“El evangelio nos enseña a servir a todos por igual, sin distinción”

¿Cuáles son los desafíos de convivencia que enfrenta nuestro país hoy? Conversamos con la evangélica Anna Moilanen, Defensora de la Ciudadanía en Palma, que participará en el próximo encuentro Idea 2018 (16-18 de febrero, Mallorca).

Daniel Hofkamp

PALMA DE MALLORCA · 30 DE ENERO DE 2018 · 12:41

Anna Moilanen, defensora de la ciudadanía en Palma. / Ajuntament de Palma,
Anna Moilanen, defensora de la ciudadanía en Palma. / Ajuntament de Palma

Distintas culturas, nacionalidades, generaciones, religiones. La sociedad española ha cambiado en los últimos años y esta pluralidad presenta desafíos a los que los evangélicos somos llamados a dar respuesta. Un ejemplo de esta realidad se da en la ciudad de Palma de Mallorca, donde la evangélica Anna Moilanen ejerce desde hace algo más de un año la labor de Defensora de la Ciudadanía.

Será en esta ciudad donde se celebre el próximo encuentro Idea 2018, el espacio de reflexión y visión que organiza cada año la Alianza Evangélica Española, del 16 al 18 de febrero.

El encuentro se abrirá con un coloquio en el que participarán, junto a Anna Moilanen, el empresario Joseph Adebola; el sociólogo Carles Vecina, coordinador del Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural; y Marcos Zapata, experto en intervención familiar y Presidente de la Alianza Evangélica Española.

La Defensora del Pueblo de Palma ha explicado a Protestante Digital algunos de los retos que enfrentan en la ciudad, como el contacto entre personas de distintas culturas, los desafíos de convivencia que tienen que ver con el día a día, o el equilibrio entre abrirse al turismo y hacer un uso adecuado de los recursos.

Anna Moilanen, de origen finlandés y con una trayectoria amplia en la gestión de proyectos sociales con varias ONG, explica cómo el cristianismo provee una cosmovisión que favorece la convivencia, el respeto y el contacto entre personas de distintas procedencias.

 

Pregunta. Sabemos que todavía hay ciudades en España no cuentan con esta figura, así que ¿podrías explicarnos cuál es la labor que realizas como defensora de la ciudadanía en Palma?

Respuesta. La figura del defensor del pueblo de la ciudadanía se remonta a principios del siglo XIX. Surgió en Suecia donde se consideró necesaria esa figura de un defensor ante la vulneración de los derechos de la ciudadanía.

Es cierto que no todas las ciudades lo tienen. En España tenemos al defensor del pueblo a nivel nacional que está en Madrid, cuya competencia cubre todas las esferas sociales e instituciones, y luego están también los defensores autonómicos. A continuación, hay cerca de 1.000 ciudades que tienen esta figura del defensor de la ciudadanía. En nuestro caso, Palma, tiene cerca de medio millón de habitantes. La figura se creó en el 2005. En le 2007 se nombró el primer defensor a Miquel Lladó, que falleció en 2012. Desde entonces y hasta el 2016 estuvo desierto, hasta que he sido elegida como defensora de la Ciudad de Palma. siendo mi competencia en el ámbito municipal.

 

P. En el próximo encuentro IDEA se nos plantea reflexionar sobre el tema “peregrinos y extranjeros”. ¿Cómo es la situación de la convivencia en Palma?

R. Esta es una ciudad con mucha pluralidad. Como isla es un lugar de paso y así se convierte en una especie de laboratorio de lo que es la convivencia de diferentes culturas, razas, religiones. Desde hace años en Palma se trabajan temas de interculturalidad, pero también transculturalidad, es decir: no solo convivir destacando lo mejor de cada cultura, sino que las culturas sean afectadas unas por otras.

 

P. Ante tantas culturas y diversidad, ¿existe el riesgo de que se formen guetos que dificulten la convivencia?

R. El desconocimiento a veces puede generar conflictos. No estamos hablando de guetos geográficamente hablando, pero sí que sucede que los ecuatorianos prefieren estar con los de su país, como los colombianos, los argentinos, los chilenos… Por ejemplo, hay restaurantes que son regentados por argentinos y la clientela mayoritaria es del mismo país. Esto es natural. La afinidad, el conocimiento, la proximidad hace que se formen estas comunidades. Esta dinámica es difícil de romper. Suele ser más fácil quedarte con lo conocido, y salir de la zona de comodidad es difícil, sobre todo cuando has venido con un proyecto de vida de mejora, sobre todo económica. Ante esta realidad, la integración a algunos les puede resultar secundario.

