Latinoamérica: la Iglesia católica ‘aprende’ de los protestantes

La gran cuestión es si el Catolicismo puede ver al Protestantismo popular como obra de Dios. Esa misma pregunta se la plantean muchos protestantes de denominaciones tradicionales.

10 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 17:00

Foto: Katherine Hanlon / Unsplash,biblia, crucifijo
Foto: Katherine Hanlon / Unsplash

América Latina: protestantismo popular y misionología católica (II)

 

El trabajo de Franz Damen que mencionamos en el artículo anterior de esta serie toma una perspectiva diferente, y  está en la línea de lo que podemos llamar "acercamiento misionológico católico", en contraste con lo que sería un "acercamiento policial" que condena a estas iglesias y busca desprestigiarlas, ya que no puede como en el pasado suprimirlas por la fuerza.

El acercamiento pastoral fue el que había usado algunos estudiosos católicos en Chile, como el jesuita Ignacio Vergara y el carmelita Ireneo Rosier, que se acercaron al Protestantismo, incluyendo al movimiento pentecostal, con honestidad científica y simpatía crítica.[1]  Para ellos en vez de intentar frenar ese avance  utilizando el poder estatal y la coerción social, la Iglesia Católica debía investigar sus propias fallas pastorales y misioneras y hasta hacerse la pregunta "¿Qué podemos aprender de estos movimientos?" 

Hemos señalado también en otra parte el ejercicio de autocrítica que acompañó el surgimiento de algunas líneas de las teologías de la liberación, autocrítica que en parte fue fruto del avance protestante y del Concilio Vaticano II.[2]

Al valorar desde perspectiva misionológica y pluralista este crecimiento del Protestantismo popular, los estudiosos católicos señalan puntos claves de estrategia misionera que vale la pena repasar. Voy a referirme a cinco de ellos.

 

1.- En primer lugar, Damen refuta las teorías de la conspiración y afirma que "parece todavía imposible comprobar que existe una conexión estratégica entre la política expansionista norteamericana hacia América Latina y la proliferación de las sectas religiosas en el continente."[3]  Sus observaciones y estudios le han permitido comprobar tres hechos cuya consideración es de suma importancia. Primero, que las sectas son un fenómeno primariamente religioso más bien que político; segundo, que un número creciente de sectas no son de origen norteamericano sino latinoamericano; y tercero, que muchas de ellas se nacionalizan e independizan pronto.

Damen cree necesario criticar la actitud defensiva de las jerarquías. Cree que con tal postura se llega a falsas interpretaciones que no estudian en serio la realidad del avance protestante, y que los líderes católicos se engañan al no reconocer la verdad de sus propias fallas pastorales y teológicas. En su conclusión pide autocrítica y realismo: Creo que la imagen de la avalancha más que la realidad de las sectas, refleja el estado de ánimo y de la mente de la Iglesia Católica en América Latina. Está acostumbrada desde la conquista al ejercicio de una hegemonía en el campo religioso, todavía no ha llegado a aceptar y asumir la realidad de la pluralidad religiosa existente. La figura de la avalancha le sirve para no tener que enfrentarse con la realidad compleja de las sectas.[4]

 

2.- En segundo lugar se destaca y admira la capacidad de las iglesias populares para movilizar a todos sus miembros en la tarea de evangelización. Así por ejemplo Monseñor Roger Aubry describe lo que llama "la participación activa en la vida y la misión de la Iglesia". Utilizando el lenguaje tradicional admira el hecho de que "Todos los convertidos son miembros activos  que tienen que promover la vida de la secta y trabajar en la conversión de los hombres no convertidos aún."[5]

Aubry reconoce que este esfuerzo evangelizador es "muy generoso", pero critica el hecho de que a veces "parece más proselitista que evangelizador." A él le parece que la evangelización debiera realizarse en un ámbito de respeto y libertad, pero que hay métodos que no toman eso en cuenta. Su conclusión, tiene una nota de autocrítica: "debemos confesar que entre nosotros, a pesar de los serios esfuerzos  que se van realizando, son pocos los laicos involucrados en forma activa y creativa en la actividad pastoral de su parroquia o de su Iglesia."[6]

Estas observaciones de Mons. Aubry coinciden con las de Damen, quien también describe el dinamismo misionero evangélico como una nota distintiva de las iglesias populares:"Con su proselitismo sistemático y entusiasta, las sectas pentecostales y milenaristas se presentan como comunidades de fe profundamente misioneras, donde la tarea de evangelización no está encargada a un personal especializado. Porque es la misión de cada miembro de la comunidad."[7] 

