La bandera de la resistencia

La resistencia surge a consecuencia de un estado de cosas insoportable, cuando el mal se hace o quiere hacerse hegemónico y la justicia es aniquilada totalmente.

09 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 10:38

,

Una de las páginas más sobresalientes durante la II Guerra Mundial en Europa fue la protagonizada por los movimientos de resistencia en las distintas naciones ocupadas por el ejército alemán. Tanto en Holanda como en Checoslovaquia, Francia, Polonia, Yugoslavia y otros países, se fueron creando organizaciones clandestinas, más o menos organizadas, con el fin de hacer frente al enemigo invasor. No eran ejércitos profesionales sino agrupaciones que fueron surgiendo como resultado de las medidas adoptadas por los nazis, centrándose sus acciones especialmente en actos de sabotaje, que provocaron, a su vez, despiadadas represalias de la Wermacht. La acción más osada fue la de la resistencia checa, que mató en 1942 en Praga al general Reinhard Heydrich de las SS, lo que ocasionó la destrucción total por los nazis de los pueblos de Lídice y Lezaki. El más famoso partisano de toda la resistencia europea fue Tito, que luego llegaría a ser presidente de Yugoslavia.

El cine se ha encargado de recoger en algunas películas míticas la figura del cabecilla o del colaborador de la resistencia. Y así en Casablanca el personaje de Victor Laszlo (Paul Henreid), jefe de la resistencia checa, tiene un lugar destacado en la trama del argumento. Igualmente en Roma, ciudad abierta el cura don Pietro (Aldo Fabrizi), que apoya a la resistencia italiana y acabará fusilado, es el protagonista del film.

La resistencia surge a consecuencia de un estado de cosas insoportable, cuando el mal se hace o quiere hacerse hegemónico y la justicia es aniquilada totalmente; cuando los principios elementales que sustentan la existencia humana son pisoteados.

La Biblia también habla de una resistencia, aunque al describir las causas que la originan va mucho más allá que el diagnóstico hecho por la resistencia europea en la II Guerra Mundial y al señalar al artífice de dicha resistencia sólo menciona a uno, en contraposición a los muchos que fueron protagonistas en esa guerra. Las traducciones antiguas, española e inglesa, del pasaje de Isaías 59:19 mencionan una guerra entre dos bandos en estos términos:

‘…porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu del Señor levantará bandera contra él.’

Esa bandera enarbolada por el Espíritu de Dios bien puede denominarse la bandera de la resistencia, frente a una fuerza impetuosa que amenaza con llevarse por delante todo lo que encuentra a su paso. Al estudiar todo el capítulo 59 de Isaías es factible ver que la oleada de maldad comienza describiéndose como una acción deliberada contra Dios, que produce su distanciamiento y rechazo hacia los transgresores. Aunque muchas de las transgresiones cometidas tienen que ver con el prójimo, se contabilizan como hechas contra Dios, en expresiones tales como ‘nuestras rebeliones se han multiplicado delante de ti’ o ‘el prevaricar y mentir contra el Señor y el apartarse de en pos de nuestro Dios’. Es decir, los pecados contra lo verdadero y lo justo no solamente tienen una dimensión horizontal, en cuanto atentan contra nuestros semejantes, sino que primordialmente tienen una dimensión vertical, en tanto son delitos contra Dios.

La generalidad de ese estado de cosas se aprecia en que ‘no hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la verdad’. Es decir, no estamos ante una situación en que hay dos bandos de seres humanos, uno de malos y otro de buenos, sino que hay un solo bando, todo de malos. Una maldad que es interna y externa, en pensamiento y acción, porque ‘sus pies [acción] corren al mal’ y ‘sus pensamientos, pensamientos de iniquidad’. Los resultados de todo ello no pueden ser más funestos, pues ‘incuban huevos de áspides y tejen telas de araña’.

Dios se extraña por la falta de reacción, al no haber nadie que se interponga ante este estado de cosas y le haga frente, siendo él mismo quien se erija en único emprendedor de la respuesta ante el desafío que el mal ha planteado, tomando la armadura de guerrero para presentarle batalla. Es una guerra en la que Dios está inmerso y en la que es el único héroe.

Tras el comienzo de esa batalla, es donde aparece el texto de la bandera que el Espíritu de Dios enarbola, lo cual implica que hay una hueste que milita bajo ella.

Vivimos días en los que la maldad galopa a una velocidad nunca vista antes y su multiplicación va a provocar el enfriamiento de muchos cristianos, siendo la disyuntiva entre enfriarse al ser arrastrados por ella o alistarse bajo la bandera de la resistencia que Dios ha levantado y pelear la buena batalla. Si formar parte de la resistencia en la II Guerra Mundial fue motivo de honor para sus integrantes, formar parte de esta otra resistencia en esta guerra actual es la mayor gloria que cabe.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Claves - La bandera de la resistencia