De boniatos, castañas y de jalouin

No solo a los vendedores concierne preservar la buena tradición de la castañada, sino también a la sociedad en su conjunto.

12 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 16:00

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La transferencia de costumbres y tradiciones ha sido una constante a lo largo de los años de la historia de la humanidad, desde que se transmitían con lentitud a bordo de carromatos y trovadores cantadores de historias de otros pueblos hasta los veloces medios de hoy del cine y la televisión. Y si tal cosa sucedía en un mundo parcelado del ayer, cómo lo no lo va a ser hoy en la época de la civilización. 

“Desde el Corazón” observo, cómo la penetración de tradiciones foráneas malsanas, sólo causan desasosiegos en muchos, ante la posibilidad de que las propias queden arrinconadas. Y así, tenemos que los antiguos celtas, al llegar el final de Octubre celebraban el “final de la cosecha”; fiesta bautizada como “Samhain” con significado de “final del Verano”, la despedida del Lugh, dios del Sol. Desde ahí se pasó al día de Halloween, cuando los espíritus de los muertos iban a visitar el mundo de los mortales. Aunque otros investigadores afirman que aquella fiesta céltica pagana, con el auge del catolicismo romano se cristianizó, y comenzó a llamarse “la víspera de todos los santos” reemplazando el “Samhain” con la naciente palabra “Halloween” curiosa traducción de “All Hallow’s Eve” o “víspera de todos los santos”. Con la inmigración de los irlandeses principalmente católicos, allá por el 1846, tal tradición llegó al continente americano y desde éste a nosotros, y su poderío comercialista de una cultura dominante, tiende a prevalecer sobre las demás, pese a que siendo todo particularmente por y para el ocio se establece un sincretismo entre lo añejo y lo recién llegado. Y no pocas gentes de nuestros entornos se inquietan pensando que la fiesta, cada vez más terrorífica, desplace a la fiesta típica celebrada en familia, de la castañada, desde antaño.

¿Está acaeciendo realmente esto?; observando “Desde el Corazón” con calma veo que -incluso en Iglesias Protestantes se va imponiendo una conciliación entre ambas costumbres, que los atavíos monstruosos se agregan al consumo de boniatos, castañas y panellets. En cuanto a las Escuelas, es demostrable que se han introducido los disfraces de JALOUIN con sus fantasmas, vampiros, hombres lobo, brujas, zombis, calabazas con velas en favor de los difuntos y no sé cuántas zarandajas más. Mientras se prohíben símbolos cristianos, incluso en fiestas navideñas, siguen estos corolarios paganos y, como forma de justificación, en algunas escuelas se dice: pero también tenemos clases para fabricar panellets (dulce tradicional en Catalunya).

“Desde el Corazón” me persuado una vez más que nuestra cultura está impregnada, incluso en lo más íntimo, por lo mercantil y que los comerciantes continuarán impulsando la introducción del JALOUIN  como una fuente de negocio, de igual forma que el gremio de reposteros se empeñará en que una tradición como la castañada no se desvanezca.

Notando “Desde el Corazón” el progreso del JALOUIN, esa fiesta migrada, no será de extrañar que acabe superponiéndose a la tradición local, ya que todo aquello procedente del más poderoso, deslumbra. No hay más que ver las ofertas que sin sonrojo ofrecen los medios de comunicación y la prensa: “Planes para hacer en Barcelona: Clubes con impresionantes fiestas. La mejor música tecno hasta altas horas. Diecisiete películas terroríficas para celebrar un JALOUIN en familia. Disfruta de algo espeluznante en el Palau de Sant Jordi. Los Addams llegan a Barcelona con motivo del JALOUIN . Los niños están de suerte, celebra el JALOUIN más terrorífico en Port Aventura. Ten valor suficiente para que se te atragante la cena en el restaurante temático Enigmatium. Atrévete a entrar en el escape room terrorífico. Piérdete por 60 minutos en la Casa de los Suspiros… y así, cientos de ofertas cada cual más infernal.

Frente a todo ello, no sólo a los vendedores (hace años dediqué un artículo a la última castañera que conocí en las Ramblas de Barcelona, frente a la Boquería) concierne preservar la buena tradición de la castañada, sino también a la sociedad en su conjunto. Compartirla de padres a hijos y de maestros a alumnos, la repetición anual de la sencilla fiesta de los boniatos y castañas calientes y los panellets sin par, puesto que ayudarán a mantener incólume esta vieja pero noble tradición frente a la mascarada de orgías horripilantes y espantosas máscaras.

A los cristianos les toca declarar firmemente que el origen de estas celebraciones está ligado a creencias falsas sobre los muertos, los espíritus malvados o demonios. Que el oscurantismo medieval ya pasó y que la Biblia prohíbe mezclar las creencias del error con la fidelidad al Dios verdadero. Que la Biblia dice claramente que debemos luchar contra huestes de maldad, gobernantes de las tinieblas. Y sin complejos confirmar que el JALOUIN de una forma que aparenta ser inofensiva, celebra las cosas que son usadas por el enemigo para causar daño en el espíritu humano. Bíblicamente, un cristiano no tiene razón para creer en fantasmas ni en zombis. Tampoco tiene razón para estar asustado pues los Evangelios nos enseñan que Jesús siendo la Luz y la Verdad, tiene toda autoridad sobre tales falacias y engañosas fiestas, por muy coloridas y en negro que se presenten.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - De boniatos, castañas y de jalouin