¿Dónde está el papa Francisco en la doctrina de justificación?

Antes de poner al Papa Francisco en la lista de los amigos de la fe evangélica, debemos entender lo que está diciendo en sus propios términos.

  · Traducido por Rosa Gubianas

25 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 21:00

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“Aquí estoy”: Estas son las famosas palabras que pronunció Martín Lutero delante de la Dieta de Worms en 1521. Interrogado acerca de sus convicciones tal como éstas habían sido delineadas unos años antes en las 95 Tesis, Lutero permaneció firme en la verdad de la Biblia y sus buenas noticias: los pecadores pueden ser justificados por Cristo solo a través de la fe sola. Estaba claro para todos lo que él creía. 

El Concilio de Trento (1545-1562) fue la respuesta oficial de la Iglesia Católico Romana a los problemas planteados por la Reforma Protestante. Al rechazar los principios del entendimiento protestante del Evangelio y declarar a sus proponentes anatema, Trento avaló el punto de vista de que los pecadores no podían ser justificados por la fe sola; en su lugar, el catolicismo insistía en un viaje continuo de buenas obras calificado por los sacramentos administrados por la iglesia. Donde se encontraba Trento era y es claro como el cristal.

En las últimas décadas, sin embargo, la situación se ha vuelto confusa. La Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (JDDJ) (por sus siglas en inglés) de 1999, firmada por los principales luteranos y la Iglesia de Roma, introdujo ambigüedades en el lenguaje, yuxtaposición de los términos y matices teológicos que hacen difícil entender donde se encuentran los firmantes en comparación con los puntos de vista de Lutero y de Trento. Después de la Declaración, la posición de Roma sobre la justificación es más difícil de determinar. Este contexto ambiguo es el marco de referencia del Papa Francisco cuando habla sobre este tema. 

 

¿La esencia de la existencia humana? 

En la ceremonia ecuménica que conmemoraba la Reforma en Lund (Suecia) en 2016, el Papa Francisco hizo una referencia superficial a la doctrina de la justificación. En un comentario, positivo en general sobre Lutero, el Papa argumentó que “la doctrina de la justificación expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios”, por lo que parece estar de acuerdo con lo que los evangélicos puedan decir acerca de esta doctrina. Reconocer la justificación como algo esencial es sin duda un indicador hacia su importancia primaria para la vida cristiana. Pero nótese que el Papa habla del papel esencial de la justificación en la “existencia humana” en general, no solamente en la vida cristiana. El contexto de esta afirmación no se limita a los cristianos,  ni a los creyentes en Cristo o discípulos de Jesús. El Papa no se refiere a la esencia de la vida cristiana, sino a la existencia humana como un todo. 

Aquí está la ambigüedad. ¿Significa esto que la justificación es esencial para todos los seres humanos independientemente de que sean cristianos o no? ¿Significa que la justificación es un componente constitutivo de la vida en general, una marca definitoria de la existencia de todos los hombres y las mujeres? ¿Significa esto que todos aquellos que viven una “existencia humana” son esencialmente justificados? Ciertamente, este no es el sentido que ni Lutero ni el concilio de Trento dieron a la justificación. Para Lutero, había un sentimiento en el cual la justificación podía definirse como “la esencia de la existencia humana ante Dios”, con la advertencia de que esto solo se referiría a los que han recibido la gracia de Dios por la fe sola. En otras palabras, la justificación es la esencia de la vida cristiana, no de la vida humana en general. 

Por tanto, en la superficie, el comentario del Papa sobre la justificación parece ser muy bíblico y verdaderamente muy protestante. Aunque, con una mirada más cercana, las cosas no son tan claras como parecen. Mientras afirma la importancia de la justificación, el Papa Francisco parece confundirla con una propiedad universal que todos los seres humanos comparten. Si esto es lo que el Papa quiere decir, estamos muy lejos de lo que indicaban tanto Lutero como Trento. En efecto estamos muy cerca de un “evangelio” universalista, ‘un todo-incluido’ y humanístico que traiciona el Evangelio bíblico de la salvación en Cristo solo y por la sola fe para aquellos que se arrepienten y creen.   

 

¿Fiel a la propia conciencia?

Podría decirse, que lo que el Papa Francisco dijo en Lund sobre la justificación es genérico y cabe interpretarse de diferentes maneras. No es posible decir a ciencia cierta que esto es lo que él tenía en mente. Por consiguiente, es importante buscar otras referencias para la justificación que pueda tener en su pensamiento en otra parte y darle otra oportunidad para explicar lo que quiere dar a entender. 

Hay otra cita que vale la pena considerar. En su ampliamente aclamada Exhortación del 2013 La Alegría del Evangelio, el programático documento de su pontificado, Francisco escribe que “los no cristianos, por la iniciativa graciable de Dios, cuando son fieles a sus propias conciencias, pueden vivir justificados por la gracia de Dios” (n. 254). Esta sección de la Exhortación trata del diálogo ecuménico e inter-religioso en el contexto de la misión. Según el Papa Francisco, los cristianos no católicos ya están unidos por el bautismo (n. 244), los judíos no necesitan convertirse (n. 247) y con los creyentes musulmanes el camino es el “diálogo” porque “junto con nosotros adoran al único y misericordioso Dios” (n.252, una cita de Lumen Gentium, n. 16). Otros no cristianos son también “justificados por la gracia de Dios” y están vinculados al “misterio pascual de Jesucristo” (n.254). 

La justificación, según el Papa, parece que puede recibirse siguiendo la propia conciencia. Todavía es “por la iniciativa graciable de Dios” (aunque no necesariamente por su gracia sola), sino que ya no es por la fe, ni tan siquiera por la fe sola. Es mediante la conciencia que los hombres y las mujeres están vinculados al misterio pascual de Jesucristo, es decir, la obra de Cristo tal como es reproducida en la Eucaristía, el sacramento principal de la iglesia. La fe en Jesucristo se ha ido. El Evangelio parece ser no un mensaje de salvación del juicio de Dios, sino más bien un vehículo para acceder a una medida más completa de una salvación que ya ha sido dada a toda la humanidad a través de la conciencia. ¿Qué hay de la fe en Jesucristo? ¿Qué hay de su justicia acreditada al pecador? Por consiguiente, ¿todos los seres humanos son justificados definitivamente siguiendo su conciencia? ¿Por la gracia pero no por la fe?

Al llegar a este punto, se pone de manifiesto que la referencia a la justificación de Lund siendo “la esencia de la existencia humana” fue diseñada a propósito para significar que la justificación define la vida de cada persona; no solamente la del cristiano creyente. Esta referencia en La Alegría del Evangelio hace que sea muy claro que el Papa, mientras utiliza el lenguaje de la justificación, ha alterado radicalmente su significado y la ha hecho un sinónimo de una existencia universal abrazando el conjunto de la humanidad. Usa la palabra de una forma ambigua, pero una inspección más cercana revela el contenido no bíblico.

¿Es la justificación del Papa Francisco lo que Lutero defendió? Y, más decididamente, ¿es esto lo que la Biblia enseña? Al tiempo que celebramos el 500º aniversario de la Reforma Protestante, con su recuperación de la doctrina de la justificación por la fe sola, sabemos lo que Lutero defendió y, en contraste, sabemos donde se situó Trento. ¿Dónde está el Papa Francisco? El está diciendo cosas radicalmente diferentes. Por lo tanto, antes de poner al Papa Francisco en la lista de los amigos de la fe evangélica, debemos entender lo que está diciendo en sus propios términos. Más allá de las similitudes en el uso de las palabras, él pertenece a un mundo diferente.

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