Quemarse, o no, en el servicio cristiano

La naturalidad con la que está escrito este libro de Pedro Gelabert hacen que sea unos de esos libros que jamás pasan de moda, y siempre hacen bien al alma.

10 DE DICIEMBRE DE 2017 · 11:00

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“Estoy convencido de que se lo debemos a las generaciones que vienen para seguir ardiendo. Y, hablando de ellos, entiendo que este es el lugar para puntualizar que aunque este libro surge de los materiales preparados especialmente pensando en los pastores y en otras esferas del liderazgo, también espero que la lectura de estas páginas, llegue a hacer bien a quienes, si el Señor así lo quiere, un día serán llamados a esos ministerios. Pero aguardo todavía un fruto más, que los hermanos y hermanas que lo lean, puedan asumir mejor, el precio que han de pagar quienes les sirven, y sepan agradecérselo, primero al Señor mismo, pero también a ellos, para la gloria de Dios.” 

        Pedro Gelabert

 “He aquí mi siervo, a quien he escogido;

Mi Amado, en quien se agrada mi alma;

Pondré mi Espíritu sobre él,

Y a los gentiles anunciará juicio.

 No contenderá, ni voceará,

Ni nadie oirá en las calles su voz.

 La caña cascada no quebrará,

Y el pábilo que humea no apagará,

Hasta que saque a victoria el juicio.

 Y en su nombre esperarán los gentiles”.

                      Mateo 12: 18- 21. Citando Isaías 42.

Uno de los mayores placeres para mi, es ese viejo y maravilloso arte, que ni el mayor de los progresos en materia de comunicación y tecnología informática pueden sustituir. Me estoy refiriendo a poder, en una noche fría como en la que estoy escribiendo, acurrucarme al amor de la lumbre, y mientras me tomo una deliciosa taza de café, como diría David Morse, quien vivió muchos años en Lima, y en el altiplano de Perú… El café, como sus siglas, C… aliente, A… margo, F… uerte, y E… speso. ¡Así me encanta a mi! Mientras deshojo una a una las hojas de papel amarillo de un libro impreso y maravilloso. Esto es lo que me ha ocurrido esta fría noche, mientras repasaba un delicioso libro, como todos los suyos, de Pedro Gelabert, EL MINISTERIO EN LLAMAS. Desde el día que lo tuve en mis manos y me lo dedicó, sabía que me iba a encantar. Tanto por el modo de escribir Pedro, como por su temática, algo que de distintos modos vivo y he vivido de modo muy intenso. Bueno, ya sabéis, y mucho más los que me conocéis, que soy intensa en casi todo, en los gustos, en los sabores, en los olores y hasta en todo lo que amo, muy por encima de todo el servicio a mi Dios.

Conozco a Pedro Gelabert desde.. ¡Ni sé! El y su esposa Magda, han sido siempre un precioso referente para mi en el servicio al Maestro; así que del mejor modo en el que me sea posible, comentaré lo maravilloso que me ha parecido este libro, algunas de las delicias de las que habla entremezclado con vivencias personales, también demasiado intensas. Unas veces muy dolorosas, y en otras, preciosamente hermosas.

El estupendo prefacio de este libro está escrito de un modo bueno y original, tal como él es, por su hijo Jonathan Gelabert. Y el prólogo, está expuesto de un modo que me emociona profundamente, por alguien como Ángel Bea. La introducción está escrita por el propio autor y lleva por título sólo una palabra, cuando la leo, me tengo que levantar a prepararme otro de esos cafecitos de David Morse, ya con el Señor…. ¡IGNICIÓN!

En principio, el libro está escrito para personas que sirven a Dios, a los que en algún o muchos más momentos de sus vidas y ministerios, se han sentido absolutamente “quemados” por todo lo que el propio ministerio conlleva. Pero también lleva implícito demasiado personal bellísimo, y habla de uno de los más amados temas por mi, el ardor que nos quema por la pasión hacía el Señor y la llenura de su Santo Espíritu.

 

Quemarse, o no, en el servicio cristiano

Me encanta el modo de escribir de Pedro Gelabert. Me prendió hace años, ¡bastantes! Con el mítico libro sobre la epístola de Santiago, NADA NUEVO. Reconozco que está entre los más preciados de mis libros, y sigo recurriendo a él de cuando en cuando. Su frescura, la naturalidad con la que está escrito, hacen que sea unos de esos libros que jamás pasan de moda, y siempre hacen bien al alma. Así escribe Pedro, y lo sigue haciendo muchos años después. Estamos pues, ante unos de las personas más admiradas por mi, no sólo en su modo de escribir; sino como persona, siervo del Altísimo y Maestro en la Palabra.

