Navidad, juguetes y niños pobres

Expreso mi preocupación para que podamos ampliar tanto la visión como la acción solidaria.

05 DE DICIEMBRE DE 2017 · 15:55

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Muchas veces la llamada del subdesarrollo llama a nuestras puertas. Aunque Misión Urbana está trabajando fundamentalmente en el seno de nuestras ciudades en España y en sus focos de conflicto, nunca hemos olvidado el drama del subdesarrollo con vistas a la cooperación internacional. Lo hemos hecho con ayudas prácticas y usando también nuestra voz concienciando a través de nuestros escritos y publicaciones.

En torno a estas fechas navideñas, hay muchas organizaciones que trabajan para que a los niños pobres, sean de nuestras ciudades españolas o de países empobrecidos en el extranjero, les llegue un juguete navideño. Misión Urbana lo hace dentro de todo el contexto de un trabajo social muy variado con múltiples programas de ayuda que abarcan desde los bebés hasta los ancianos. Ayudas integrales a las familias y personas en grave dificultad social.

Hay otras entidades como leo en el caso del trabajo de Alianza Solidaria, que también habla de dar un regalo especial para cada niño en una comida festiva, pero se ve que es dentro de un contexto de ayuda integral, de ayuda a familias en riesgo de exclusión social, apadrinamientos, atención en orfanatos y otros.

Sin embargo, también hay otras entidades que dan el juguete, asépticamente y como algo puntual, a las que hemos de mostrar también nuestro agradecimiento y tenerlos muy en cuenta. Quizás lo hacen sin entrar en otros trabajos de ayudas integrales a esos niños y sus familias, pero ya el hecho de que se acuerden de estos niños en Navidad es un motivo de agradecimiento. Ahí está Decisión con su Operación Niño de la Navidad con la orientación de Samaritan’s Purse. Hacen un tremendo trabajo tendente a que a varios niños pobres de países en subdesarrollo les llegue también un juguete.  

Hay que valorar también estos esfuerzos tan enormes de muchas otras organizaciones que trabajan por el juguete de forma puntual y sin entrar en configurar otros programas de ayuda integral, así como la promoción que hacen en las iglesias introduciendo en ellas la llamada de los pueblos en subdesarrollo, la llamada de los niños sumidos en pobreza o exclusión social, la llamada a la solidaridad. Eso es también muy importante.

Estas últimas entidades, aunque sea de esta forma tan sencilla, a través de sus promociones, anuncios a las iglesias y peticiones, se pone de relieve ante los creyentes que la economía capitalista tiene un pequeño centro y una gran periferia. Un selecto y consumista centro que se desenvuelve en medio del lujo y del despilfarro y una enorme y escandalosa periferia en donde la gente vive en la escasez, en la exclusión, en la falta de bienes y servicios mostrando los desequilibrios del mundo, sus desiguales repartos, sus injusticias. Todas estas entidades colaboran en la concienciación y sensibilización social de los creyentes.

No obstante y valorando profundamente este esfuerzo, yo, de forma personal y no crítica, me pregunto si el hecho de que una vez al año, en torno a las fechas navideñas les llegue algún regalo a uno de los niños que viven en la exclusión, en la subalimentación y en la escasez de recursos educativos y de capacitación, no se podría complementar desde España con la realización de otros programas sociales de ayuda a familias en exclusión como hace Alianza Solidaria o, en su caso, Misión Urbana en varias ciudades de España.

Si hay entidades que tienen estos contactos como en el caso de la Operación Niño de la Navidad y que, a su vez, están apoyados por muchísimas iglesias en el ámbito interdenominacional de nuestro país, pienso que, quizás, se debería dar un paso más. Es bonito que a un niño que está en pobreza y en subalimentación, en medio de escaseces y sin posibilidades de formación y capacitación, le llegue un juguete. Sin embargo yo pienso, de manera personal y valorando mucho estos esfuerzos, que los que tienen estos contactos y, a su vez, tanto apoyo por parte de las iglesias, deberían pasar a otros programas o proyectos de cooperación internacional que vaya mucho más allá de entregar un juguete anual de una forma tan puntual. Al menos llegar a algo más en el trabajo social en las medidas de sus posibilidades.

Así es. De ninguna manera infravaloro el hecho de que a un niño de un país subdesarrollado le llegue la ilusión de un juguete. Lo que sí pienso es que, cuando se tienen los contactos y un tan grande número de iglesias que apoyan, se debería buscar la posibilidad dar nuevos pasos.

La ética de Cristo debería estar impulsando voces fuertes, gritos solidarios que salieran de las gargantas de los creyentes pero, a su vez, deseos de involucrarnos en acciones, compromisos, programas y gestos solidarios que dieran un paso más allá del juguete para que el niño que tiene hambre, que no tiene las posibilidades de desarrollarse en sus capacidades educativas por falta de formación y de capacitación, pueda recibir de la solidaridad cristiana algo más que esa ilusión puntual que, sin duda, les puede crear alegría momentánea. Seguro que siempre es posible hacer algo más.

A la iglesia y a los cristianos compete hacer gestos, trabajar activamente dando un NO fuerte a la pobreza en el mundo. Unir nuestra voz a los esfuerzos para eliminar esas desigualdades, suavizando esa supervivencia humana en escasez que muchas veces roza la no vida cayendo en el no ser de la pobreza y exclusión.

Así, expreso mi preocupación personal por ver si, desde esos parámetros y contactos ya conseguidos, algunos grupos podrían hacer algo más que el hecho de entregar un juguete para que, sin dejar de hacerlo, se pase a un trabajo social y solidario mucho más amplio. Ampliar tanto la visión como la acción solidaria. Ampliar nuestro compromiso extendiendo nuestra mano de ayuda solidaria de forma integral en el nombre del Señor.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Navidad, juguetes y niños pobres