Regreso a casa

Ahora, abrazada a ti, festejo el reencuentro.

15 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 15:56

Foto de Priscilla Du Preez en Unsplash,
Foto de Priscilla Du Preez en Unsplash

Cuántas noches había soñado con aquel instante.

Largas horas anhelando tu presencia, el sonido de tu voz, el tintineo de tus pasos por la casa rítmicos y fuertes.

Habías vuelto haciendo de mí otra mujer.

Ataviada entre tus brazos goce del roce de tus dedos pintando en el lienzo de mi piel trazos plagados de amor, de pasión. Encontramos retazos de aquellos jóvenes que fuimos y que la guerra había vuelto viejos. Hallé temblorosas tus palabras cuando intentaron narrarme cosas que yo no quería oír pero que tú necesitabas contar.

Tejiendo besos y versos logré que por fin te quedaras dormido, agazapado entre mis brazos como un niño necesitado de protección. Un niño hombre que buscaba refugio en un ser en apariencia débil pero portadora de una descomunal fuerza interior.

Caían mis párpados, cansados se cerraban sin poderlo evitar. Los envites del sueño estaban consiguiendo que mi deseo por permanecer despierta se fuese diluyendo en la madrugada.

Y fue entonces, en esa duermevela, cuando dio un vuelco mi corazón, galopando como un caballo desprovisto de ataduras, un vuelco al sentir tu respiración pausada acariciando mi cuello. Por fin estabas de vuelta. Se acabó la angustiosa espera.

Recordé las infinitas veces en las que emití mi llanto envuelto en plegarias. Sabía y sé que éstas llegaban orladas a los oídos del Padre, aun así, a veces me sobrecogía la idea de no volver a verte, la soledad de quién desconoce los entresijos de un futuro nada halagüeño.

Ahora, abrazada a ti festejo el reencuentro. Absorbo como un perfumista el aroma que exhala de ti, el olor tan familiar, tan mío.

Nuestros hijos duermen, tú duermes, la casa está tan llena de vida y tan vacía de sonidos. No quiero cerrar mis ojos, deseo saborear cada segundo, admirar el milagro que me ha acontecido, agradecer a Dios tu vuelta, sentir los acompasados latidos de tu corazón que devuelven insólitamente una melodía a mi existencia.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Regreso a casa