Este estupendo libro consta de  ocho capítulos más dos anexos:

-Algunas causas habituales para quemarse.

-Del beneficio de las llamas y el fuego.

-Siervos de fuego (1) Isaías, el fuego apasionado.

-Siervos de fuego (2) Jeremías, el fuego de la indignación.

-El fuego divino en estos postreros tiempos.

-El celo que consume.

-El fuego del Espíritu.

-Reflexión final.

-Anexo 1, el descanso sabático.

-Anexo 2, un paseo por las llamas (sin quemarse).

No es cuestión de que os reproduzca aquí un libro que me ha encantado, me ha ayudado y me ha tocado el alma. Pero en muchos lugares me he podido sentir identificada.

No es fácil servir al Señor. Y quien diga lo contrario está faltando a la verdad; la misma Escritura lo afirma en distintas ocasiones. La clave para mí, y en esto coincido con el autor, está en que manera en la que lo identifiquemos, lo vivamos, y así va a fluir nuestro ministerio.

Mamé la Palabra de Dios desde los pechos de mi madre, podrían decir de mi igual que de Timoteo.. “Porque desde la niñez has sabido las sagradas Escrituras…” Pero una cosa es eso, y otra vivirlo, aceptarlo y seguirlo en un modo personal e intransferible.

Nunca entiendo, cuando le pido a alguien un testimonio para una entrevista de algún tipo, y me contestan con un…. Es que yo no tengo nada nuevo que decir…Llevo toda mi vida en el Señor….. ¿Seguro? Creo que si yo empiezo me tienen que decir… ¡Y… Ya… Ya…!

Me entregué al Señor de un modo personal cuando tenía 8 añitos, bajé a las aguas del bautismo con 15. Cuando el Señor me llamó del modo más fuerte y precioso que os podáis imaginar, tenía 16. Fue algo tan claro y profundo, que todo lo que tenía por delante, se me hizo como nada ante el hecho de poder dedicar mi vida al autor de la misma. ¡Por supuesto que he cometido y sigo cometiendo errores! Pero procuro aprender y dejar que el Señor me enseñe y me corrija dulcemente. ¡Cuantas cosas hoy hubiera hecho de un modo muy diferente, ¡Cuántas! Pero el Señor al que sirvo es tan maravilloso, que a todo aquel que le ama profundamente, le sirve con fidelidad y se deja inundar por su Santo Espíritu … Todo aquel que, no sólo deja que pasen los años por el llegando a ser un estúpido inmaduro con edad….. Le perdona, le ama, le ayuda… De estas y muchísimas otras cosas nos habla Pedro Gelabert en este delicioso libro.

No es cuestión de que os lo reproduzca, pero sí os invito a sumergiros en el….. Si puede ser en una fría noche y con un cafecito a lo David Morse, pasando preciosas hojas amarillas que os llenarán el corazón.

¡Gracias mi querido amigo y consiervo! A ti y a tu querida esposa Madga, por haber marcado mi vida de un modo muy fuerte con vuestro ejemplo precioso, hecho realidad hasta que Él venga o quiera llevaros a Su presencia.

¡Gracias de modo muy especial a ti, Pedro, por este hermoso libro que ha tocado las fibras más íntimas de mi corazón!

Yo, que soñaba con servir al Señor en mi amado continente africano, jugando con mi profesión secular y mi inglés, no tan bueno como el natural de mi esposo… Entre esos preciosos niñitos de piel bien oscura y llenos de rizitos bellísimos en su cabeza…. El Señor me ha dado muchas ocasiones de ir allí, es… Como una asignatura pendiente en mi vida; pero aquí estoy, donde marcó mi destino hasta el día de hoy, en la tierra y en la iglesia en donde nací; aunque, creo que esta empedernida soñadora, jamás dejará de soñar en grande.

Os invito a todos a meteros de lleno en este precioso libro de Pedro Gelabert. Estoy segura de que os encantará y bendecirá. Pues sólo el que sigue las pisadas del Maestro, es plenamente feliz.

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