¿Por qué los evangélicos más jóvenes están fascinados por el catolicismo romano?

El catolicismo romano tiene tradiciones intelectuales propias pero es también hogar para tradiciones populares, prácticas sincretistas y tendencias místicas contrarias a la imagen de una religión sólidamente intelectual.

11 DE FEBRERO DE 2018 · 08:35

Son más los jóvenes que pasan del evangelicalismo al catolicismo que no al revés. / Annie Theby (Unsplah),
Son más los jóvenes que pasan del evangelicalismo al catolicismo que no al revés. / Annie Theby (Unsplah)

El evangelicalismo de hoy en día tiene una extraña relación con la historia. En un extremo están aquellos que respaldan “la teoría de la brecha”, por lo cual su experiencia de la vida cristiana tiene poco que ver, por no decir nada, con un sentido de la continuidad histórica. En el otro, las recientes fascinaciones con las apropiaciones selectivas y románticas de la “tradición” muestran lo fácil que es abrazar sin críticas las creencias y las prácticas que son idiosincráticas con respecto a la Escritura. Lo que está en juego es la naturaleza histórica del evangelicalismo como tal.

En su nuevo libro In Search of Ancient Roots: The Christian Past and the Evangelical Identity Crisis[En busca de las raíces antiguas: el pasado cristiano y la crisis de identidad evangélica] (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2017), Kenneth Stewart lucha con la discusión actual sobre si y qué tiene que ver el evangelicalismo con la historia. Como erudito historiador y teólogo agudo, Stewart ayuda al lector a llegar a un acuerdo con la dimensión diacrónica del evangelicalismo que recorre la historia de la iglesia, tomando diferentes tonos y colores, pero al final respondiendo a los mismos principios de fidelidad bíblica e implicación espiritual.

Este libro es una refutación vigorosa y rigurosa a John Henry Newman, según el cual “para ser profundo en la historia hay que dejar de ser protestante”. Stewart está convencido de que para ser profundo en la historia no es necesario volver a Roma (convertirse en católico romano) ni a Antioquía (convertirse en ortodoxo). Ser protestante significa estar arraigado en la enseñanza escritural en primer lugar, así como también estar conectado a una corriente histórica a través de los siglos dentro del cristianismo que siempre ha llevado una bandera “evangélica”.

Este libro es mucho más necesario en los tiempos en los que la etiqueta “evangélico” (principalmente en el contexto estadounidense, diría yo) está pasando otra vez por una prueba de estrés, estando estrechamente asociada a los asuntos políticos y demasiado poco definida por su esencia teológica. Ya que esta breve pieza forma parte de la serie Vatican Files(Archivos del Vaticano), éste no es el lugar para escribir una valoración completa del libro. Su alcance va más allá de un análisis evangélico del catolicismo romano. Basta con una visión general del último capítulo del libro, donde Stewart amablemente aborda la cuestión “¿Por qué los evangélicos más jóvenes se vuelven al catolicismo y a la ortodoxia? (pp. 253-273).

 

LAS RAZONES DETRÁS DE LA DERIVA

En las últimas décadas ha habido algunas “conversiones” de destacados evangélicos al catolicismo romano, desde Thomas Howard en 1985 hasta Francis Beckwith en 2007, seguidos por un significativo número de jóvenes intelectuales atraídos a Roma. Después de reconocer el contexto, principalmente norteamericano de este fenómeno, Stewart también apunta fácilmente al hecho de que el “tránsito” de los que dejan el catolicismo romano por variadas formas de protestantismo supera con creces los movimientos en la dirección opuesta. No hay signos de un giro masivo de evangélicos hacia el catolicismo romano. Sin embargo vale la pena investigar lo que está sucediendo.

Se ofrecen varias razones para explicar este fenómeno. Para algunos, es simplemente un retorno a la iglesia donde se educaron. Son gente que nacieron en familias católicas y dejaron Roma en algún momento de su vida a causa de una insatisfacción  y después volvieron a la misma en una etapa posterior. Para otros, fue la búsqueda de la “iglesia histórica” como un refugio del sectarismo. Después de experimentar formas de evangelicalismo ingenuas caracterizadas por el aislacionismo y el localismo, algunos jóvenes evangélicos miraron a Roma como la “madre” y la iglesia universal. Para otros más fue un deseo por la estabilidad doctrinal y litúrgica prometida por Roma, en contraste con los sectores del evangelicalismo que tienden a correr tras lo que es nuevo y creativo y por consiguiente, pierden cualquier sentido de tradición. Por último, una admiración por las tradiciones católicas, intelectuales y teológicas, hizo que algunos se distanciaran de la superficialidad aparente de la (falta de) pensamiento evangélico.

 

LAS HERRAMIENTAS PARA ENFRENTAR EL DESAFÍO

El pensamiento a través de la lista de razones presentada por Stewart ofrece mucho material para reflexionar. La mayoría de ellas se derivan de la falta de un sentido histórico de identidad que marca el evangelicalismo a menudo. Estas debilidades son problemas reales y son los puntos de entrada para que el catolicismo romano se vea atractivo a los ojos de los evangélicos insatisfechos. Para ellos, Roma aparece en una forma idealizada en lugar de su realidad compleja y, a veces, contradictoria.

Al finalizar el capítulo y el libro, el autor sugiere amablemente varias formas para recuperar la conciencia evangélica de ser un movimiento histórico fundamentado en la Biblia y en continuidad con la iglesia histórica. Por supuesto, la modernidad ha influido en la perspectiva actual del evangelicalismo, pero su condición doctrinal y espiritual ha estado siempre marcada por la constante recuperación y apreciación de la original (y por lo tanto bíblica y antigua) forma de cristianismo. La antigüedad cristiana y los legados históricos deben nutrirse en conexión con el hecho de que cada congregación evangélica es parte de la iglesia “católica” y de la iglesia actual global. Cultivando tanto las dimensiones diacrónicas como las sincrónicas de la fe evangélica se darán antídotos a las seducciones de Roma.

Hay un punto final que ha de ser subrayado. Con frecuencia la fascinación hacia Roma se caracteriza por una cierta idealización del catolicismo romano que puede ser significativamente alejado de la realidad. El catolicismo romano tiene sus tradiciones intelectuales propias pero es también un hogar para las tradiciones populares, prácticas sincretistas y tendencias místicas que van en contra de esta imagen de una religión sólidamente intelectual. La gente que retorna a Roma tiene a menudo un punto de vista selectivo y defectuoso del evangelicalismo y una percepción selectiva e idealizada del catolicismo romano. Esta es la razón por la cual la discusión actual sobre la crisis de identidad evangélica necesita tener en cuenta esta excelente pieza de erudición de Stewart.

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