Maltrato eclesial, no divino

Considero que dentro de las iglesias existe un alto porcentaje de maltrato.

24 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 09:43

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Hace unas semanas terminé de leer el libro que menciono al final del texto y aunque he destacado y subrayado en él muchos párrafos interesantísimos que llamaron mi atención y aclararon algunas de mis dudas, guardé el que sigue para estos días en que celebramos la voluntad, la buena voluntad de algunas personas de querer eliminar la violencia contra las mujeres. 

Considero que dentro de las iglesias existe un alto porcentaje de maltrato que lleva consigo la discriminación en los cargos, la supresión de los dones y ninguneos varios, aunque todo esto se justifique disfrazándolo con versículos intimidatorios, artificiales guirnaldas de colores, elocuentes palabras escogidas de nuestro diccionario amatorio y promesas de buena voluntad. 

¿Se considera o no se considera violencia la exclusión que sufren las mujeres en diferentes congregaciones en las que ni siquiera se les permite despertar de tal ensoñación discriminatoria y darse cuenta de su triste realidad? Opino que sí y que esta separación que aguantan con toda certeza no viene de Dios sino de muchos hombres que tristemente se ven apoyados por grupos de mujeres que todavía no alcanzan a verse como la imagen de Dios Creador.

He aquí el párrafo:

Es esencial reconocer con todas sus consecuencias que las mujeres fueron y pueden ser dirigentes cristianas, que la sexualidad o la condición femeninas no implican ninguna bajeza. La controversia actual sobre la ordenación de las mujeres presenta llamativas semejanzas con el conflicto surgido a propósito de la esclavitud. En el siglo XIX, el cristianismo se vio envuelto en una profunda lucha moral en que la tradición cristiana se encontró de pronto enfrentada al mensaje esencial del evangelio cristiano. La esclavitud era una institución social legítima y reconocida en las mismas sociedades en cuyo seno se formaron el Antiguo y el Nuevo Testamento. Al final de aquella lucha prevaleció la "buena noticia" del mensaje auténtico de Jesús que proclamaba la salvación para todos por igual, lo que significa que todos son iguales; la institución social de la esclavitud no sólo no era esencial para el buen gobierno de la sociedad cristiana, sino que iba en contra de los valores cristianos. Los teólogos cristianos tienen hoy ante sí la misma tarea de desvincular las doctrinas esenciales del evangelio cristiano del sistema patriarcalista de los géneros en que aquéllas están encarnadas. Las iglesias cristianas deben retornar a su herencia genuina, rechazar las normas patriarcalistas del sistema grecorromano de los géneros y devolver a las mujeres una equitativa participación en el ejercicio de la autoridad en la Iglesia y en la vida cristiana.

 

Maltrato eclesial, no divino

Tomado del final del libro Cuando las mujeres eran sacerdotes. El liderazgo de las mujeres en la Iglesia primitiva y el escándalo de su subordinación con el auge del cristianismo.

Autora Karen Jo Torjesen. Ediciones El Almendro, Córdoba.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Maltrato eclesial, no divino