Míguez Bonino: se fue el gran teólogo latinoamericano

El campo en el cual trabajó de manera más consistente fue el de la ética del Reino de Dios.

03 DE JULIO DE 2012 · 22:00

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El Paísdel lunes 2 de julio traía la noticia del fallecimiento de José Míguez Bonino, ocurrido en Buenos Aires el sábado 30 de junio. Para quienes conocen la teología protestante en América Latina, Míguez Bonino ha sido el teólogo más destacado. Respetado y reconocido en todos los sectores del protestantismo latinoamericano, Míguez Bonino fue también el único observador protestante de América Latina en el Concilio Vaticano II. Había nacido en la ciudad de Rosario en Argentina, en 1924. Pastor metodista y profesor desde muy joven en la Facultad de Teología (hoy ISEDET), de la cual fue luego Rector (1960-1970), y más adelante Decano del Departamento de Posgrado (1976-1985). Activo en el movimiento ecuménico, llegó a ser Vice-Presidente del Consejo Mundial de Iglesias y destacó también como activista en pro de los Derechos Humanos en los años más difíciles de la dictadura militar nacionalista y católica que dirigió la llamada “guerra sucia” en Argentina. Me ha entristecido la noticia dado el gran respeto que le tenía, y porque personas como él no abundan precisamente. No me puedo olvidar de mi encuentro con él en la Argentina de los años 70 del siglo pasado. Lo que más me impresionó fue que este teólogo ecuménico no utilizaba estereotipos socio-teológicos para referirse a los teólogos evangélicos que no compartían todas sus perspectivas. Escuchaba las opiniones de otros y las consideraba con delicadeza y caballerosidad. Como era un pensador agudo, que se expresaba con gran claridad, del diálogo con él siempre uno salía enriquecido. En aquellos años de crispaciones y rivalidades, de generalizaciones sin fundamento y de pasiones mal disimuladas, Míguez Bonino brillaba con luz propia, con esa luz que Jesús espera de sus discípulos, en las actitudes y en las acciones. He sentido mucho la partida de Míguez porque yo tenía mucho interés en que llegara a sus manos mi libro más reciente, en el cual exploro el pensar cristológico en América Latina, y , por supuesto, hago muchas referencias al curso de su obra a lo largo de varias décadas. Me hubiera gustado conocer su propia opinión para comprobar si, como me propuse, he sido fiel y respetuoso con su pensamiento. Desde la consulta sobre Ética Social que nuestra Fraternidad Teológica Latinoamericana celebró en Lima en 1972, tuvimos el privilegio de tenerlo como participante en numerosos eventos. Su capítulo sobre “El Reino de Dios y la historia” engalana el libro El reino de Dios y América Latina que la FTL publicó en 1975. Sus comentarios a las cuatro ponencias centrales de la consulta “Teología y Vida” con la que celebramos los primeros veinte años de la FTL (Quito, 1990), son un modelo de diálogo alturado, respetuoso y agudo. Recuerdo que algunos de nosotros nos emocionamos hasta las lágrimas cuando compartió su itinerario teológico. Sus contribuciones al CLADE III (Quito 1992) y al CLADE IV (Quito 2000) fueron muy apreciadas y difundidas. Míguez escribió la mejor introducción a las teologías de la liberación desde perspectiva protestante, La fe en busca de eficacia(Ed. Sígueme, Salamanca, 1977), en la cual manifiesta su adhesión a esa perspectiva teológica pero de manera crítica, especialmente cuando pone en guardia contra una hermenéutica que se hace prisionera del esquema ideológico. El campo en el cual trabajó de manera más consistente fue el de la ética del Reino de Dios. En 1972 publicó su libro Ama y haz lo que quieras, subtitulado “una ética para el hombre nuevo”, libro concebido como una introducción a la materia que el autor había enseñado por años en ISEDET. [1] Su ética es abiertamente cristocéntrica y está nutrida de las figuras y los temas de la historia de la salvación. Míguez estaba convencido de que “el aporte ético del Evangelio a la crisis moral – la del primer siglo y la nuestra – no consiste tanto, ni fundamentalmente en principios, instituciones o leyes nuevas, como en un hombre nuevo. Lo que Jesucristo pone en este mundo es una nueva humanidad, una nueva forma de ser hombre.”