 

P. ¿Cómo trabajáis desde la oficina de defensa de la ciudadanía para paliar esta tendencia?

R. Nosotros defendemos los derechos del ciudadano frente a la administración. Es curioso, pero muchos de nuestros usuarios son de otras procedencias, no son, por así decirlo, “de aquí”. Hay determinadas nacionalidades que tienen una conciencia muy clara de que necesitan recurrir a una institución como esta para aclarar lo que está ocurriendo, por qué se les vulneran sus derechos, y necesitan una explicación. Tenemos así personas de nacionalidades muy variadas haciendo uso de este servicio, y es un motivo de satisfacción que esta oficina sea cercana y próxima a sus problemas. Hacemos mucha labor de mediación, de explicar cómo funcionan las cosas, los recursos de los que se disponen para resolver su problema y viceversa, es decir, explicar al Gobierno los problemas de la gente. El Gobierno apuesta por una pluralidad de representación, pero estamos en esta labor de abrir los ojos, para que todas las culturas puedan entender tanto sus derechos como sus obligaciones. 

Por poner un ejemplo, se generan conflictos por el tema del ruido. Palma es de por sí una ciudad muy ruidosa. Hay que hacer una labor pedagógica y educativa, para que se entienda que las plazas públicas están para el uso y disfrute de los ciudadanos, pero que las proximidades hay que respetarlas. Son cosas sencillas pero que necesitan mediación. Tenemos estos problemas cotidianos de convivencia. 

No hemos detectado cosas que serían más graves, como pandillas o conflictos de este tipo. Esta es una ciudad muy plural y multicultural, que está caminando hacia un modelo más transcultural donde se dé esa influencia mutua. La gente convive bastante bien.

 

P. Dentro del programa propuesto para Idea, el próximo encuentro de la AEE, se hace referencia al crecimiento del discurso xenófobo en la política europea. ¿Cómo lo ves?

R. En Palma no está tan latente, o al menos no es manifiesto. En general en las Islas Baleares hay un amplio porcentaje de turistas y vive de quienes vienen de fuera. Hay una tolerancia amplia. Es un lugar de acogida. Por eso también muchas personas que vienen de paso terminan quedándose. Siempre puede haber problemas, pero son muy puntuales. Nos hemos acostumbrado a ver a personas de distintas culturas. 

Lo que sí se ha hablado mucho, aunque personalmente creo que no se ha dado de forma tan exagerada, es la turismofobia. Se producen problemas de vivienda, de aglomeraciones de tráfico, de consumo de recursos… Por ejemplo, el recurso del agua es limitado y en Palma lo pasamos muy mal el pasado verano. Está calculado que el turista consume un tercio más de agua al día. Esto repercute de forma negativa sobre el precio del agua, la ciudad se ve más sucia… Así que el turismo tiene efectos positivos en cuanto a ingresos y empleo, pero negativo en estos otros aspectos.

Así que no son tantas las manifestaciones xenófobas, sino que aquí lo que se da más notoriamente es ese rechazo al turista.

 

P. ¿Cómo marca tu fe evangélica la labor que llevas a cabo como defensora de la ciudadanía?

R. Vengo de una familia protestante, y aquí encontrarme con una iglesia evangélica, es como volver a casa. Es parte de mi identidad. Los valores cristianos forman parte de mi esencia. El llamado a ser equitativo, no juzgar sino considerar a todo ser humano como igual, es un valor imprescindible para esta función. La defensora tiene que considerar a todos iguales, y parte de la razón de ser es servir al prójimo, al vecino, al conciudadano. 

Pienso también en la no distinción entre culturas, como enseña la Biblia. No tiene que haber una distinción entre clases sociales, culturas, razas o procedencia religiosa. El enfoque cristiano de fe tiene que ser capaz de cubrir estas diferencias. 

Veo a la iglesia como un reflejo de lo que existe en la sociedad. En la iglesia donde me congrego, estaba observando justo este domingo la cantidad de nacionalidades que hay. Creo que pasamos las 20 nacionalidades, por tanto hay un reflejo de lo que ocurre en Mallorca. Eso es una riqueza, una bendición.

A veces no se ha entendido que desde este punto de vista, del ejemplo del evangelio, es servir a todos por igual, sin hacer distinción. Creo que a veces se ha pensado de una forma más cerrada o sectaria, pero yo al menos no entiendo así el evangelio. La nuestra es una iglesia muy abierta, ceñida a nuestra identidad en Cristo.

 

El encuentro Idea 2018 se celebrará en Palma de Mallorca del 16 al 18 de febrero. Las inscripciones están abiertas. Mas información en la web de la Alianza Evangélica Española, aquí.

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