A Damen le llama la atención que los grupos pentecostales que son los que muestran el mayor crecimiento, son también los que en relación con su tamaño, cuentan con el menor número de misioneros. Esto lo lleva a la nota autocrítica: "Con esto ponen el dedo en una llaga de las Iglesias establecidas, su relativa inactividad misionera hoy día, la tremenda dificultad que encuentran en desarrollar una espiritualidad misionera de las comunidades de fe y la casi incapacidad de poner en marcha programas misioneros laicales.”[8]

 

3.- En tercer lugar, desde el punto de vista misionológico resulta notable que algunos de estos estudiosos han llegado a reconocer que el esfuerzo evangelizador de las iglesias protestantes populares provee la primera experiencia de fe cristiana para algunas personas. Así por ejemplo, antes de la reunión de los obispos latinoamericanos en Puebla (1979), el Departamento de Misiones del CELAM, circuló un Documento de Trabajo llamado Panorama Misionero que describía las "nuevas situaciones misioneras" en América Latina.

El Panorama reconocía que "Las mayorías latinoamericanas generalmente se consideran 'católicas, apostólicas y romanas' aunque la adhesión eclesial de ellas frecuentemente se basa más en una pertenencia costumbrista a la Iglesia que en convicciones profundas de fe". El Panorama consideraba también la forma en que ciertos procesos sociales como la migración sacan a luz la debilidad del vínculo de las masas con la Iglesia Católica, o simplemente - diríamos nosotros - la ausencia total de una fe personal y salvadora en Jesucristo.

El misiónologo católico estadounidense Juan Gorski observa que frente a esas nuevas situaciones "Si una dinámica típicamente misionera no está suficientemente presente en la 'pastoral general' de la Iglesia católica, ella es característica de la acción de las sectas". La existencia de este dinamismo misionero en lo que Gorski llama "las sectas" explica entonces que: Las sectas protestantes y otras están penetrando estos ambientes urbanos y rurales con provecho. Ofrecen a muchos su primera experiencia concreta e interpelante de la Palabra de Dios, de la comunidad y entre-ayuda eclesial y de la transformación moral. Frecuentemente estas sectas recogen los frutos de sentimientos religiosos latentes y de un dinamismo misionero que no se encuentra en la pastoral católica...[ix]

 

4.- Una cuarta característica de estas iglesias que la Misionología católica destaca es su carácter verdaderamente popular. Mucho de la metodología, la liturgia, el estilo, de estas iglesias revela precisamente el origen popular de su membresía y de su liderazgo. En ese sentido son verdaderamente contextuales aunque no hayan teorizado nunca sobre la contextualización.

El teólogo jesuita español José Luis Idígoras, quien fue por varias décadas misionero en el Perú, destacó este aspecto con mayor precisión en un estudio sobre "la  popularidad de las sectas protestantes". Idígoras sostenía que los protestantes en Norteamérica eran "...hombres de la religión popular. Pensemos en muchas congregaciones pentecostales con manifiesto desinterés por lo especulativo y la busca directa de los carismas sensibles y eficaces en la comunidad."[x]

Luego se refería al crecimiento de este tipo de Protestantismo popular en América Latina y aun al surgimiento de variantes de origen local que han ido apareciendo: Sus fundadores no son teólogos ni hombres de la jerarquía. Son cristianos populares con una teología rudimentaria , dotados de visiones celestes y predicadores ambulantes  por plazas y calles. Hablan de su experiencia espiritual y arrastran a las gentes de su propio medio que se hacen a su vez predicadores espontáneos sin altas teologías. Es el mundo popular de la experiencia viva que se antepone al mundo de la ciencia y del poder.[xi]

Idígoras contrasta este carácter popular de los pastores pentecostales con el elitismo de los sacerdotes católicos. Critica la formación secularizante que reciben éstos y aun llega a decir: "Y por eso no nos puede extrañar que hayan surgido entre los sacerdotes de nuestros países, enemigos de la religión popular o propugnadores de sistemas secularizados como la integración del materialismo histórico con la teología."[xii]  Por contraste nos dice: La realidad de los pastores protestantes suele ser muy diferente. Su extracción suele ser tan popular como la de los católicos. Pero viven más cercanos al pueblo y su formación suele ser menos filosófica y más teológica. Fundamentalmente se basa en la lectura y en la interpretación de la Biblia, sin mucho recurso a métodos exegéticos. De esa manera conservan más fácilmente la mentalidad popular con que iniciaron su formación. Y por eso su predicación es más cercana al sentimiento religioso del pueblo.[xiii]

 

5.- Finalmente, se observa en quinto lugar que estas iglesias populares crean un ambiente de comunidad y de fraternidad para los pobres en el mundo urbano. En este aspecto, el sacerdote Angel Salvatierra, un estudioso del episcopado católico ecuatoriano ofrecía otro ejemplo de autocrítica pastoral y misionológica. Señalaba que frente al crecimiento desmedido de la población de América Latina, el catolicismo se enfrenta con su propia escasez de sacerdotes y su práctica pastoral limitada por "excesiva concentración de responsabilidades en los sacerdotes".

