El cazador y el hurón

Un poema de Tomás Iriarte (selecciona Isabel Pavón)

12 DE ENERO DE 2018 · 06:00

Un bosque. / Elke Karin Lugert (CC),
Un bosque. / Elke Karin Lugert (CC)

 

EL CAZADOR Y EL HURÓN

 

Cargado de conejos

 y muerto de calor,

 una tarde de lejos

 a su casa volvía un cazador.

 

Encontró en el camino,

 muy cerca del lugar,

 a un amigo y vecino,

 y su fortuna le empezó a contar:

 

«Me afané todo el día

 -le dijo-, pero ¿qué?,

 si mejor cacería

 no la he logrado ni la lograré.

 

Desde por la mañana

 es cierto que sufrí

 una buena solana,

 mas ¡mira qué gazapos traigo aquí!

 

Te digo y te repito,

 fuera de vanidad,

 que en todo este distrito

 no hay cazador de más habilidad».

 

Con el oído atento

 escuchaba un hurón

 este razonamiento

 desde el corcho en que tiene su mansión;

 

y el puntiagudo hocico

 sacando por la red,

 dijo a su amo: «Suplico

 dos palabritas, con perdón de usted.

 

Vaya, ¿cuál de nosotros

 fue el que más trabajó?

 Esos gazapos y otros

 ¿quién se los ha cazado sino yo?

 

Patrón, ¿tan poco valgo

 que me tratan así?

 Me parece que en algo

 bien se pudiera hacer mención de mí».

 

Cualquiera pensaría

 que este aviso moral

 seguramente haría

 al cazador gran fuerza; pues no hay tal.

 

Se quedó tan sereno

 como ingrato escritor

 que del auxilio ajeno

 se aprovecha, y no cita al bienhechor.

 

Tomás Iriarte

Moraleja: A los que se aprovechan de las noticias de otros y tienen la ingratitud de no citarlos

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