[2] Lo que encontramos en el Nuevo Testamento son algunos paradigmas, por medio de los cuales se nos dice: “Esto es el amor – vé y vívelo en tu vida.” El primero y fundamental paradigma es Jesucristo mismo. En él el propio amor - el amor creador y redentor de Dios – se hizo realidad concreta y visible. Andar en amor y seguir a Jesucristo es, pues, la misma cosa. El Evangelio y las Epístolas de Juan lo destacan con particular énfasis. Jesús lava los pies de sus discípulos y luego explica: “Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” El Señor se ha hecho servidor a fin de limpiar y purificar la vida de los hombres.[3] La misma visión cristocéntrica caracteriza otro libro en el cual Míguez trata de explicar, para creyentes y no creyentes, el significado de la fe cristiana: Espacio para ser hombres.Es un esfuerzo por articular una antropología que explica lo que la revelación bíblica dice acerca del ser humano, particularmente en relación con Jesucristo. Para Míguez los seres humanos llegan a Jesucristo por dos caminos, el del desafío y el del consuelo: Quien acepte el desafío de Jesús, sin embargo, muy pronto descubrirá que el mismo cala mucho más hondo de lo que pudo suponer inicialmente. La invitación a cambiar el mundo se vuelve de inmediato sobre quien la acepta para interrogarlo: “Tú que deseas transformar el mundo ¿estás ya transformado?... ¿Estás realmente persiguiendo el Reino de Dios, el servicio del prójimo, o estás buscando solamente una nueva forma de satisfacción y promoción propia?[4] La ética política de Míguez está resumida magistralmente en un libro que lamentablemente no tenemos en castellano y que ofrece el texto de presentaciones que hizo en varios Seminarios Teológicos de los Estados Unidos, Toward a Christian Political Ethics.[5] Es una obra de madurez por medio de la cual introduce de manera sistemática algunas de las respuestas surgidas en el ámbito teológico latinoamericano frente a los desafíos de un contexto de conflictos y tensiones, dentro del cual las iglesias han tenido que tomar posiciones.[6] Para mí fue una gran alegría que René Padilla publicase en la Editorial Nueva Creación ese libro que resume como ningún otro las cualidades del estilo y el método teológico de Míguez, Rostros del protestantismo latinoamericano(1995). Es un libro seminal en el cual aprovecha todo el trabajo histórico-social sobre el protestantismo latinoamericano, acumulado en las tres últimas décadas, y a partir de sus propias y ricas claves teológicas emprende un esfuerzo interpretativo de la mejor calidad. Leí, subraye y anoté este libro con tremenda gratitud. De él he citado más de una vez este párrafo que retrata a su autor de cuerpo entero: He sido catalogado diversamente como conservador, revolucionario, barthiano, liberal, catolizante, moderado, liberacionista. Probablemente todo eso sea cierto. No soy yo quien tiene que pronunciarse al respecto. Pero si trato de definirme en mi fuero íntimo, lo que "me sale de adentro" es que soy evangélico.En ese suelo parecen haberse ido hundiendo a lo largo de más de setenta años las raíces de mi vida religiosa y de mi militancia eclesiástica. De esa fuente parecen haber brotado las alegrías y los conflictos, las satisfacciones y las frustraciones que se han ido tejiendo a lo largo del tiempo. Allí brotaron las amistades más profundas y allí se gestaron distanciamientos dolorosos; allí descansan las memorias de los muertos queridos y la esperanza de las generaciones que he visto nacer y crecer.[7] Gracias a Dios por la vida y el testimonio de José Míguez Bonino, quien ya está con su Señor. Y que surjan teólogas y teólogos como él de las nuevas generaciones, para las cuales sus escritos deben llegar a ser un recurso formativo, valioso y enriquecedor.

[1] José Míguez Bonino, Ama y haz lo que quieras. Una ética para el hombre nuevo, Buenos Aires: América 2000, 1970.

[2] Míguez Bonino, op.cit., p.26

[3] Ibid., p. 63.

[4] José Míguez Bonino, Espacio para ser hombres, Buenos Aires: Tierra Nueva, 1975; pp. 77-78.

[5] José Míguez Bonino, Toward a Christian Political Ethics, Philadelphia: Fortress Presss, 1983.

[6] Entre las muchas obras que estudian el pensamiento de Míguez la más reciente y completa es Paul J. Davies, Faith Seeking Effectiveness: The Missionary Theology of José Míguez Bonino, tesis doctoral defendida en 2006 en la Universidad de Utrecht en Holanda Boekencentrum.

[7] José Míguez Bonino, Rostros del protestantismo latinoamericano, Nueva Creación, Buenos Aires, 1995; pp. 5-6.

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