Mansiones de telarañas

En las tierras de la Biblia hay millones de arañas que pertenecen a varios cientos de especies diferentes.

14 DE DICIEMBRE DE 2017 · 17:00

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

Los malvados construyen casas tan frágiles como una tela de araña, tan débiles como un refugio hecho de ramas                                                       (Job 27:18) 

En las tierras de la Biblia hay millones de arañas que pertenecen a varios cientos de especies diferentes. Todas se alimentan devorando a otros animales, generalmente pequeños insectos. La mayoría construyen algún tipo de red, hecha mediante hilos de seda que segregan por unos órganos pequeños, llamados hileras, que poseen en la parte posterior del abdomen. La seda se coagula y solidifica al salir de estas hileras, volviéndose resistente y elástica al ser estirada por la araña (fot. 43). Cuando la telaraña está terminada, el animal se oculta bajo una hoja y espera que algún insecto caiga en los hilos de la trampa viscosa. En el momento en que esto ocurre y la presa se debate por liberarse, la araña es alertada por las vibraciones y acude inmediatamente para envolverla con su seda. Al mismo tiempo, le inyecta un veneno mediante sus quelíceros que la paralizan y empieza así a digerirla, disolviéndole todas las vísceras. Por eso se dice que las arañas presentan digestión externa, ya que ésta se realiza en la propia víctima, fuera del cuerpo de la araña. Después la abandona, hasta que vuelve más tarde y le clava otra vez los quelíceros para absorber todo el líquido de la digestión.

Existe un tópico, generalmente aceptado por la opinión pública, de que las hembras de las arañas suelen comerse a los machos después de la fecundación. No obstante, los aracnólogos afirman que esto es una exageración y que no corresponde a la realidad. Lo que ocurre habitualmente es que los machos, después de sobrevivir al hambre, los peligros de los depredadores (generalmente pájaros), construir telas, buscar hembras para fecundarlas, etc., disponen de poco tiempo para alimentarse, se van debilitando poco a poco hasta que mueren por agotamiento y falta de nutrición. Es cierto que, en raras ocasiones, pueden ser devorados por sus compañeras pero el hecho frecuente de que un macho fecunde a más de una hembra, demuestra que esto no es normalmente así.

En Israel todavía se siguen descubriendo nuevas especies de arañas. Recientemente, científicos de la Universidad de Haifa encontraron, sobre las dunas de la región de Arava, en la frontera entre Israel y Jordania, ejemplares grandes que medían unos 14 centímetros de diámetro. Se les denominó Cerbalus aravensis, son grises con las articulaciones y los extremos de las patas de color negro. Constituyen la especie de araña más grande del Oriente Medio y viven camufladas bajo la arena del desierto, en unas cavidades construidas por ellas mismas.[1]

Existen otras arañas que no fabrican telarañas como, por ejemplo, las aproximadamente 4000 arañas saltarinas descritas por todo el mundo y algunas presentes también en Tierra Santa. Cazan al acecho, saltando ágilmente sobre sus víctimas. Por lo que sus ocho ojos les proporcionan una visión increíblemente eficaz. Son pequeñas, apenas alcanzan el medio centímetro de longitud. Su minúsculo cerebro es más reducido que el de una mosca. Sin embargo, son capaces de cazar en tres dimensiones (3D). Sus dos ojos principales, los más grandes de los ocho que posee, tienen una retina que, en vez de una sola capa como en el resto de los animales, posee cuatro capas de células fotosensibles. Dos de tales capas son sensibles a la luz verde. Una de ellas recibe imágenes enfocadas, mientras que la otra las recibe borrosas. Precisamente, cuanto más desenfocada aparece una imagen, más próximo al ojo se encuentra el objeto observado. Esto le permite a la araña calcular la distancia exacta que debe saltar para atrapar su presa. Los científicos intentan copiar este diseño técnico de los ojos de la araña saltarina para crear cámaras 3D que enfoquen con mayor precisión.

Es verdad que, a veces, juzgamos según la apariencia y no sabemos ver bien o comprender aquello que tenemos delante de nuestras propias narices. La belleza e inteligencia que hay detrás de lo pequeño, en ocasiones, pasa desapercibida o no se le da la importancia que merece. Nos parece que las cosas se han hecho solas. Sin embargo, la naturaleza no se ha creado a sí misma sino que responde a un plan sabio, meticuloso y premeditado. Aunque no lo entendamos todo, es evidente que el universo refleja la inteligencia de Dios. El hecho de que los ingenieros humanos se inspiren en los innumerables diseños que existen en la naturaleza, es una prueba de dicha inteligencia y sabiduría original. Pero, desde luego, es menester tener ojos adecuados para saberlo ver.   

Las referencias bíblicas a las arañas son escasas (Job 8:14; 27:18; Is. 59:5-6) y suelen centrarse en la fragilidad de sus telas. Por ejemplo, en el libro de Job se habla de que algunas personas logran amasar grandes fortunas pero, paradójicamente, no saben aprovecharlas o no logran ser felices. Poseen muchas riquezas y mansiones opulentas, aunque en el fondo todo esto puede llegar a ser tan frágil como las telarañas. Los bienes conseguidos rápidamente por medio de la maldad (extorsión, corrupción, robo, injusticia, etc.) pueden desaparecer también de la noche a la mañana. Es mucho mejor tener tesoros en el cielo que en la tierra.  

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Zoé - Mansiones de telarañas