta y para sanar nuestro planeta, debemos sanarnos a nosotros mismos’.

‘Los efectos patológicos más importantes de la contaminación son extremadamente retrasados e indirectos’, escribió Rene Dubos, microbiólogo de renombre, que ganó el premio Pulitzer por su libro So Human An Animal en 1968. Conocido mundialmente cómo patólogo experimental, como humanista y por lucha por el medioambiente, popularizó la famosa frase posiblemente de Jaques Ellull,  ‘piensa globalmente, actúa localmente’. Su tesis en el libro era que la tecnología nos deshumanizara y que la ciencia necesita humanizarse.

El aire que nos rodea es parte de la maravillosa Creación de Dios. Nos permite vivir, con el propósito de cuidar al mundo que el Creador nos ha prestado. No somos buenos mayordomos si, por nuestro afán de acumular riqueza y vivir con las máximas comodidades envenenamos nuestros propios cuerpos y los de las personas que nos rodean, incluyendo a todos los otros seres vivos.

Por último, el impacto de la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas, y el petróleo, que, acumulado y controlado por un limitado número de países, han posibilitado un estilo de vida más cómodo y un desplazamiento individual y colectivo más fácil, está teniendo un impacto global incalculable. El calentamiento rápido y sin precedentes históricos de la atmósfera se debe directamente a la actividad del hombre. Los avisos constantes de los científicos (desde los años 70 del siglo pasado), son ignorados por las jerarquías políticas, y el calentamiento de la tierra, con sus diversas consecuencias directas sobre el clima (incremento cada vez mayor en los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías y las lluvias torrenciales) ya es irreversible. Las llamadas a la mitigación de los efectos, como en la conferencia de Paris sobre el clima, tampoco producen una unidad en la respuesta global de los gobiernos, controlados por los intereses de beneficio propio a corto plazo.

El egoísmo colectivo de algunos se podría derivar en lo que algunos llaman un suicidio colectivo. El hombre, escogido por Dios para administrar bien Su creación, ha dado la espalda a las advertencias y las instrucciones que están en el manual del mismo Creador, y así le va.

Un pasaje en el libro de Apocalípsis nos indica lo importante que es para Dios Su creación:

“Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu castigo, el momento de juzgar a los muertos, y de recompensar a tus siervos los profetas, a tus santos y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de destruir a los que destruyen la tierra». (Apocalípsis 11:18).

¿Qué responsabilidad tengo yo, como mayordomo de Dios, de cuidar y no destruir su creación?

 

 

[1] https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.URB.TOTL.IN.ZS

[2] https://elpais.com/elpais/2012/10/09/inenglish/1349782759_077800.html

[3] Berend, Ivan T. (2006). An Economic History of Twentieth-Century Europe. Cambridge University Press p. 312. ISBN 9780521672689

[4] Mujerhoy, 10 de noviembre 2016.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Te(c)ología - El aire que respiro