Aquí ve un contraste metodológico con la práctica evangelizadora y misionera de las iglesias evangélicas populares. ...las sectas tratan de responder con métodos propios a la demanda religiosa de los sectores marginados. Estos encuentran en aquellas un espacio de vida comunitaria y fraterna, un lugar donde celebrar la fe dando rienda suelta a la parte sensible y emocional, una comunidad que les hace descubrir su misión evangelizadora y hasta les permite alcanzar protagonismo religioso sobre la base de la Palabra de Dios, una visión religiosa de la existencia acorde con el sentido de dependencia hacia lo sagrado que experimenta el pueblo y una ayuda fraterna ante las necesidades de orden material.[xiv] 

Los factores señalados por Salvatierra serían "los que explican en primer lugar la penetración creciente de las sectas", y sólo pueden ser percibidos por un criterio que toma en serio la dimensión de lo sagrado.

Nos parece que en este punto es donde más han fallado los análisis del protestantismo popular provenientes de sociólogos, historiadores y teólogos de tendencia liberacionista, altamente politizados. Se está dando últimamente una convergencia entre estudios de fuente protestante con los enfoques provenientes de misiónologos católicos, es decir especialistas que aportan al estudio preocupaciones informadas por la teología y la historia de las misiones, y por la vida de las iglesias en sentido más amplio que lo estrictamente político. Son autores que parecen más abiertos a aceptar la situación de pluralismo religioso en América Latina y en consecuencia se acercan al protestantismo popular con una actitud menos hostil.[xv]

 

El reconocimiento de estas cualidades del Protestantismo popular no significa que estos autores católicos hayan dejado de lado sus particulares convicciones respecto a la Iglesia de Roma. En cada uno de los trabajos citados hay también críticas agudas a los pentecostales. Sin embargo, estas apreciaciones representan un paso al frente en la comprensión de las diferencias y semejanzas entre evangélicos y católicos cuando se piensa en la misión cristiana en el siglo XXI.

La cuestión fundamental sería si el Catolicismo puede ver al Protestantismo popular como obra de Dios en el mundo, como fruto de la acción del Espíritu Santo. Estas mismas preguntas se les plantean a muchos protestantes de otras denominaciones más antiguas que se sienten también desafiadas, cuando no amenazadas, por el crecimiento del Protestantismo popular

 

Notas

[1]..        Ignacio Vergara El Protestantismo en Chile Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1962; Ireneo Rosier Ovejas sin pastor Buenos Aires: Ed. Carlos Lohlé, 1960.

[2]..        Ver nuestro trabajo La fe evangélica y las teologías de la liberación El Paso, Casa Bautista de Publicaciones, 1987; caps.2, 3 y 4.

[3]..        Damen, op.cit., p.52.

[4]..        Id. p. 58.

[5]..        Mons Roger Aubry, op. cit.; pp. 111.

[6]..        Ibid, p. 112.     

[7]..        Franz Damen "Las sectas: ¿avalancha o desafío?" Cuarto Intermedio Revista trimestral publicada por la Compañía de Jesús, Cochabamba No.3 (Mayo 1987), pp. 60-61.

[8]..        Ibid.                

[ix]..       Juan Gorski M.M. El desarrollo histórico de la misionología en América Latina La Paz, Bolivia, 1985.p, 283.

[x].         José Luis Idígoras S.J. La religión fenómeno popular Lima: Ediciones Paulinas, 1984; p. 236.

[xi].        Id., p. 238.

[xii].       Id. p. 245.

[xiii].      Id. pp. 245-246.

[xiv]..     Angel Salvatierra "Retos y características especiales de la nueva evangelización", en CELAM Nueva Evangelización, Bogotá, 1990.

[xv]..      Me he ocupado del tema en dos capítulos de un libro editado por Guillermo Cook New Face of the Church in Latin America Maryknoll: Orbis, 1994, y en Historia y Misión: revisión de perspectivas Lima: Ediciones Presencia, 1994.

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