El que nunca falla

Cuando la Biblia nos enseña que podemos vivir en la presencia de Dios no está hablando de una religión que nos ayuda en algunos momentos.

09 DE NOVIEMBRE DE 2017 · 15:51

Looking back / Aftab Uzzaman (flickr - CC BY-NC 2.0),
Looking back / Aftab Uzzaman (flickr - CC BY-NC 2.0)

Glory Alozie logró el subcampeonato mundial en los 60 metros valla celebrados en Moscú en 2006. Había pasado una temporada llena de lesiones y el frío de la ciudad rusa le hacía sufrir mucho más de lo normal al no estar completamente recuperada; pero, a pesar de todo, pudo obtener la medalla de plata. «Confío mucho en Dios. El Señor nunca falla. Sabía que un día me iba a curar», dijo después de la ceremonia de entrega de premios.

Cuando estamos en una situación complicada o vivimos un momento en el que no sabemos qué va a suceder, solemos desanimarnos. No somos perfectos. Debemos recordar cuando atravesamos una situación así que si Dios cierra una puerta, no se queda al otro lado: la cierra desde donde nosotros estamos. Nos acompaña siempre para ayudarnos a encontrar nuestro lugar, para guiarnos hasta la próxima puerta que él va a abrir. Dios jamás deja mal a ninguno de sus hijos, él siempre quiere curar, restaurar y fortalecer.

Dios no nos abandona nunca.

Necesitamos hablarle sea cual sea nuestra situación. Desnudar nuestro corazón delante de él para que lo restaure por completo. Entregarle todo nuestro sufrimiento y nuestras dudas. Si crees que estás lejos de Dios, te recomendaría que leyeras un salmo cada día, pero que lo hagas muy despacio, como si lo hubieras escrito tu mismo. Pide a Dios que toque tu corazón, porque él nunca falla. Tarde o temprano fortalecerá tu vida.

Dios entiende lo que sentimos. Conoce cada uno de nuestros fallos y sabe cuándo ni siquiera tenemos ganas de hablarle porque estamos completamente desanimados. Lo que Dios no tolera es el silencio y el alejamiento. Quiere que le digamos lo que hay en nuestro corazón. Acércate a él siempre. ¿Tienes miedo de Dios? ¡Échate en sus brazos!

A pesar de haberle desobedecido y de estar pagando las consecuencias de su rebeldía contra Dios, Jonás pudo exclamar: «Cuando ya estaba sin fuerzas, me acordé de ti y oré» (Jonás 2:7 TLA). Dios no es como nosotros. Cuando alguien nos abandona, le tratamos con un calculado desdén para que reconozca lo que nos ha hecho y venga ante nosotros humillado y vencido. ¡Dios no lo hace! El amor de Dios es extraordinario. Él nos abraza incluso cuando sabe que volvemos «porque no hay otro remedio». Él sigue amándonos, aún sabiendo que le necesitamos porque nos hemos quedado sin fuerzas. Una vez más: ¿tienes miedo de Dios? ¡Échate en sus brazos!

Que nadie se confunda: cuando la Biblia nos enseña que podemos vivir en la presencia de Dios no está hablando de una religión que nos ayuda en algunos momentos. Dios es un ser personal, el único que puede estar con nosotros. El que nos escucha cuando oramos. El que conoce cada una de nuestras lágrimas. Estamos hablando de nuestro Papá en el cielo.

Estamos confiando en alguien que nunca nos va a fallar.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - El que nunca falla