Palabras que sanan

Las frases exclamadas desde el corazón llegan al corazón. Sabias son las palabras cuando se han vertido desde el conocimiento y el cariño.

31 DE ENERO DE 2018 · 18:36

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Emite una frase, otra, una más. Quedan las palabras flotando en el aire. Ella ha recibido el mensaje y con ceño fruncido se marcha a su habitación. Se siente inútil, poca cosa. Hoy ha tenido que lidiar con esa compañera prepotente que no ha cesado de repetirle lo gorda que está, su pésimo gusto vistiendo, lo mal que huele. Durante toda la mañana su cabeza no le ha dado una tregua, ha sido duro tener que dar capotazos a cada uno de esos pensamientos que le han acosado para hundirla aun más en su mundo de desventuras.

Ha llegado a casa  creyendo haber concluido la odisea en la que se ha convertido la jornada del lunes, pero allí, en su supuesto refugio, ha oído de nuevo de labios de quien más la ama las frases trilladas, tantas veces escuchadas: ¡Eres un desastre! ¡No tienes consciencia de todo lo que me esfuerzo por ti! ¡No vas a cambiar nunca! ¿Quién te va a querer así?...

Su cabeza sigue girando alocadamente entre ideas que la han mantenido en estado de continuo pánico. Quiere deshacerse de esos pensamientos pero estos  la asaltan  una y otra vez arrojándola contra una pared que no parece tener reparo de su edad, de su fragilidad. Un muro de dolor contra el cual estalla provocándole un daño inconmensurable. Suena el móvil. No tiene ganas de hablar. Vuelve a sonar una y otra vez. Descuelga sin ni siquiera mirar quien llama. Una tenue voz recorre su oído, atraviesa el tímpano y se mezcla entre neuronas trasmisoras del sonido para llegar a su cerebro que de pronto estalla de emoción y se llena de luz. ¿Qué tal guapísima, cómo te va la vida?

Las palabras amigas le traen un soplo de aire fresco. Canaliza esa voz que se cuela hasta sus pulmones cómo una ráfaga de puro aire que le refresca el alma. Una amiga desde la lejanía acuna sus temores aplicando el bálsamo del amor. Palabras ungidas de cariño que solapan la tristeza y barnizan de colores brillantes un día gris. Vierte un desesperado llanto, expresa el miedo, transmite su apatía y dolor. Tras el teléfono se derraman  los consejos sabios, la mansa respuesta, el vocablo correcto para paliar el sufrimiento.Todo cambia, o al menos es transformado de forma provisional. Las palabras tejidas de amor son el refrigerio deseado en ese oscuro día.

Hay promesas de cambio, deseos de actuar con valentía para alejarse de tanta miseria. Las frases exclamadas desde el corazón llegan al corazón. Sabias son las palabras cuando se han vertido desde el conocimiento y el cariño. El día muda de aires. El sentimiento de odio es transformado por el de valor. La visión de la vida es momentáneamente trastocada. Unas simples oraciones ataviadas de amistad logran cambiar el rumbo de un corazón avocado al fracaso. Huye el deseo de huir dando paso a un sosegado anhelo de cambio. Fluyen las lágrimas y en su recorrido salado mitigan los miedos, la decepción, el molesto pesar que carcome el corazón añadiendo dolor al dolor. Una llamada cambia el transcurso del día. El sol escondido durante toda la mañana nace de forma fortuita mientras cae la noche.

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